Nuevo golpe de Maduro
El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, ha fraguado un nuevo golpe en contra de la democracia venezolana en su intento por contrarrestar la turbulencia que vive el régimen.
El día de ayer, durante los festejos del día del trabajador, el mandatario convocó a una Asamblea Nacional Constituyente con el objetivo de reformar el Estado, modificar el ordenamiento jurídico y redactar una nueva Constitución.
Carlos Salazar
El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, ha fraguado un nuevo golpe en contra de la democracia venezolana en su intento por contrarrestar la turbulencia que vive el régimen.
El día de ayer, durante los festejos del día del trabajador, el mandatario convocó a una Asamblea Nacional Constituyente con el objetivo de reformar el Estado, modificar el ordenamiento jurídico y redactar una nueva Constitución.
“Convoco una Constituyente ciudadana, no una Constituyente de partidos ni élites, una Constituyente ciudadana, obrera, comunal, campesina, una Constituyente feminista, de la juventud, de los estudiantes, una Constituyente indígena. Pero sobre todo, hermanos, una Constituyente profundamente obrera, decisivamente obrera, profundamente comunal”.
Con este anuncio, Maduro estaría buscando no solo una Constitución a la medida, sino que podría eliminar el actual parlamento, controlado por la oposición así como evitar la celebración de elecciones generales libres.
“Necesitamos transformar el Estado, sobre todo esa Asamblea Nacional podrida que está ahí”.
Esta medida es quizá la apuesta más alta de Maduro en su mano a mano con los opositores, a los que pretende borrar de la vida política por decreto, y que supondría quizá el fin de las instituciones del estado venezolano, tal y como se conocen ahora.
Maduro ha sido claro en su proclama, la constituyente será ciudadana, basada en el poder comunal, no de los partidos. De esta forma, el mandatario piensa convocar a unos 500 delegados constituyentes, aunque el método de selección no está del todo claro.
Aunque en su discurso enfatizó que algunos constituyentes serán electos por el voto directo, otros podrían ser designados directamente por algunas sectores y movimientos sociales como sindicatos, colectivos femeninos, agrupaciones indígenas, etc.
La oposición condenó esta nueva medida del régimen chavista. El líder opositor y excandidato presidencial, Henrique Capriles, fue uno de los primeros en expresarse al respecto a través de su cuenta de twitter.
“Frente al fraude constitucional de constituyente que acaba de anunciar el dictador, ¡pueblo a la calle y a desobedecer semejante locura!”, escribió Capriles.
Durante los últimos días, algunos líderes de la oposición en el Parlamento ya habían advertido que Maduro podría llamar a una Asamblea Constituyente Comunal, es decir, una asamblea sin someterla a la votación popular, lo que podría entenderse como una continuación del golpe de estado.
Los pronósticos, al menos hasta el momento, se han cumplido.
A pesar de que la figura de la Asamblea Constituyente está prevista en la Constitución de Venezuela, también es cierto que no se celebró un referéndum entre la población para aprobar esta medida.
Según la Carta Magna venezolana, una vez integrada la Asamblea Constituyente, ésta adquiere poderes ‘supraconstitucionales’, es decir, que estará por encima de los poderes establecidos: el ejecutivo, el legislativo y el judicial.
Una vez que Maduro dio este paso, el mandatario tratará de conformar la Asamblea según sus propios intereses, para que ésta haga el trabajo sucio de darle una Constitución a la medida del régimen chavista.
Ante este nuevo atropello, al reacción de la oposición se espera aún más intensa, ya que, durante el último mes, a pesar de la represión, se han mantenido en la lucha por la calle.
Venezuela está frente a su más profunda crisis económica, una debacle que ha ocasionado una inflación sin precedente, escasez de alimentos, productos de primera necesidad y medicamentos, la mayor emergencia humanitaria de su historia.
Este último movimiento de Maduro traerá seguramente una nueva ola de condenas por parte de la comunidad internacional.
Es posible que el régimen chavista nunca haya estado frente a un panorama internacional tan adverso. Prácticamente sin aliados, condenado por otras naciones y organismos como la ONU, orillado a dejar la OEA y a punto de ser expulsado de Mercosur.
Fue un espejismo
Un día antes del anuncio de la convocatoria, Maduro, además de anunciar el aumento del 60 por ciento al salario mínimo, también dio señales de cierta apertura al diálogo e incluso pareció dispuesto a la celebración de elecciones para vencer con votos a la oposición.
En la última emisión de su programa de televisión, Maduro acusó a los opositores de bloquear y rechazar los llamados permanentes que les ha hecho para solucionar la crisis que atraviesa el país.
“No hay un sólo gesto, uno solo. Para ellos dialogar, buscar a través de la palabra caminos de paz, está negado. Es como una grosería para ellos, como un insulto”, señaló el presidente.
En el mismo espacio negó que su gobierno esté cerrado a que se celebren nuevas elecciones, y acusó a la oposición de no mostrar ningún interés en llegar a un acuerdo para hacerlas posibles en un ambiente favorable.
“Si yo digo elecciones ya, y quiero elecciones, ellos dicen elecciones no, libertad sí. ¿A qué liberad se refieren ellos? A la libertad de abusar de los demás”.
Maduro no se quedó ahí, haciendo un balance sobre la ola de protestas en contra del régimen del último mes, señaló a la oposición por traer caos a la sociedad, a través de una arremetida violenta.
“Lo que ellos han hecho en abril no tiene nombre, es una verdadera emboscada contrarrevolucionaria, es una arremetida violenta para caotizar la sociedad, para asaltar el poder político y para imponer en Venezuela una contrarrevolución violenta, fascista”.
Los opositores, a pesar de la ‘invitación’ de Maduro a dialogar habían aprendido de sus errores, pues en la historia reciente, el gobierno venezolano ha utilizado el diálogo para rebajar la tensión en algunos de los momentos más críticos, sin embargo solo ha sido una estrategia para ganar tiempo, sin que se hayan dado avances democráticos.
Con el anuncio de ayer se confirma que más que una invitación al diálogo, Maduro pretendió culpar a los opositores por la tensión en Venezuela, y darse a sí mismo una razón más para fraguar el golpe.