Victoria a medias
En lo que proclama como un triunfo, el gobierno de Venezuela logró evitar la activación de la Carta Democrática Interamericana, sin embargo, la resolución de la OEA también exhibe que el gobierno de Nicolás Maduro perdió fuerza en este organismo internacional.
En la reunión del Consejo Permanente de la Organización de Estados Americanos, con sede en Washington, los 34 países miembros del organismo aprobaron una medida conciliatoria, un proceso de diálogo entre el gobierno y la oposición venezolanos.
En lo que proclama como un triunfo, el gobierno de Venezuela logró evitar la activación de la Carta Democrática Interamericana, sin embargo, la resolución de la OEA también exhibe que el gobierno de Nicolás Maduro perdió fuerza en este organismo internacional.
En la reunión del Consejo Permanente de la Organización de Estados Americanos, con sede en Washington, los 34 países miembros del organismo aprobaron una medida conciliatoria, un proceso de diálogo entre el gobierno y la oposición venezolanos.
La Carta Democrática Interamericana es un documento redactado en 2001, y comprometía a los gobernantes con el respeto a la democracia.
La activación de la Carta Democrática Interamericana es una solicitud que ha sido ampliamente exigida por la oposición en Venezuela, ante la crisis política que se vive en el país sudamericano.
El gobierno venezolano, por su parte, negó de manera enfática que la OEA tenga razones suficientes para activar los mecanismos previstos en el documento.
El pasado martes 31 de mayo, el secretario general de la OEA, Luis Almagro, invocó la Carta Democrática del organismo para el caso de Venezuela, el primer paso que llevaría a la suspensión del país en dicha organización.
En un informe de 132 páginas presentado, Almagro enumeró varias situaciones que a su juicio comprometían la democracia venezolana.
Aunque la mayoría de las acciones previstas para invocar la Carta Democrática requieren el consentimiento del gobierno del país afectado, el artículo 20 de la misma prevé una excepción, que es en la que se basó Almagro.
Dicho artículo señala que en caso de que en un Estado miembro se produzca una alteración del orden constitucional que afecte gravemente su orden democrático, cualquier Estado miembro, o el secretario general puede convocar una reunión inmediata de la OEA.
La reacción de Maduro no se hizo esperar, y señaló que la invocación de la carta era un primer paso para la invasión extranjera, aunque más tarde volvió a tender puentes de diálogo con la oposición.
Finalmente, el 1 de junio tras la reunión de los miembros de la OEA se le dio un voto de confianza al gobierno de Maduro al llegar a un consenso en el que expresaron su apoyo al diálogo.
Faltó firmeza
Aunque la resolución de la OEA es una victoria en términos diplomáticos y le da cierto respiro al régimen chavista, lo cierto es que el gobierno venezolano tuvo que ceder mucho terreno.
Y así, por primera vez desde el mandato de Hugo Chávez, se pudo constatar que el gobierno venezolano ha perdido fuerza dentro del organismo internacional, que es un reflejo del equilibrio de poderes en el Continente Americano.
En un gobierno autoritario como el venezolano, el hecho de que se abran a una negociación con una oposición que exige un juicio revocatorio en contra de su presidente, era una situación impensable hace apenas unos meses.
No solo eso, la declaratoria de la OEA estuvo precedida de horas de intensas negociaciones en donde los venezolanos lograron incluir algunas de sus peticiones que les permitieran conservar una mejor imagen.
El gobierno de Nicolás Maduro tenía su propio texto, sin embargo, se tuvo que adherir a la declaración que se presentó finalmente, lo que pone en evidencia que no contaba con los suficientes votos para detenerla.
Son varios factores los que han contribuido a este cambio en la balanza, y por los que Venezuela ha perdido influencia en la OEA, la cual parece ya no estar dispuesta a mirar a otro lado ante la crisis venezolana.
Aunque ya desde hace varios años la situación en Venezuela se ha agravado en términos democráticos y de derechos humanos, Chávez y después Maduro contaron con el respaldo de gobiernos como el Brasil de Lula y Dilma o la Argentina de los Kirchner, poderosos aliados.
Sin embargo, en los últimos meses se ha cambiado el equilibrio de poderes en el continente, así como la disposición del tablero político, y con nuevos actores como Macri en Argentina, sumado a la caída de Dilma, Venezuela perdió adeptos en la organización.
El país pierde fuerza
Paraguay fue el único país que apoyaba abiertamente la iniciativa de Almagro, y la declaración del miércoles supuso un freno a la misma, lo cierto es que la iniciativa ha provocado una reacción que de otro modo difícilmente se habría dado.
Por primera vez en muchos años, la OEA se ha visto orillada a abordar la situación en Venezuela, y podría actuar como mediador para la búsqueda de una solución.
De igual forma, el gobierno de Nicolás Maduro se verá orillado a hacer ciertos cambios, sobre todo en materia de derechos humanos y prisioneros políticos, para evitar su salida de la OEA.
Probablemente tenga que hacer ciertas concesiones en política económica.
Aún así, muchos de los países de la OEA consideraron que a la declaración presentada le faltó firmeza.
Canadá reconoció que el texto es “blando, débil y mantiene silencio sobre principios fundamentales básicos de democracia y de derechos humanos”.
Otros países como Argentina, Colombia y Estados Unidos, admiten que el texto debió haber ido más lejos, debió ser más duro para que lograra un mayor compromiso.
Las reacciones
Muchos de los países de la OEA consideraron que a la declaración presentada le faltó firmeza.
Canadá reconoció que el texto mantiene silencio sobre principios fundamentales de democracia y de derechos humanos.
Argentina, Colombia y Estados Unidos admiten que el escrito debió ser más duro para que lograra un mayor compromiso.