Una muerte a control remoto
La guerra contra el terrorismo que comenzó el gobierno de Estados Unidos durante la administración de George W. Bush parece cosa del pasado.
La costosa ocupación de Medio Oriente, el envío de tropas por tierra y los patrullajes de alto riesgo tienen de sustituto métodos menos costosos.
Desde que Barack Obama ascendió a la presidencia, surgió el boom del uso de los denominados drones (aviones no tripulados) para exterminar a los “peligros potenciales” de la seguridad de Estados Unidos.
Jorge MirelesLa guerra contra el terrorismo que comenzó el gobierno de Estados Unidos durante la administración de George W. Bush parece cosa del pasado.
La costosa ocupación de Medio Oriente, el envío de tropas por tierra y los patrullajes de alto riesgo tienen de sustituto métodos menos costosos.
Desde que Barack Obama ascendió a la presidencia, surgió el boom del uso de los denominados drones (aviones no tripulados) para exterminar a los “peligros potenciales” de la seguridad de Estados Unidos.
Las operaciones con drones se han disparado a partir de 2008, especialmente en Pakistán y Yemen.
A la par, el número de víctimas de estos atentados contra sospechosos de ser miembros de Al Qaeda ha ido en aumento, sumando un total de más de 2 mil 500 muertos de 2004 a la fecha, según datos del Buró de Periodismo Investigativo, establecido en Gran Bretaña desde 2010.
2009 fue el año en el que el número de intervenciones y de víctimas alcanzó su máximo en el territorio paquistaní, coincidiendo con la toma de protesta de Obama en la Casa Blanca.
El padre de la guerra con drones
John Brennan fue nombrado oficialmente dirigente de la CIA el jueves pasado, después de comparecer ante el Senado.
Su nominación a principios de este año causó gran polémica, ya que era el principal asesor en contraterrorismo del gabinete de Barack Obama y uno de los precursores del uso de los aviones no tripulados para atacar objetivos considerados como amenazas.
Su presentación en la Cámara Alta fue una confrontación directa entre activistas en derechos humanos y legisladores del partido republicano que le reclamaron, entre otras cosas, los denominados “daños colaterales” (civiles muertos) que estos ataques ocasionan.
Previo a esta cita, un documento filtrado del Departamento de Justicia por la cadena de noticias NBC cimbró a los precursores de esta estrategia antiterrorismo.
El reporte consiste en una serie de justificaciones del uso de la fuerza letal contra miembros de las células terroristas de Al Qaeda cuyos planes incluyeran perpetrar atentados en territorio estadounidense.
Dicho documento hacía el papel de escudo contra las acusaciones de violación de los derechos humanos del caso Anwar al-Awlaki.
Al-Awlaki era un ciudadano de Estados Unidos que fue asesinado en 2011 en un ataque de drones.
Se creía que fue el autor intelectual de varios intentos de operaciones terroristas dentro de las fronteras de la Unión Americana.
Su muerte desató la polémica ya que es el caso de un ciudadano de EU el cual no pasó por ningún proceso judicial antes de ser ejecutado.
El reporte filtrado por NBC menciona: “El presidente (Barack Obama) tiene la autoridad de responder a una amenaza inminente de Al Qaeda y sus fuerzas asociadas, de acuerdo a sus responsabilidades constitucionales de proteger al país, derecho inherente de Estados Unidos de defenderse de acuerdo a la ley internacional.
“Atacar a un miembro de una fuerza enemiga que representa un peligro inminente de atentado violento a EU no es ilegal. Está dentro del marco de la ley actuar en nombre de la defensa nacional”.
El archivo de 16 páginas justifica la muerte de Al-Awlaki: “Si el objetivo de una operación letal es ciudadano norteamericano (…) tiene los derechos de la Cuarta Enmienda, pero su ciudadanía no le hace inmune de una operación letal.
Reconocemos (el gobierno de EU) que no existe interés de mayor peso en una persona que su propia vida.
“Pero ese interés debe ser balanceado contra el de Estados Unidos de prevenir una amenaza de violencia y muerte a otros norteamericanos que provenga de alguien que sea miembro operacional de Al Qaeda o una de sus fuerzas asociadas”.
Voces a favor y en contra
El tema divide opiniones debido a su naturaleza de ser un dilema ético y moral.
Los activistas que increparon a Brennan el jueves 7 de enero de 2013 le gritaron: “El asesinato va en contra de la Constitución” y “los drones vuelan, los niños mueren”.
Las violaciones a las garantías más básicas para los seres humanos resaltan al ver el número de bajas inocentes que cada ataque arroja: 1.3 civiles muertos en promedio por cada ataque en Pakistán en 2009.
No obstante, el uso de estos dispositivos no tripulados con fines militares tiene sus ventajas obvias, según una editorial de The New York Times publicada el 6 de febrero de este año: se mueven de manera silenciosa y el atacante está absuelto de todo peligro.
En una perspectiva más “maquiavélica”, el periodista David Brooks justifica la política de la dupla Brennan-Obama: “En ocasiones, las malas acciones producen resultados positivos. Si vas hacer algo cruel, hazlo rápido; si harás algo generoso, que sea lento.
“Aún no es posible gobernar perfectamente con las manos limpias. Ahí afuera permanecen terroristas preparando planes de matar norteamericanos.
“Entonces, el líder se enfrenta a una decisión maquiavélica: ¿Tengo que actuar brutalmente para proteger a la gente a la que gobierno? ¿Tengo que usar drones, que a veces matarán niños inocente para frustrar el terrorismo y salvar la vida de los míos?”.
En la guerra, difícilmente se goza de reglas definidas y respetadas.
La política de los aviones no tripulados parece ser una hoja más en el conflicto bélico contra el terrorismo que despertará, en la mayoría de los casos, una incesante confrontación entre quienes demanden justicia por las atrocidades cometidas y quienes apoyen la frase que “el fin justifica a los medios”.