El futuro de Europa

En medio del proceso de la salida de Gran Bretaña de la Unión Europea, y en vísperas de procesos electorales definitorios en Francia y Alemania, la Comisión Europea ha presentado su hoja de ruta para los siguientes años.

El llamado Libro Blanco sobre el futuro de Europa plantea cinco posibles escenarios para el gran pacto europeo, cuya viabilidad está siendo cuestionada como nunca en su historia.

Carlos Salazar Carlos Salazar Publicado el
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No hay consensos de hacia dónde deben dirigirse los esfuerzos ni el ritmo de los cambios progresivos
“Ha llegado el momento de aportar una respuesta a ese interrogante histórico de si queremos avanzar juntos”
Jean-Claude JunckerPresidente de la Comisión Europea

En medio del proceso de la salida de Gran Bretaña de la Unión Europea, y en vísperas de procesos electorales definitorios en Francia y Alemania, la Comisión Europea ha presentado su hoja de ruta para los siguientes años.

El llamado Libro Blanco sobre el futuro de Europa plantea cinco posibles escenarios para el gran pacto europeo, cuya viabilidad está siendo cuestionada como nunca en su historia.

No solo se trata del Brexit y el descontento de algunos de los socios europeos, sino también de los cambios que ha venido sufriendo el panorama geopolítico en los últimos años y la pérdida de influencia de Europa a nivel global lo que obligan a replantear el futuro de la UE.

El documento presentado por el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, ofrece cinco posibles escenarios de cara al futuro de la política económica, comercio, fronteras, migración y equilibrios de poder entre los 27 integrantes que quedan en la Unión Europea.

Los planteamientos van desde seguir adelante con los tratados actuales, pasando por la limitación de las relaciones a un libre comercio, dejando de lado la integración progresiva, hasta una integración total entre sus miembros.

Actualmente, hay una gran división entre los países firmantes del pacto, incluso posiciones totalmente encontradas en cuanto al rumbo a seguir.

No hay consensos de hacia dónde deben dirigirse los esfuerzos ni el ritmo de los cambios progresivos, lo que está complicando cualquier negociación.

Este año, crucial para el futuro de Europa, viene también con importantes citas electorales que podrían condicionar de algún modo el rumbo a seguir del modelo europeo, pero sin duda, la que roba la atención por su proximidad y su relevancia es la de Francia.

El próximo 23 de abril serán los comicios presidenciales, y la aspirante Marine Le Pen, del partido de extrema derecha Frente Nacional, es quien marcha por delante en todos los sondeos de intención de voto.

Le Pen se ha presentado como la candidata del pueblo, y se ha posicionado en contra de la globalización, valiéndose de la ola eurófoba para cimentar sus aspiraciones.

Entre sus propuestas de campaña ya ha prometido un referéndum para la salida de Francia de la Unión Europea.

Las esperanzas de Le Pen para acceder a la presidencia pasan por dar un golpe contundente en la primer votación, ya que, en caso de ser necesaria una segunda vuelta en mayo, los otros partidos ya han asegurado que apoyarían a su contrincante.

Los escenarios

El primer planteamiento propuesto por Jean-Claude Juncker es seguir como hasta ahora, por lo menos hasta el 2025, con el mismo modelo de los últimos años.

Con todas las ventajas y desventajas, con la posibilidad que los problemas vayan aminorando, pero también el riesgo de que el pacto salte por los aires.

Como segundo escenario, se propone priorizar el mercado único durante los próximos 8 años, pasando a un modelo libre de circulación de bienes y servicios, aunque esto también significaría olvidarse de la integración, de las políticas comunes en defensa, inimigración o seguridad, entre otras.

Esta segunda opción, aunque es la que menos adeptos tiene entre los Estados miembros, podría materializarse en caso de que persista la división entre ellos.

La tercera vía es quizá la mas moderada (obviando la primera), y propone incentivar una política de múltiples velocidades en las diferentes agendas de los países miembros. Como dice el propio documento, quienes quieran hacer más, harán más.

Con este planteamiento se pretende que la integración avance al ritmo que mejor convenga a cada interesado, con la formación de bloques con intereses comunes o que quieran ahondar en ciertos aspectos particulares, sin estar supeditados a una agenda global.

La eficiencia es el centro del cuarto escenario, hacer menos pero hacerlo mejor. Con ello se pretende tratar de establecer una agenda común a partir de un limitado número de áreas en donde haya consenso y enfocarse en ello.

De esta forma, con pocos pero trascendentes asuntos sobre la mesa, se podría profundizar en ellos y resolver el trámite de manera expedita, y tratar de que sean los propios países en su interior los que resuelvan los temas fuera de la agenda.

Y por último, entre las propuestas está también la de la integración (casi) total, el sueño de los que imaginaron hace 60 años el gran pacto europeo, aunque, en el contexto actual, dicha propuesta es toda una utopía.

El quinto planteamiento podría llevar a la UE a una mayor integración social y económica, la conformación de un verdadero bloque unitario, un frente común, que permitiría, entre otras cosas, la creación de una Unión Europea de la Defensa.

Mea culpa

En la presentación del documento, la Comisión Europea destaca los logros que la integración ha traído para los europeos: un contexto de paz, prosperidad, estabilidad, la apertura de fronteras, entre otros, pero también hace un diagnóstico de lo que la Unión ha dejado de hacer, o lo que pudo haber hecho mejor.

En este intento de ejercicio de autocrítica, la Comisión Europea reconoce que ha estado por debajo de las expectativas al enfrentar la peor crisis financiera, económica y social en la historia de la posguerra.

El documento señala que a raíz de la crisis financiera del 2008, y a pesar de los intentos por reducir su impacto, la recuperación ha estado mal distribuida en la sociedad y las regiones, por lo que solucionar el legado de la crisis sigue siendo una prioridad.

Las autoridades reconocen que la Unión Europea sigue teniendo un fuerte apoyo entre los europeos, sin embargo, saben que ese apoyo ya no es incondicional.

De igual forma, reconoce que a pesar de sus esfuerzos por estrechar lazos y la importancia de su rol a nivel global, el papel que desempeña Europa en el mundo se está reduciendo en términos de población.

También destaca la amenaza que sufre Europa ante las diversas formas de agresión, desde las tradicionales, hasta los ataques cibernéticos, lo que pone al continente en una situación crítica.

“Europa no puede seguir siendo ingenuo y tiene que hacerse cargo de su seguridad. Ser un poder suave no es suficientemente poderoso cuando la fuerza puede prevalecer sobre las reglas”, detalla el documento.

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