Imagina un estado sin leyes, en donde los ciudadanos son libres de hacer lo que quieran, cuando quieran, donde quieran.
Un lugar en donde no hay repercusiones ni castigos. En otras palabras, un estado sin un contrato social. El contrato social que alguna vez Jean Jacques Rousseau definió.
Y es que para muchos esa es la forma en que vivimos hoy en el ciberespacio, sin una ley específica que diga como actuar.
Un mundo donde bloggeros, twitteros y facebookeros son quienes marcan la pauta de como regirse.
En pleno siglo 21, la sociedad de las redes virtuales no tiene leyes y ningún hombre dentro de ellas ha renunciado voluntariamente a su estado natural para someterse a las reglas.
A pesar de lo ideal que pudiera parecer, esta libertad ha sido un dolor de cabeza para los gobiernos de ciertos países.
En los últimos meses, varios sucesos en China y Gran Bretaña han desatado la ira de las autoridades. Esto ha obligado a someter las actividades dentro del Internet bajo legislaciones.
Con esto han forzado el cierre de diversos sitios, la eliminación de algunos usuarios, y el bloqueo de blogs y servidores para frentar los “rumores” que, según los gobiernos de cada país, “afectan a la sociedad”.
Tal parece que dichas autoridades están dispuestas a todo, desde pasar las leyes a la red, hasta actuar autoritariamente de ser necesario. ¿Será esto el inicio de un incómodo“ contrato social” para el Internet?
Veamos un par de casos.
Caso Bo Xilai en China: El pueblo abandona su libertad
China y Estados Unidos compiten por el poderío mundial y es en el país asiático donde se vive una pesadilla en el tema de la libertad de expresión. Esto ha alcanzado al mundo del Internet.
Y es que a finales de marzo se desataron rumores en el sitio Sina Weibo (el Twitter de China) sobre un posible golpe de Estado en Beijing, afectando incluso a la economía del país.
Y es que algo que antes permanecía como secreto, pasaba a ser algo del interés público.
Comentarios como “hay personas del ejército por todas partes” y “la embajada de Chongqinq está rodeada por gente con uniformes” llenaban las páginas de varios sitios asiáticos.
Estos rumores no fueron aislados, ya que se dieron en medio de uno de los casos de corrupción sonados de China, el de Bo Xilai.
Al ex jefe de partido de la ciudad de Chongqinq se le atribuyen varios actos ilegales, entre ellos estar relacionados con la muerte del empresario británico, Neil Heywood.
Desde que se desató el escándalo de Bo Xilai, el gobierno chino optó por el silencio.
Sin embargo las voces enla web no callaron. Alzaron la voz publicando mensajes sobre los detalles de las redes de poder de Xilai y su familia. El escándalo se había desatado y tenía cara y nombre.
Tras los rumores plasmados en varios sitios de Internet, el 10 de abril de 2012 la agencia informativa Xinuah confirmó la destitución oficial de Bo Xilai de sus puestos en el Comité Central del Partido Comunista.
Desde hace ya semanas ni el funcionario ni su esposa no aparecen públicamente, permaneciendo bajo investigación por el escándalo.
Al no tener control sobre este tipo de situaciones, el gobierno chino no tardó en leyes sin el consentimiento de los ciudadanos del ciberespacio.
Y a diferencia de lo que dice Rosseau en “El Contrato Social”, el gobierno chino únicamente pasó a actuar de manera autoritaria, sin consultar a nadie.
Fue así como el 24 de abril de 2012, Sina Weibo borró las cuentas de varios usuarios incluyendo la de Li Delin, editor del Capital Week, publicación china de temas económicos.
Delin fue quien posteó el comentario que desató rumores sobre un posible golpe de Estado en Beijing.
El sitio asiático publicó en su página las razones por las cuales algunos usuarios fueron eliminados:
“Recientemente,algunos elementos criminales han utilizado a Sina Weibo para crear y difundir rumores políticos en línea sin razón alguna, causando un efecto terrible en la sociedad”.
La página web explicaba cómo los usuarios eliminados ya estaban siendo investigados por las autoridades correspondientes.
Otro de los sitios chinos censurados fue Boxun. Este sitio electrónico generado en Estados Unidos recibió amenazas por medio de un correo que, de acuerdo a la revista Foreign Policy, decía lo siguiente:
“Hola, debido a un nombre de dominio de su plataforma: boxun.com, daña gravemente a los intereses de mi empresa. Esperamos que paren los servicios de este dominio inmediatamente… Por favor preste atención, empezaremos a atacar en algunas horas excepto si satisface nuestras condiciones. Valore sus tesoros comerciales y si resulta en alguna pérdida, por favor perdone.”
Boxun continuó con sus servicios y hasta mediados de abril el reporte de sus métricas iba en acenso, aumentando a un 160 por ciento.
Además de Sina Weibo y Boxun, 42 sitios de Internet fueron cerrados a mediados de marzo y con ellos, todos los mensajes que denunciaban el caso Bo Xilai.
La censura: Una ley al estilo Cameron
Así como China traspasó sus leyes de Estado al Internet, Gran Bretaña planea también vigilar las actividades de sus ciudadanos en línea, con sus respectivas medidas represivas.
Y es que 2012 es el año en que el primer ministro británico, David Cameron, propone como eje fundamental la censura en Internet.
Esto con el objetivo de detener todo tipo de información que circule en la red que pueda propiciar disturbios sociales, como los sucedidos el verano pasado en Londres.
El plan que respalda Cameron permite al gobierno monitorear cualquier correo, mensaje de texto y llamada que entre al país.
Además, los servicios de Internet deberán instalar el hardware que habilite al gobierno poder tener acceso a cualquier dirección de IP.
Por otro lado, su plan también orilla a sitios como Facebook, Google y Skype a dar datos al gobierno cuando las autoridades lo pidan.
Pero tal como dice Rosseau: “estableced censores mientras las leyes conserven su vigor: luego que éstas lo han perdido, es un caso desesperado: nada legítimo tiene fuerza cuando las leyes ya no la tienen”.
Y es que para muchos, este tipo de acciones son una amenaza para la libertad de expresión que existe desde que el Internet ha tenido un uso masivo.
Así lo dijo hace unos días Sir Tim Berners-Lee, creador de la Web del periódico británico The Guardian: “esto es una destrucción a los derechos humanos.”
En la actualidad el gobierno británico ya tiene “leyes de difamación” por publicar en redes sociales.
Y ya cayó la primera víctima de ésta ley. El año pasado un joven británico de 28 años utilizó las redes sociales para hacer críticas a la comunidad católica. Acto seguido, las autoridades fueron en busca de él, apresándolo por ocho meses bajo los cargos de difamación.
Es muy difícil poner orden social en un lugar que nació sin reglas. Y más cuando su uso se ha extendido por una gran mayoría de la población del mundo.
La desesperación de los gobiernos por mantener este orden los ha orillado a transferir leyes terrenales dentro de una sociedad que se mueve por redes virtuales.
Pero, ¿acaso el gobierno tiene derecho a actuar autoritariamente y así cerrar sitios de Internet que hablan en su contra?
¿Tiene derecho de reprender a quienes se muestren en su contra, apelando a la libertad de expresión?
Tal como dijo Rosseau en su obra: “Si hubiera una nación de dioses, estos se gobernarían democráticamente: pero un gobierno tan perfecto no es adecuado para los hombres”.