Una nueva inquisición
El 7 de octubre la oficina del fiscal general egipcio decidió iniciar una investigación oficial contra mí por una acusación de “blasfemia” –o, como ellos dicen, “insultar al Islam”.
Mi delito fue expresar mis creencias ateas en mi cuenta de Twitter. Las autoridades egipcias también arrestaron a mi amigo Alber Saber por cargos similares. Él permanece en prisión a día de hoy.
Foreign Policy
El 7 de octubre la oficina del fiscal general egipcio decidió iniciar una investigación oficial contra mí por una acusación de “blasfemia” –o, como ellos dicen, “insultar al Islam”.
Mi delito fue expresar mis creencias ateas en mi cuenta de Twitter. Las autoridades egipcias también arrestaron a mi amigo Alber Saber por cargos similares. Él permanece en prisión a día de hoy.
Egipto ha firmado numerosos tratados internacionales que garantizan la libertad de expresión, pero su código penal todavía tiene aproximadamente 20 leyes que hacen que ciertas opiniones sean consideradas como delictivas. Los delitos especificados incluyen criticar al presidente, al parlamento, al ejército o a la judicatura.
Criticar a un presidente extranjero, como Mahmoud Ahmadinejad o Bachar al Assad, también es un delito punible con pena de 3 años de prisión.
Cuando me enteré de las acusaciones contra mí y contra Saber, me acordé de mi amigo Kareem Amer, un famoso bloguero egipcio que fue condenado a 4 años de prisión en 2007 por haber insultado al Islam y al entonces presidente Mubarak.
Kareem sufrió mucho en la cárcel: fue torturado varias veces y pasó mucho tiempo en régimen de aislamiento y en condiciones horribles.
La última amenaza de acciones legales contra mí despertó los recuerdos de mi encarcelamiento el año pasado, cuando pasé 10 meses en prisión por el delito de “injurias a la institución de las fuerzas armadas”.
Desde entonces, dos oficiales de policía corruptos han declarado que quieren presentar un nuevo caso en mi contra Ahora me acusan de insultar al Islam durante mi encarcelamiento en la prisión de El-Marg.
Ellos han tratado de utilizar este nuevo caso como chantaje para que yo no hable de la tortura a la que me tuve que enfrentar estando allí. (Su acusación es totalmente independiente de la demanda presentada contra mí por el fiscal, por cierto.)
Alber no es la única persona presa en Egipto por un delito de opinión o acusado de criticar al Islam. Hay por lo menos 6 cristianos (3 de ellos menores de 18), 4 ateos y un chií que ahora se enfrentan a los mismos cargos, y no es ninguna sorpresa que ninguno de ellos sea un musulmán sunita. Es una nueva Inquisición que está teniendo lugar en el Egipto del siglo 21 mientras el mundo entero guarda silencio.
El caso Ayman
Todo comenzó el año pasado, cuando Ayman Youseef Mansour, de 22 años de edad, bloguero cristiano, fue condenado el 22 de octubre de 2011 a 3 años de prisión por criticar al Islam en su página de Facebook.
Más tarde, los tribunales egipcios rechazaron su apelación, negándole su derecho a reconsiderar la severidad de la pena.
El caso Gamal
Al caso Ayman le siguió en enero de 2012 el caso de Gamal Abdou Masoud, un cristiano de 17 años de Asiut, en el Alto Egipto.
Gamal fue etiquetado en una foto en Facebook que criticaba al Islam. Turbas enfurecidas rodearon su casa, la quemaron junto a las de otros cristianos del pueblo y obligaron a su familia a marcharse de allí.
La policía no arrestó a nadie de las turbas. En cambio, Gamal fue sentenciado a 3 años de cárcel por “insultar al Islam”.
Bishoy El-Beheri
El mes pasado, el 12 de septiembre, un tribunal de Sohag condenó a otro cristiano, Bishoy El-Beheri, a 6 años de prisión por criticar al Islam y al presidente Mohammed Morsi.
Este caso es muy similar al de Kareem. La única diferencia es que Kareem fue condenado sólo a un año de cárcel por criticar a Mubarak, mientras que por criticar al actual presidente está penado con 3 años.
Los niños Nabil Nagy Rizk y Mina Nady Farag
A principios de este mes, el periódico Al-Ahram informó de que dos niños cristianos coptos, Nabil Nagy Rizk, de 10 años, y Mina Nady Farag, de 9, fueron detenidos por insultar al Islam, ya que fueron sorprendidos jugando con unos papeles que resultaron tener escritos algunos versos del Corán.
Los niños fueron puestos en libertad, pero el caso aún no se ha cerrado, por lo que todavía podrían ser encarcelados.
“BR” y su ateísmo
El 6 de octubre, una estudiante, conocida sólo por sus iniciales, “BR”, fue a la comisaría de policía de Sharkia para pedir ayuda, alegando que su madre había intentado envenenarla.
Sin embargo, las autoridades decidieron que la estudiante y su novio deberían ser encarcelados por ateos y por no ver pecado en el sexo premarital.
El chiíta Mohammed Asfour
Pero no son sólo ateos y cristianos los que están encarcelados en Egipto por blasfemia.
Un hombre chiíta, Mohammed Asfour, fue condenado a 3 años de prisión en julio por hablar en contra de los delitos cometidos por los seguidores de Mahoma, el profeta del Islam.
Un triste panorama
Muchos otros están en prisión por los mismos cargos y su número seguirá aumentando.
El fiscal general acaba de enviar un caso en contra de Google al Departamento de Investigaciones para la Seguridad del Estado en Egipto acusando a la compañía de Internet de no bloquear la película “Inocencia de los musulmanes” en su motor de búsqueda.
El fiscal también ha iniciado una investigación contra el poeta Hisham al-Gokh, a quien acusó de insultar a la religión en su poesía.
Estos activistas sufren debido a que Egipto no tiene un poder judicial independiente y muchos casos tardan décadas en ir ante los tribunales egipcios.
Sin embargo, cuando el problema es político, se puede resolver el caso en pocos días, al igual que mi juicio terminó 12 días después de haber sido arrestado en marzo de 2011.
Ahora están haciendo lo mismo con Alber. Obviamente, hay una razón política para que el régimen egipcio lo envíe a la cárcel. Quieren intimidar a los cristianos y a otras minorías para obligarlos a abandonar el país.
Es por eso que el juicio contra Alber está siendo procesado tan rápido en comparación con otros casos de Egipto.
Si hubiera habido una respuesta internacional adecuada, tal vez ellos habrían procedido con más cautela.
Alber espera ser sentenciado a 3 años de prisión en un plazo corto. Mientras tanto, hay una campaña de apoyo a la libertad en Facebook y Twitter que está cobrando fuerza cada día.
Lo peor de todo es que este fenómeno de encarcelar blogueros y acusarlos de “insultar a la religión” se está convirtiendo en una costumbre extendida en los países musulmanes.
En Arabia Saudita, el joven bloguero Hamza Kashgari ahora está en la cárcel por cargos de blasfemia y podría llegar incluso a enfrentar la pena de muerte.
En Túnez, Beji Jabeur Mejri y Ghazi fueron condenados el 28 de marzo de 2012 a 7 años y medio de prisión.
En Marruecos, Mohammed Sócrates está pasando dos años en la cárcel por su ateísmo, pero las autoridades de Marruecos fueron lo suficientemente inteligentes como para acusarlo de tráfico de narcóticos y no hay necesidad de decir que confesó bajo tortura.
Incluso se podría incluir en esta lista a Malala Yousafzai, la niña de 14 años de edad disparada por los talibanes paquistaníes a causa de sus reclamos públicos a favor del laicismo y de la educación para la mujer.
Las religiones son simplemente colecciones de creencias que no pueden ser probadas.
Todavía no puedo creer que en pleno siglo 21 haya gente que vaya a la cárcel porque no cree que alguien caminó sobre el agua, que una virgen dio a luz a un niño o que un hombre voló hasta el cielo en un burro.
Tolerar esta nueva Inquisición mueve a nuestro mundo hacia la la Edad Media y esto podría tener consecuencias devastadoras para nuestras vidas.