Que siempre no

El Papa Francisco I replanteó su postura sobre la cuestión de los refugiados en Europa.

 

El sumo pontífice ahora sugiere a los gobiernos no “acoger refugiados más allá de sus posibilidades” para evitar pagar el “alto precio político” que supone que éstos no logren integrarse y pasen a formar “guetos peligrosos”.

Andrea Montes Renaud Andrea Montes Renaud Publicado el
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inmigrantes acogió Suecia entre 2014 y 2015
Al final, se puede pagar un precio político muy alto por la imprudencia de los cálculos al recibir más de los que se pueden integrar”
Francisco I
Al inicio de la crisis de exiliados en Europa, Francisco I había hecho un llamado a los Estados a abrirse generosamente 

El Papa Francisco I replanteó su postura sobre la cuestión de los refugiados en Europa.

 

El sumo pontífice ahora sugiere a los gobiernos no “acoger refugiados más allá de sus posibilidades” para evitar pagar el “alto precio político” que supone que éstos no logren integrarse y pasen a formar “guetos peligrosos”.

 

Al inicio de la crisis de exiliados en Europa, Francisco I había hecho un llamado a los Estados a abrirse generosamente, pero ahora corrige sus palabras y pide a los gobiernos europeos gestionar los archivos y peticiones de asilo con mucha “cautela”.

 

Y es que la idea central de que los gobiernos no acojan más allá de sus posibilidades confunde a Europa. ¿Cuál es ése límite? Según Francisco I: dar un techo, trabajo, escuela, y el aprendizaje de la lengua, para que se alcance la total integración. 

 

“¿Qué es lo que pienso de los países que cierran sus fronteras? En teoría, no se puede cerrar el corazón a un refugiado. Pero también existe la prudencia de los gobiernos: tienen que ser abiertos a recibir, pero también ser cautelosos de cómo reciben. 

 

“Porque no sólo tenemos que recibir a un refugiado, sino también integrarlo. Y si un país tiene una capacidad de integración, digamos de veinte, que lo haga. Si es capaz de más, que sea más”, explicó.

 

Y sin hacer referencia a la política alemana, el Papa añadió: “Al final, se puede pagar un precio político muy alto por la imprudencia de los cálculos al recibir más de los que se pueden integrar”.

 

Con más de 850 mil llegadas por mar en 2015, Grecia y Europa se han enfrentado a una crisis sin 

precedentes.

 

Decenas de miles de personas que huyen de conflictos y de la pobreza en Medio Oriente y Asia desembarcan todos los días para tomar la ruta migratoria de los Balcanes. 

 

La Unión Europea ya firmó un acuerdo con Ankara desde marzo de 2016 además del cierre de la frontera en ese eje, lo que ha reducido las migraciones. 

 

No obstante, desde el cierre de esta frontera, 140 mil solicitantes de asilo han cruzado el Mediterráneo arriesgando sus vidas esta vez por Italia. 

 

Y la acogida de estos solicitantes difiere según el país, y mientras que los campos franceses, como la “Jungla” de Calais son fuertemente criticados, François Hollande no ha cambiado de opinión. 

 

El presidente más impopular de la historia de Francia –con 4 por ciento de popularidad entre sus connacionales– cree que Europa todavía debe abrir sus puertas a más refugiados. 

 

Por su parte, Suecia, el país que visitó el Papa esta semana, acogió a 245 mil inmigrantes entre 2014 y 2015 y ya ha comenzado a endurecer sus normas en materia de inmigración.

 

Y es que, el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, pidió a los países de la Unión Europea asignar 160 mil refugiados. Miles llegados en las últimas semanas.

 

El discurso antiinmigrante

 

Pero hay otros líderes que, inspirados por la oleada de extrema derecha que invade Europa, continúan con su discurso antiinmigrante.

 

Estimulado por el partido de ultraderecha, Jobbik, el primer ministro húngaro, Viktor Orban, continúa con sus posturas radicales desafiando a Bruselas.

 

Pero también lo hace el Frente Nacional en Francia. Y es que el anuncio de la llegada en las próximas semanas de los refugiados de Calais está causando la ira y la preocupación en varias provincias del país. 

 

El partido de Marine Le Pen ya convocó a varias movilizaciones antiinmigrantes en varias de esta provincias que deberán acoger a hasta 12 mil refugiados en las próximas semanas.

 

Esta situación le ha permitido a la extrema derecha reivindicar sus temas preferidos: la defensa de los ciudadanos y el rechazo de la inmigración.

 

Por otro lado, en Alemania, Ángela Merkel está cada vez más en desacuerdo con sus aliados, quienes a su vez se distancian de ella de cara a las elecciones que se celebrarán dentro de un año. 

 

Sumado a esto, el ascenso del partido de extrema derecha Pegida (patriotas europeos contra la islamización de occidente) Merkel podría enfrenta un cóctel explosivo, pues, a pesar de que su popularidad se mantiene fuerte, llegado el momento de la elección, Merkel podría ser víctima de su propia coalición.

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