Está resultando bastante claro que muchos hispanos se aprestan a apoyar al presidente Barack Obama en su intento de permanecer en la Casa Blanca.
Un reciente artículo de la Associated Press afirmó lo obvio: Algunos hispanos que habrían votado según su parecer en temas económicos se están volcando al presidente debido al apoyo de éste a la Ley DREAM.
Y no sólo su “apoyo”, que conste, sino su orden ejecutiva de mediados del verano, que promete un breve aplazamiento para la deportación de inmigrantes ilegales menores de 31 años, que fueron traídos a Estados Unidos de niños y no presentan un riesgo para la seguridad
nacional ni pública.
Los que han sido aprobados por la medida denominada como Acción Diferida para los que Llegaron de Niños (DACA, por sus siglas en inglés) obtienen una categoría migratoria legal temporal —no residencia legal permanente— por un período de dos años, sujeta a renovación, y pueden solicitar autorización de trabajo.
Recordemos los hechos reales: En 2010, el presidente Obama no reunió los cinco votos demócratas faltantes, que hubieran sido necesarios para aprobar la Ley DREAM completa, con su camino a la ciudadanía.
A fines de mayo de 2012, Obama expidió una orden ejecutiva, después de que su secretaria de Seguridad del Territorio revirtiera su oposición, aclarando el camino para que alrededor de 1.76 millones de jóvenes inmigrantes evitaran, temporariamente, la deportación.
Lamentablemente, muchos de esos jóvenes, para no mencionar a sus amigos y familias, creen estar en camino hacia un final feliz.
Bueno, si el presidente Obama pierde su reelección, él al menos se puede quedar en el país con su familia. Pero los que lo están apoyando porque piensan que aprobó la Ley DREAM completa quizás no tengan tanta suerte.
Vivo en una comunidad predominantemente hispana poblada de inmigrantes recientes y sé que muchos de nuestros estudiantes creen que la Ley DREAM está vigente y fue aprobada por Obama.
Dicen a todo el que quiera oírles que debe apoyar a Barack Obama.
Escuché estas conversaciones en eventos escolares, he visto redacciones de alumnos de la escuela secundaria que mi esposo corrige, en las que se alaban las virtudes de la “amnistía” del presidente y estoy consciente de que los consejeros de algunos de los distritos escolares vecinos se preguntan si llevar a cabo talleres para informar a los estudiantes y sus familias sobre sus opciones legales viables.
No se trata de un fenómeno local. En un reciente artículo de The New York Times sobre el poder de los electores hispanos para definir los importantes estados indecisos de Colorado, Florida y Nevada, los reporteros citaron a una voluntaria de la campaña de Obama, de 37 años, que expresó el motivo de su participación en este esfuerzo de reelección.
“Me involucré tan pronto como oí que firmó la Ley DREAM”, dijo Adriana Ortiz, cuya hermana vino a Estados Unidos ilegalmente de México, de niña. “Él hizo algo por mi familia. Voy hacer algo para él”.
No estoy diciendo que el gobierno de Obama haya engañado intencionalmente a sus seguidores, haciéndoles creer que logró que el Congreso cambiara las leyes migratorias.
Pero si las encuestas y reportajes son correctos, está obteniendo un muy buen repunte en la aprobación de electores hispanos por meramente hacer una promesa de dos años, que quizás no pueda cumplir.
Hablé con Betty Hung, directora normativa del Asian Pacific American Legal Center, organización que provee de asistencia legal a asiático-americanos, hawaianos y habitantes de las islas del Pacífico.
Me dijo que con el malentendido generalizado sobre el programa DACA, combinado con una expresión de deseos y carencia de información sobre programas locales, como las Leyes DREAM de California, Maryland e Illinois (que brindan a los estudiantes que residen en el país ilegalmente acceso a la educación superior, pero no cambian su categoría migratoria), hay mucha confusión sobre lo que está realmente ocurriendo.
“Es muy importante que los jóvenes indocumentados realmente sepan cuáles son sus derechos y comprendan las políticas que los están afectando”, expresó Hung, que trabajó de cerca con jóvenes inmigrantes asiáticos e hispanos para tratar de aprobar la Ley DREAM federal.
“Nosotros, y muchos medios y otras organizaciones, hemos sido muy cautos sobre lo que podría ocurrir, y pienso que un número considerable de DREAMers está esperando a ver qué sucede con la elección antes de solicitar DACA. Pero aún están ahí corriendo riesgos”, agregó.
Seguro, el presidente está disfrutando un ascenso de popularidad por su arreglo temporario de un asunto migratorio, pero el coste final de su maniobra de reelección queda por verse.