Suena la alarma de la pobreza
Ayer, el periódico francés Le Monde se hizo eco de los datos publicados por Eurostat, la oficina estadística de la Comisión Europea. Ésta reportó que un cuarto de la población europea esta amenazada de pobreza y exclusion social tomando en cuenta datos del 2011.
Sandra de Miguel Sanz
Ayer, el periódico francés Le Monde se hizo eco de los datos publicados por Eurostat, la oficina estadística de la Comisión Europea. Ésta reportó que un cuarto de la población europea esta amenazada de pobreza y exclusion social tomando en cuenta datos del 2011.
Un cuarto de la población de los 27 países de la Unión Europea se traduce en que cerca de 120 millones de personas, 119.6, unos 5 millones más que la población total de México (en 2011, según el World Bank , ésta era de 114 millones 793 mil 341), estarían amenazadas por la pobreza. Claro que, la cifra de pobres en México, un solo país frente a 27, aunque éste sea más poblado y más extenso, ronda los 60 millones, algo más de la mitad de la población del país.
Estas personas no ganan lo suficiente para cubrir necesidades de alimentación y vestido, según el estudio “2012: los retos de México ante el cambio de Gobierno”.
Pero volviendo a Europa, donde la pobreza era un problema que se creía desterrado –en el sentido de que no alcanzaba unas cifras alarmantes–, esos 120 millones de personas son el 24.2 por ciento de la población frente al 23.4 por ciento de 2010.
También según el mismo informe de Eurostat, los países con más pobres son Bulgaria (49 por ciento, frente al 13 por ciento de 2005, antes de entrar en la UE), Rumania y Letonia (40 por ciento) y Grecia (31 por ciento frente al 27.7 por ciento de 2010).
Los países con menos proporción de pobres serían la República Checa (15 por ciento), Suecia y Países Bajos (16 por ciento), Austria y Luxemburgo (17 por ciento) y Alemania y Francia (con un 19.9 y un 19.3 por ciento respectivamente). Estos dos últimos, además, no vieron variar su tasa con respecto a 2010.
Esos 120 millones de personas se enfrentan a las tres formas de exclusión: riesgo de pobreza, privación material grave y baja intensidad de trabajo.
La privación material grave se refiere a aquellas personas que no pueden pagar facturas, tener calefacción o alimentarse con proteínas. Por su parte, la baja intensidad de trabajo hace referencia a aquellos hogares donde los adultos han utilizado menos del 20 por ciento de su potencial de trabajo durante el año anterior por falta de empleo.
En el conjunto de la UE, el 17 por ciento de la población está amenazada de pobreza monetaria, el 9 por ciento está en situación de privación material severa y el 10 por ciento vive en hogares con intensidad de trabajo muy baja, también según datos publicados por Eurostat.
Pero además, estas estadísticas se presentan en un momento en el que diversos países europeos discrepan en lo relativo al asunto de mantener el presupuesto consagrado a la ayuda alimentaria para el presupuesto 2014-2020 de la UE. Entre esos países se encuentran Alemania, Reino Unido y Suecia, que consideran que la ayuda alimentaria debe ser cosa de cada Estado.
La insolidaridad europea
Lucien Bourgeois, miembro del Consejo Científico de la Fundación Res Publica, economista y miembro de la Academia de Agricultura, publicó un artículo de opinión en la sección “Ideas” de Le Monde titulado “Ayuda alimentaria: solidaridad europea para los bancos pero no para los Restos du Coeur (Los restaurantes del corazón)”.
La Fundación Res Publica, según se informa en su sitio de Internet, tiene por objeto la investigación en torno a los conceptos clave del modelo republicano, así como el desarrollo a partir del diálogo entre las civilizaciones y entre las naciones.
Por su parte, Los restaurantes del corazón es una fundación sin ánimo de lucro, compuesta por una asociación nacional francesa y 113 asociaciones departamentales. Su objetivo es distribuir comida gratis a los más necesitados.
En el artículo, Bourgeois informa de que ahora que la tasa de desempleo en la zona euro supera el 10 por ciento, Alemania acaba de obtener la condenación del Tribunal de Justicia Europeo de la ayuda alimentaria financiada por la PAC (Política Agrícola Común), que gestiona las subvenciones para la producción agrícola.
Con esa sentencia, la UE tendrá que dividir por cuatro su presupuesto para ayudar a asociaciones como Les Restos du coeur. Además, Alemania propone continuar con esta política dos años más pero a condición de que se elimine a partir de 2014.
La importancia del programa que se pretende eliminar
El “Programa europeo de ayuda a los más pobres (MDP)” se creó en 1987 a instancias del entonces presidente de la Comisión Europea Jacques Delors y Coluche.
El objetivo era distribuir los stocks de alimentos acumulados a los pobres a través de asociaciones caritativas reconocidas. De los 27 países de la UE, 19 se beneficiaban del programa, especialmente Polonia, Italia y Francia.
Es esta ayuda la que ahora se quiere prácticamente eliminar, alegando que al estar ahora los precios de los alimentos regulados por el mercado, ya no hay stocks y que no es la PAC la que debe financiar la ayuda alimentaria, revelando que no se actúa igual cuando se trata de rescatar a los bancos que cuando se trata de asuntos sociales.
En concreto, si el presupuesto consagrado a la ayuda alimentaria fue en 2011 de 500 millones de euros (1 euro por habitante), se prevé que para 2014 sea de 113 millones (23 céntimos por habitante).
La diferencia con EU es, para Bourgeois, llamativa. Allí gestionan la pobreza de su población por la ayuda alimentaria y, desde 2008, se aumentó el gasto destinado a tal propósito, siendo actualmente de unos 100 mil millones de dólares y llegando a 45 millones de personas (el 15 por ciento de su población total). El problema es, dice el autor, que Europa importó la inestabilidad del mercado americano pero no creo mecanismos paralelos de solidaridad.
Por esto, desde 1992, cuando por la reforma de la PAC los precios agrícolas dejaron de estar protegidos del mercado internacional, los usuarios –productores y consumidores– sufren los “caprichos del mercado global”, teniendo los productores ayudas directas insuficientes y los consumidores ninguna compensación.
Una falsa “buena idea”
Para Lucien Bourgeois, la idea de dejar que los mercados agrícolas se regularan espontáneamente por el mercado mundial fue una falsa “buena idea” que olvidó tres elementos fundamentales.
El primero de ellos, es que la agricultura no produce una mercancía cualquiera, sino que genera comida para alimentar a la gente.
El segundo, que la volatilidad de los precios socava la rentabilidad de las inversiones que tratan de hacer eficaz la producción de alimentos a causa de las ayudas que hay que entregar para compensar la inestabilidad del mercado.
Y, por último, que la inflación de precios de alimentos perjudica a los más pobres.
Por tanto, el que ahora se quiera eliminar la ayuda alimentaria casi por completo es, según el economista, una prueba de que el proyecto europeo apenas empieza a tomar forma y “simboliza la pobreza del pensamiento sobre el futuro de la UE”.
Además, recuerda que esa ausencia de solidaridad es uno de los factores desencadenantes de los disturbios y pone de manifiesto los límites del neoliberalismo actual y de la responsabilidad sobre la deriva de los equilibrios presupuestarios en los países.
En ese sentido, concluye que si bien los americanos han concluido que merece la pena aumentar el gasto para no poner en peligro la cohesion social, un enfoque más integral sería más adecuado para abordar la raíz de los problemas.