La política económica que pregona el presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, se podría resumir en un solo eslogan: “America First”.
Y de ponerse en marcha, podría desencadenar una guerra comercial contra las economías de la región de Asia y el Pacífico, pues éstas son las principales beneficiadas de la política de la globalización.
Es por eso que durante la reunión anual del Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC), que tuvo lugar en Lima, Perú, los gobiernos de esas regiones insistieron en salvaguardar a toda costael libre comercio.
Los 21 Estados miembros de la APEC representan más de la mitad del comercio mundial, por lo que no es de extrañarse que hayan prometido solemnemente “luchar contra todas las formas de proteccionismo”.
Este domingo todos los miembros del APEC acordaron continuar sus políticas hacia la formación de un área de libre comercio a través de negociaciones que se realizarán fuera del foro que los agrupa.
Esta declaración no solo dejó claro el compromiso del bloque con el libre comercio, sino que estableció, por primera vez en la historia, un plan de acción que podría llevarlos a un acuerdo en 2020.
Las 21 economías reunidas en la cumbre concluyeron que la globalización enfrenta “el surgimiento de tendencias proteccionistas” en el mundo y que éstas podrían representar un riesgo las aspiraciones y objetivos comunes.
“El proteccionismo está resurgiendo, no solo en Estados Unidos, y debe ser derrotado. Los que tengan tentaciones proteccionistas deberían volver a leer la historia de los años 30. Debemos mandar un mensaje muy claro”, dijo el anfitrión del evento, Pedro Pablo Kuczynski, presidente del Perú.
Y es que si bien la capital peruana recibió al presidente Barack Obama en su último viaje oficial al extranjero, es su sucesor, el republicano Donald Trump quien fue el protagonista y se mantuvo en la cabeza de todos los asistentes.
Su política económica, que gira en torno a la vuelta al nacionalismo, mantiene a los miembros de la APEC frente a un iceberg proteccionista que amenaza con hundir el comercio de las costas del Atlántico.
Pues aunque el programa económico de Trump es todavía ambiguo, si mantiene sus promesas de campaña el eventual mandatario pedirá renegociar todos los acuerdos de libre comercio en discusión o ya firmados.
Y la primera víctima podría ser el Tratado Transpacífico (TPP) que une a Estados Unidos con Asia y el Pacífico, pero que los estadounidenses aún no ratifican.
En ese sentido, los roles están cambiando a medida que se acerca la toma de posesión del próximo presidente, pues ahora es China la que se presenta como la defensora de la “apertura” y del libre intercambio frente a la Norteamérica cerrada de Donald Trump.
Proteccionismo agresivo
Una de las claves de la victoria de Trump fue presentarse como un neo-aislacionista que denuncia la ortodoxia del libre mercado que ha dominado la agenda económica de Washington desde 1944.
Y es que, según Trump, el TPP es una locura y un desastre total, que tiene como objetivo destruir toda la industria norteamericana, por lo que prometió jamás volver a firmar un acuerdo comercial que perjudique a los trabajadores, que reduzca la libertad del país o su independencia.
Pero también la Asociación Transatlántica para el Comercio y la Inversión (ATCI), en fase de negociación con la Unión Europea, ha sido condenado por el republicano.
Y ni qué decir del Tratado de Libre Comercio firmado entre México y Canadá (TLCAN), al cual Trump calificó como “el peor tratado comercial firmado en la historia”.
Pero el objetivo principal de Trump es China, un país que, aseguró, “está matando a los norteamericanos.”
Por eso prometió que al asumir el cargo iniciará un procedimiento contra Beijing por manipulación de las tasas de tipo de cambio y someterá a los productos “made in China” a derechos compensatorios del 45 por ciento.
Pero de acuerdo con Moody’s Analytics, estas medidas conducirían a mayores precios para el consumidor en Estados Unidos, en al menos un 3 por ciento, lo que reducirá la disponibilidad, el consumo y la actividad económica.
La globalización sobrevivirá
Las políticas económicas de Donald Trump podrían desencadenar una guerra comercial en la que tanto México, como China tomen represalias contra Estados Unidos imponiendo una subida en las tasas de aranceles sobre las exportaciones.
China –el segundo mercado en Estados Unidos con 250 millones de dólares– y México –el tercero con 100 millones– representan casi una cuarta parte de las exportaciones estadounidenses.
Por lo que una guerra comercial de Trump contra sus dos socios mayoritarios podría conducir a una reducción de las exportaciones, que pasarían factura sobre las ganancias corporativas, el empleo y la economía en su conjunto.
Y si la primera economía del mundo se aísla, es muy probable que los países del mundo volteen hacia una China que se abre. En ese sentido, los analistas coinciden en que Trump podrá matar los acuerdos comerciales, pero no matará la globalización.
Y es que durante la Cumbre quedó claro que con el apoyo de Trump o sin él, el bloque está dispuesto a seguir adelante con su integración económica y dejó claro que si Estados Unidos opta por alejarse de esta posición, será China quien asuma un rol más importante.