Tercer debate: la fábrica mediática

Desde el escándalo del video de Donald Trump difundido por The Washington Post, y después de las numerosas disidencias que hubo entorno a su candidatura en el seno del Partido Republicano, las encuestas y los analistas coinciden en algo: que Hillary Clinton será la próxima presidenta de los Estados Unidos.

 

75
millones de dólares invirtió el republicano Donald Trump para la batalla de la fábrica mediática
El debate de hoy deberá consagrar temas como la deuda y las prestaciones sociales, la inmigración, la economía, y la aptitud de la investidura presidencial 

Desde el escándalo del video de Donald Trump difundido por The Washington Post, y después de las numerosas disidencias que hubo entorno a su candidatura en el seno del Partido Republicano, las encuestas y los analistas coinciden en algo: que Hillary Clinton será la próxima presidenta de los Estados Unidos.

 

El candidato republicano a la Casa Blanca, por tanto, llega al tercer y último debate sin nada que perder, y denunciando una probable elección “amañada”. 

 

Con exactamente tres semanas para las elecciones del 8 de noviembre, la campaña presidencial de Estados Unidos está fuera de control. Y creando un ambiente de final de campaña cada vez más preocupante, Donald Trump utiliza la fábrica mediática para pudrir la atmósfera del final de la contienda electoral.

 

“Esta elección determinará si somos una nación libre, o si sólo tenemos la ilusión de la democracia y estamos en realidad controlados por un puñado de intereses especiales que la amañan. Nuestro sistema está amañado. Esa es la realidad, ustedes ya lo saben, ellos lo saben, yo lo sé, y casi todo el mundo sabe”, dijo Donald Trump.

 

“El establishment y los medios controlan esta nación con herramientas bien conocidas. Y cualquiera que desafía su control se considera racista, sexista, xenófobo y moralmente deforme. (…) Van a mentir, mentir, mentir. Y después van a hacer algo peor que eso, harán todo lo que sea necesario. 

 

Los Clinton son unos criminales, recuerden eso: son criminales”, agregó.

 

Una telenovela nociva

 

Con la publicación interrumpida del video de sus obscenidades, desde el 7 de octubre, el candidato republicano tiene forzosamente que ganar el último duelo televisivo para permanecer competitivo. 

 

El tercer y último debate de esta noche le ofrece al magnate la última oportunidad de repuntar ante la audiencia nacional, su 47 por ciento de intención de voto, estancado desde hace meses. 

 

Después de eso, no quedará más que el discurso de un público ya convencido, en gran medida, por la batalla de la fábrica mediática.

 

Tomando el formato del primer cara a cara, la cita en Las Vegas deberá consagrar seis segmentos de 15 minutos con temas seleccionados por el moderador Chris Wallace de Fox News: la deuda y las prestaciones sociales, la inmigración, la economía, los puntos calientes del planeta, y la aptitud de la investidura presidencial.

 

Donald Trump ha basado su campaña en el control de la inmigración. Hillary Clinton, busca imponerse con una batería de programas sociales y económicos, su experiencia en política exterior y sus 30 años de preparación para la función pública.

 

Esto podría darnos un debate equilibrado de mayor fondo, si los candidatos no vuelven a caer en la deriva de los insultos y las teorías de conspiración.

 

A 21 días de la votación, y con 1.4 millones de electores que han venido votando por adelantado en las encuestas, la situación parece todavía muy desequilibrada.

 

Clinton va por estados republicanos

 

Clinton lidera todas las encuestas nacionales, menos una – The Angeles Times –, con una posición favorable en la mayoría de los swing states, que podría, incluso, ser capaz de desafiar a varios bastiones republicanos. 

 

Su campaña ha decidido inyectar 2 millones de dólares para invitar a su trío dinámico: Michelle Obama, Bernie Sanders y Chelsea Clinton, en Arizona, un estado que ha votado solo una vez por un candidato demócrata desde 1968.

 

Asimismo, un millón de dólares fue destinado a comerciales televisados en Missouri, Indiana y Texas, que no se consideran esenciales para la victoria, pero bien podrían permitir ensanchar la brecha y silenciar cualquier oposición.

 

Con eso, y con un retraso medio de 7 puntos, de acuerdo con RealClearPolitics, Donald Trump debería tener una remontada histórica esta noche para ganar. 

 

Ya que el 47 por ciento de la intención de voto en meses deja fuera de su electorado a muchos segmentos de la población: mujeres, republicanos, minorías, graduados, empresarios, extranjeros y, con ello, muchos analistas otorgan la alta probabilidad de una victoria para Hillary Clinton. 

 

Stuart Rothenberg, de The Washington Post, incluso, se arriesga a decir que las posibilidades de Trump para obtener los 270 grandes electores necesarios son ahora “inexistentes”.

 

Teorías de conspiración, estrategia de Donald

 

Según una encuesta, el 28 por ciento de los estadounidenses cree que en 2013 una élite secreta aspiraba a crear un “nuevo orden mundial”. El 21 por ciento está convencido de que el gobierno encubre, desde 1947 la caída de un OVNI en el Área 51, en Roswell, y el 15 por ciento tiene la certeza de que la industria de la salud inventa enfermedades para ganar dinero y reducir la población mundial.

 

Con estas creencias populares, Trump llega al final de su campaña alimentando conspiraciones con nuevas controversias.

 

Y aunque el sistema electoral de Estados Unidos está descentralizado bajo la responsabilidad de los estados, y varios líderes de su propio partido, incluyendo los miembros más cercanos a él, lo contradicen mostrando “plena confianza” en el proceso electoral y en el resultado del 8 de noviembre, Trump es inflexible.

 

 “Por supuesto, un fraude masivo tendrá lugar antes y durante la votación. ¿Por qué los líderes republicanos lo niegan? ¡Qué ingenuos!”, remarca.

 

En ese sentido, Hillary Clinton deberá estar lista y a la defensiva esta noche tras nuevas revelaciones filtradas por WikiLeaks, en donde se muestra que uno de sus asistentes del departamento de Estado, Patrick Kennedy, trató de negociar con el FBI el escándalo de la desclasificación de los correos “confidenciales” en su mensajería privada.

 

Y aunque el “intercambio de favores” no tuvo lugar, y nada demuestra que Clinton estuviera al tanto de esta iniciativa, se suma a la sospecha de colusión y encubrimiento, que ha perturbado la campaña de la demócrata durante buena parte de la contienda.

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