MAO uno, AMLO cero

El día en que se la cantó, el día en que un personaje tan reconocido como Andrés Manuel López Obrador tuitea que “ahora es Chong el que se sube al ring”, es el día en que el líder de las encuestas rumbo a las elecciones presidenciales del 2018 acepta que éste, Miguel Ángel Osorio Chong (MAO) es su más serio contrincante, ¿si no por qué darle tanta importancia?

Rodrigo Villegas Rodrigo Villegas Publicado el
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El día en que se la cantó, el día en que un personaje tan reconocido como Andrés Manuel López Obrador tuitea que “ahora es Chong el que se sube al ring”, es el día en que el líder de las encuestas rumbo a las elecciones presidenciales del 2018 acepta que éste, Miguel Ángel Osorio Chong (MAO) es su más serio contrincante, ¿si no por qué darle tanta importancia?

AMLO alias el “Sereno” López Obrador recibió un gancho al hígado cuando menos lo esperaba y de quien menos lo esperaba, al menos así de pronto. Es cierto, Osorio se subió al ring y yo creo que lo hizo más sin querer que queriendo, pero ya arriba le salió bien.

Luego de más de una década en campaña, el tabasqueño es por decir lo menos, un experto en campaña. Sin contar sus años en las fuerzas básicas del partido que estuvo “presente en la creación”, como diría Dean Acheson, es decir, del PRI, Andrés Manuel ya estaba curado en vida contra muchas maldiciones políticas, pero hay instancias que se cosen aparte.

López Obrador es quizás el político más calculador en la contienda, quizás no tan preparado como el joven panista Anaya, ni con más sensibilidad política como el hidalguense secretario de Gobernación. Pero todo esa experiencia y cálculo arroja cada vez más seguido síntomas de soberbia y megalomanía que en la hoguera política de nuestro tiempo tiende ya a llamarse populismo, de derechas o de izquierdas. En el caso de AMLO un populismo bipolar.

Me pregunto ¿qué fue lo que llevó al actor más próximo a la silla del águila a lanzarse en contra del dueño del trinche de nuestro Leviatán, es decir, en contra de las fuerzas armadas?

Y es que cuando el exjefe de Gobierno de la Ciudad de México se deja ir así en contra de un cuerpo muy uniformado e institucional, pero más que nada armado y político, pareciera ser que su mensaje está borracho.

Trump nos ha dado la solemne y única oportunidad de crear sentimientos nacionales, sobre todo uno de unidad. Pero señalar así al Ejército es un tanto suicida. El mismo Presidente norteamericano lo ha probado. Emprendió una batalla mediática y de señalamientos en contra de la comunidad de inteligencia y también con una buena parte del Pentágono. Nadie supo como interpretar la frialdad y sonrisa cabrona de los jefes de las agencias de inteligencia como el edirector de la CIA, John Brennan; o del exdirector nacional de inteligencia James Clapper. Hoy la respuesta está en todos los medios internacionales, la campaña de Trump está siendo relacionada con los servicios de inteligencia rusos. ¿Quién ríe más fuerte ahora?

En caso mexicano, nadie cree que las fuerzas armadas sean perfectas, ni sean angelitos de la caridad, la mayoría acepta que no están formadas para librar la encomienda que Calderón les asignó. Pero la realidad es que tres de cada cinco mexicanos confían más en los militares para salvaguardar su integridad personal que en las policías, y ya llevan más de una década en la calle.

Más aún, el muy probable séquito de generales disidentes que comen en el Au Pied de Cochon en lugar de las rancherías en donde la tropa lo hace, creerá que todo es inevitable. Pero, cuando yo escucho a los militares confirmo más lo que siempre ha sido una leyenda entre los ejércitos del mundo. George C. Marshall, aquel general rabioso y sin rodeos, dijo que sin importar nacionalidad era una realidad que “las palomas más blancas, es decir, lo más escépticos del conflicto armado portaban uniforme”. Y es que son ellos, los militares quienes conocen el verdadero costo de la guerra.

Osorio Chong tomó al toro por los cuernos al aferrarse a la defensa de las fuerzas armadas, y ya de paso le puso un pisotón al debate de la Ley de Seguridad Interior que a este paso sería el mismo AMLO el que la heredaría y frenó cualquier tipo de inicio de fricción entre los de verde (el Ejército) y los de blanco (la Marina).

En ese sentido, ya es una realidad que Osorio va con todo (otra cosa será sin con el PRI o sin) y al menos en esta ofensiva impromptu acertó un golpe que, si bien no mata, si vislumbra el porvenir de la contienda político electoral en 2018. Hoy MAO va uno, AMLO cero. Al tie

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