El escándalo y la indignación surgieron por la aparición de casi una decena de perros muertos en un parque en la Colonia Condesa de la Ciudad de México.
Aunque el Código Penal del Distrito Federal establece castigo por maltrato animal -es delito culposo- aún no se esclarece en su totalidad qué sucedió realmente y quiénes son los responsables.
No sólo eso. En los años recientes se ha incrementado el número de secuestros de mascotas y, por ende, el número de extorsiones por los rescates.
A pesar de que sea lo más visible, no sólo el abandono de animales en las calles está creando un problema urbano, sino los dos anteriores cuando se trata de la convivencia en los barrios, colonias o territorios donde los dueños son los que padecen las consecuencias de cuidar o tener a un animal en casa.
Lamentablemente estos sucesos son una muestra de que este tema, que bien podría arreglarse en lo privado con acuerdos vecinales, está escalando de tal forma que ya no pueden verse como casos aislados y que se tendría que asumir el estatus de problema público en tanto que los casos incrementen en crueldad.
La administración de cualquier gobierno debería considerar las acciones de reacción ante tales delitos (si es que lo son, porque en algunos estados todavía no).
Pero lo más importante en el aprendizaje colectivo que dejan estas desafortunadas experiencias es la capacidad de no sólo hacer Leyes para proteger a nuestras especies no humanas, sino la prevención para que estas situaciones no se repitan.
En esta parte hay debates a considerar que van desde la compra ilegal de animales, el diseño de las ciudades que tomen en cuenta sus necesidades, la educación para la atención en casa.
Además de los programas de salud pública que incluyan algo más que la vacunación, la seguridad de sus dueños, por citar algunas áreas de oportunidad para crear un entorno preventivo a sabiendas de que es ya una tendencia los hogares con al menos un integrante no humano.
En una visión macro e integral, hay países que han trabajado arduamente en esto.
Para citar un caso está el de Suecia, que cumpliendo su Código Medioambiental (1999) requiere que se realice una evaluación de impacto ambiental antes de autorizar actividades para el medioambiente que tome en cuenta -además de elementos tradicionales como el suelo o el agua- a los animales.
En lo micro, hemos visto algunas iniciativas gubernamentales y civiles normalmente de reacción y que no abarcan toda esta gama de problemas que cada vez están apareciendo con frecuencia y en otros contextos, ¿cómo prevenir las extorsiones? Es una pregunta.
¿Cómo iniciar procesos de pacificación o de resolución de conflictos en las comunidades afectadas por la convivencia con los animales?
En casa tenemos a Txeru, un perro al que le tenemos mucho cariño, aunque podría sonar de poca importancia, si llegara a pasarle algo nos pondría en una situación negativa innecesaria.
Por eso mismo es importante establecer criterios, políticas públicas y decisiones que comiencen a velar por el bienestar de nuestros amores perros o gatos.
O lo que consideremos como una especie no humana, doméstica y que es parte vital en este momento de la vida social de los barrios.