Uruguay entra en la nueva normalidad

Uruguay logró contener al coronavirus con una estrategia que ha sido aplaudida en el mundo, aunque enfrenta el riesgo de aumentar los contagios en las ciudades que comparten frontera con Brasil

Uruguay cruzó el umbral de la emergencia sanitaria que vive América Latina desde hace cerca de cuatro meses a causa del coronavirus. Autoridades iniciaron con el levantamiento del confinamiento para dar los primeros pasos a la llamada nueva normalidad.

En el país, que registró los primeros casos confirmados de Covid-19 el 13 de marzo, se reportan poco más de 811 personas con el virus y 22 víctimas mortales, de acuerdo con el monitoreo de la Universidad de Johns Hopkins publicado al cierre de esta edición.

Las cifras contrastan con las de otros países de América Latina, en donde los brotes de coronavirus están en su máximo pico como ocurre en Brasil, que cuenta más de 438 mil 238 personas enfermas, y que se ubica como la segunda nación con más casos confirmados de esta enfermedad.

En contracorriente con otras naciones que tardaron en decretar medidas para mitigar la dispersión del virus, Luis Lacalle Pou, presidente de Uruguay, declaró emergencia nacional al momento que confirmó los primeros casos, estrategia que además contó a favor con la baja densidad de la población, que es de 3.44 millones de habitantes

Montevideo, la capital de Uruguay, es donde se concentran el mayor número de enfermos, con 559 ciudadanos con Covid-19 y 14 decesos, lo que no es una sorpresa ya que es la ciudad más poblada del país, con 1.38 millones de habitantes. En segundo lugar en contagios está Canelones, en donde se registran 109 casos, seguido de Rivera con 42, Maldonado con 40 y Salto con 12, de acuerdo con las últimas cifras disponibles.

La respuesta de las autoridades, encabezadas por el presidente de Uruguay Lacalle, ha sido aplaudida a nivel internacional por tener como resultado un menor número de contagios y una baja tasa de mortalidad, sin la necesidad de declarar el confinamiento obligatorio.

No obstante, la estrategia de emergencia consideró el cierre de comercios, iglesias, parques públicos, aeropuertos, eventos deportivos y de esparcimiento para evitar las aglomeraciones de personas. También contempló la suspensión de actividades escolares en todos los niveles educativos, como ocurrió en otros países de la región.

Para poder financiar esta estrategia sin impactar la economía de la nación, el presidente Lacalle Pou solicitó una línea de crédito de mil 400 millones de dólares, que complementó con la creación del Fondo Coronavirus, que fue financiado con las donaciones del 20 por ciento del sueldo de funcionarios, desde el presidente hasta los legisladores que conforman la oposición. A esta iniciativa se han sumado actores de la iniciativa privada del país y han realizado donaciones que permitan al gobierno hacer frente a la pandemia.

Las autoridades federales utilizarán esos recursos para dispersar préstamos entre las empresas, para que puedan mitigar los efectos negativos por los cierres obligatorios que se decretaron en marzo.

El presidente también creó un consejo de más de 40 asesores, quienes han recabado evidencia de cómo ha evolucionado el virus en el país y, a partir de los resultados, realizan recomendaciones al gobierno sobre los movimientos que debe hacer para mitigar las situaciones de riesgo.

“Es fácil decir que no trabajen, pero hay que estar ahí. Estamos tratando de que los motores de la economía anden para que los uruguayos puedan salir adelante”, dijo Lacalle en un discurso el 7 de mayo.

Brasil amenaza el regreso

Con los números de los contagios a favor, Luis Lacalle arrancó con el levantamiento de la emergencia en Uruguay de forma paulatina desde el inicio de mayo, cuando permitió el regreso a clases de forma voluntaria en las zonas rurales del país. A este reinicio de actividades, también se integraron empresas y trabajadores de la industria de la construcción y del sector público.

Aunque pareciera un país con medidas relajadas, se recomienda a los ciudadanos en general utilizar mascarillas para reducir el riesgo de contraer la enfermedad, aunque no es una medida obligatoria. También se aconseja respetar las medidas de distanciamiento social y que se permita el trabajo remoto para las personas que se encuentran dentro de los grupos vulnerables.

Sin embargo, el país tiene el reto de controlar los contagios en las ciudades que comparten fronteras con Brasil y Argentina, que en un inicio logró contener con el cierre del turismo y con la operación “Todos en casa”, que consistió en repatriar a todos los uruguayos que estaban varados en el exterior.

La respuesta de las autoridades ante la emergencia sanitaria ha sido aplaudida a nivel internacional por tener como resultado un bajo número de contagios

A esto se suma que la ciudad fronteriza de Rivera se ubica como la tercera en número de contagios de la región, situación que mantiene a las autoridades con las alarmas encendidas ante el riesgo de que en este lugar cambie la situación de la epidemia en Uruguay.

Los cruces fronterizos están a cargo de elementos del ejército, quienes implementaron barreras sanitarias en las que los vehículos son rociados con desinfectante y los pasajeros deben lavarse pies y manos para evitar contagios, mientras el presidente estará en cuarentena después de que la jefa de la Oficina Territorial del Ministerio de Desarrollo Social (Mides) de Rivera, con quien mantuvo el lunes una reunión, diera positivo al coronavirus.

En tanto, el resto del país se alista para el regreso a clases a nivel primaria. “Tenemos pocos contagios sí, pero creo que debemos esperar para retomar actividades porque estamos en invierno y se desatan las enfermedades respiratorias”, dijo Adriana Ferrer, una profesora que vive en Montevideo.

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