Vendo, luego existo
En 1643, el filósofo francés René Descartes pronunció su célebre frase “Corgito ergo sum”, traducida comúnmente al español como “pienso, luego existo” en su obra el “Discurso del Método”.
La locución se convirtió en un elemento fundamental del racionalismo occidental, el cual a su vez definió los parámetros del pensamiento moderno.
Sergio Almazán
En 1643, el filósofo francés René Descartes pronunció su célebre frase “Corgito ergo sum”, traducida comúnmente al español como “pienso, luego existo” en su obra el “Discurso del Método”.
La locución se convirtió en un elemento fundamental del racionalismo occidental, el cual a su vez definió los parámetros del pensamiento moderno.
Casi cuatro siglos después, en la cumbre mundial del clima que hoy termina – también en Francia – nadie parece estar pensando seriamente en el futuro del planeta y la falta de un acuerdo legalmente vinculante no parece un logro racional.
La cuestión principal sobre la mesa de negociaciones es clara: preservar la existencia de los seres humanos y del planeta Tierra.
La solución que propuso la ciencia es simple: un acuerdo internacional legalmente vinculante que prevenga que la temperatura global aumente más de 2 grados centígrados antes del final de este siglo.
El problema: para lograr que no empeore la situación, el sistema económico vigente debe cambiar drásticamente y los combustibles fósiles deberían ser descontinuados.
Las empresas y los gobiernos no ven lo anterior como algo fácil de lograr. Las circunstancias son complicadas, es verdad.
Después de 23 años de negociaciones climáticas todo indica que, a pesar de declaraciones triunfalistas de altos mandos de la ONU y de los máximos líderes del orbe, la cumbre climática de París se volverá a quedar corta con respecto a las expectativas iniciales.
El clima vs el comercio
Después de París, es muy posible que se logren y se promocionen algunos avances positivos en el combate al cambio climático. Sin embargo, implementar el objetivo principal de quemar menos combustibles fósiles ya corre peligro debido, principalmente, a varios acuerdos comerciales que actualmente se discuten entre varios países.
Tratados comerciales como el controversial Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TPP) o la Asociación Transatlántica para el Comercio y la Inversión (TTIP), tan promovidos y defendidos por los gobiernos involucrados, jugarán en contra del combate al cambio climático y únicamente a favor de las mega corporaciones.
Estos acuerdos dependen de exportaciones masivas de petróleo y también de gas.
El TTIP es promovido abiertamente por compañías como Chevron y Exxon, ya que el tratado es una oportunidad para expandir sus mercados.
Además, a la par de las negociaciones en París, legisladores del Partido Republicano en Estados Unidos están presionando al Congreso de su país para que levante un embargo que evita las exportaciones de petróleo crudo.
Esto significaría en términos simples, más excavaciones y más venta de este combustible fósil. Lo cual es justamente lo que el acuerdo de París trata de evitar.
Los fósiles
Las compañías de energía ya se han valido, anteriormente, de acuerdos comerciales previamente aprobados, para llevar a la Corte a sus gobiernos y evitar que éstos transiten hacia una economía baja en emisiones de CO2.
Como muestra, cuando en Canadá se prohibió la fracturación hidráulica, la provincia de Quebec fue demandada por las petroleras bajo los términos vigentes en el TLC de Norteamérica.
Estados Unidos, uno de los países que emite más Gases de Efecto invernadero, sentenció el futuro de la COP21 desde su inicio al asegurar que no se podría llegar a un acuerdo que fuera legalmente vinculante para los países firmantes.
EU controla el mundo a través de dos cosas, sus bases militares y la presencia económica de sus empresas en todo el planeta.
Si una compañía como BP o Coca Cola amenaza con retirar sus inversiones de un lugar como Brasil o México, esa decisión podría acarrear serias consecuencias a la estabilidad económica y la gobernabilidad del país afectado.
Por lo tanto, esa compañía tiene poder para presionar a un gobierno en caso de que esa administración apoye políticas climáticas que dañen sus intereses.
No es sorpresivo que las empresas más importantes del mundo, entre ellas la mencionada Coca Cola y las principales petroleras, estén en París en un evento paralelo promoviendo los “aportes” que sus compañías hacen al medio ambiente.
Irónicamente, las empresas petroleras han empujado fuerte para que, a pesar de la aseveración inicial de EU, se logre un acuerdo legalmente vinculante en París. ¿Por qué?
Un acuerdo limitado pero con obligaciones legales para los países firmantes, permitirá que las empresas tengan a la ley de su lado en una posible disputa medioambiental. Los gigantes comerciales hacen las reglas y si alguien no las sigue, a pesar de que su acción sea buena para el planeta, podrían demandarlo.
Más allá de Le Bourget
La cumbre climática en París se llevó a cabo en Le Bourget, un suburbio a 10 kilómetros del centro de la capital.
Después de los atentados del 13 de noviembre la seguridad alrededor de la sede de la cumbre se hizo más intensa. Los negociadores pudieron discutir sin problemas por espacio de dos semanas.
No obstante y de acuerdo a los reportes, la mayoría de los parisinos de a pie o los millones de turistas que visitan la capital de Francia no estaban enterados que la COP se estaba llevando a cabo.
A pesar de las protestas en las calles de París y también en las principales ciudades del mundo, la victoria de la ultraderecha en Francia fue más popular en los medios locales que el día a día de las negociaciones climáticas.
En la periferia de la COP, cientos de disidentes se reunieron también en una cumbre alterna donde exigieron una transformación completa del sistema económico internacional.
Este grupo de activistas que no participa formalmente en las negociaciones se rehúsa a dejar el futuro del mundo en manos de las empresas y políticos presentes en Le Bourget y creen que es necesario un plan alternativo.
Es probable que soluciones como el Manifiesto Leap (Salto) – propuesta de un grupo de activistas canadienses -sean más pragmáticas y efectivas que lo que hoy surja de la discusión plenaria.
Sin embargo, el poder de implementar esas propuestas aún no está en la mano de los activistas o de las sociedades que sufrirán en carne propia los embates del calentamiento global.
Lo oficial en resumen
El Secretario General de la ONU expresó ayer su optimismo con respecto a la adopción de un acuerdo global ambicioso en la última jornada de la COP21.
No obstante, Ban Ki-moon, afirmó públicamente que seguirán existiendo importantes temas pendientes.
Una nueva oportunidad para salvar al planeta se presentará en próximo año en Marruecos. El mundo espera que para entonces, no sea demasiado tarde.
La historia de las cosas y de un diplomático ‘visionario’
En el año 2010 se llevó a cabo la COP16 en Cancún, México.
En ese año, la Embajada del Reino Unido en México invitó a un grupo de periodistas a una plática que organizó el equipo de Cambio Climático de esa misión diplomática, como preparativo a la cumbre de Cancún.
Durante la sesión se presentó un video llamado “La historia de las cosas”. El corto todavía está disponible en You Tube (bit.ly/1uQu4cX)
El video narrado por la activista medioambiental Annie Leonard describe los peligros del consumismo para la sostenibilidad del planeta.
Cuando el equipo de prensa de esa Embajada pretendía compartir el video en sus canales digitales un diplomático británico se mostró en desacuerdo.
El funcionario inglés formaba parte del equipo de Comercio e Inversión y consideró que no era adecuado promover un video que evidentemente atentaba contra el mensaje comercial del Reino Unido.
El equipo de prensa protestó debido a que el video ya había sido promovido entre periodistas por otro equipo de la Embajada, pero el diplomático mantuvo su postura y afirmó que no se debía entorpecer el capitalismo con el argumento del cambio climático.
“La acción contra el cambio climático llegará cuando el medio ambiente lo demande, antes nadie se interesará de verdad”, aseguraba.
A cinco años de la cumbre de 2010 en México, considerada por muchos un respiro tras el rotundo fracaso de Copenhague, las palabras de un funcionario británico de segundo nivel parecen resumir lo que sucede en la actualidad. Tal vez después, tal vez mañana se logre el objetivo.
Los gobiernos y las corporaciones no tienen prisa por detener el calentamiento global.
Al final, es entendible que resulte más importante mantener su posición hegemónica en la economía, ya que de haber problemas de escasez, ellos y sus familias estarán en mejor posición de mitigar el impacto si cuidan sus intereses comerciales desde ahora.