Hace 25 años, un domingo por la mañana, la noticia llegó de forma inesperada y sorpresiva. Aquellas palabras que siempre decía: “MIS AMIGOS”, dejaron de escucharse definitivamente.
Pero nadie pensó que su invitación a trabajar por México, desde la trinchera que le diera la gana a cada quien, podría rendir frutos.
Así fue, El Maquío Clouthier se nos fue hace muchos años y por un buen tiempo el partido en el que militó ha utilizado su imagen y su fuerza para seguir motivando la participación de la gente.
Por otro lado, por un tiempo el empresariado mexicano también promovió sus discursos, que tienen un profundo significado de lo que es la propiedad privada, el empuje y el arrojo que se debe tener para salir adelante.
También las críticas al sistema gubernamental, que por mucho tiempo puso y a veces sigue poniendo trabas, para que se haga empresa en este país.
Hoy, a unos días del primero de octubre, fecha de su partida, y después de varias publicaciones de biografías, libros con sus discursos y artículos que publicaba en el periódico EL UNIVERSAL, finalmente se pone la primera piedra para empezar LA CASA DEL MAQUIO.
Un esfuerzo para cumplir uno de sus sueños anhelados: la existencia de un espacio para capacitar liderazgos, para que en este país no se secuestre, se mejore la seguridad, se disminuya la que se dedica al narcotráfico y se eduque mejor a los estudiantes para potenciar sus anhelos.
Así es, Maquío, mi padre, dejó una carta que decía “Abrirse en caso de que me suceda algo”.
Ésta, fue escrita en los años setentas y pensando desde la hipotética situación de que había sido secuestrado.
En esa misiva, nos pide que como familia no paguemos el rescate.
Aclara que mejor ese dinero se utilice para abrir un espacio de formación de liderazgos solidarios y subsidiarios, comprometidos con la honestidad y en la cual cada quien desarrolle su talento personal al máximo, con compromiso en favor de la tierra que los vio nacer.
La idea es que ahí, en LA CASA DEL MAQUÍO, ubicada en Culiacán, Sinaloa, donde vivió casi 25 años, y que será remodelada, se pueda poner al servicio de la comunidad e impulse los valores antes mencionados.
Adicionalmente, que a través del arte se pueda mostrar a niños y jóvenes distintas maneras de canalizar sus impulsos y aprendan a amar la lectura que construye, su dolor y su alegría.
El espacio será un lugar plural y laico que represente al final de cuentas la sociedad integrada por familias, que como él decía: “La familia es la cuna del amor, es el lugar donde uno aprende a amar a los desiguales”.
Bienvenido este esfuerzo y que sirva para que Sinaloa retome el rumbo de su niñez y su juventud.
Uno más para la comunidad.