Los bombardeos estadounidenses contra los extremistas no están teniendo mucho efecto.
A casi cuatro meses de que el Ejército iraquí fuera replegado sorpresivamente del norte del país por militantes del Estado Islámico en Iraq y Siria (ISIS, por sus siglas en inglés), las fuerzas gubernamentales aún siguen perdiendo bases y territorio, aún cuando aviones caza de Estados Unidos intentan contener a los extremistas.
Los soldados iraquíes no han podido detener el avance de ISIS puesto que sus fuerzas terrestres sufren de una corrupción rampante, ausentismo e importantes faltas de suministro, informó ayer The Independent.
Todo esto a pesar de la reciente elección del nuevo primer ministro, Haider Al Abadi, quien supuestamente introduciría un Gobierno mucho más conciliatorio y efectivo que el previo.
El débil Gobierno tampoco ha podido restablecer autoridad en varias provincias del territorio, donde los civiles temen a ambos; ISIS y las fuerzas gubernamentales.
Ahora queda por ver si los inefectivos bombardeos harán que la coalición internacional que lucha por aire contra los extremistas decida lo inesperado: enviar tropas terrestres, de nuevo, a Iraq.