Aquella noche triste

Quien no conoce su historia no entiende el presente y mucho menos puede proyectar el futuro.

Hoy que nuestra Selección Sub-17 se encuentra en la víspera de enfrentar a Nigeria, que nos ganó 6-1 en el primer partido, estamos con ánimo de revancha. 

El triunfo sobre la selección de Argentina no tiene precio.

Nos tenían tomada la medida, en los torneos oficiales siempre nos ganaban.

Primero las distancias fueron muy grandes, después se fueron acortando y así... como un acordeón. 

Alfredo Domínguez Muro Alfredo Domínguez Muro Publicado el
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Quien no conoce su historia no entiende el presente y mucho menos puede proyectar el futuro.

Hoy que nuestra Selección Sub-17 se encuentra en la víspera de enfrentar a Nigeria, que nos ganó 6-1 en el primer partido, estamos con ánimo de revancha. 

El triunfo sobre la selección de Argentina no tiene precio.

Nos tenían tomada la medida, en los torneos oficiales siempre nos ganaban.

Primero las distancias fueron muy grandes, después se fueron acortando y así… como un acordeón. 

Después de haberle ganado a Brasil volteamos a la historia y nos dice que en los últimos encuentros los nuestros han sabido salir adelante.

Quizá en Selecciones Mayores no, hay que recordar que en la Copa Confederaciones Brasil iba como tren y nosotros tropezando, pero no olvidemos que hace un año el Tri Sub 23 se trajo la medalla de oro de Wembley frente una selección brasileña con jugadores de mucho nivel.

No fue obra de la casualidad

¿Qué pasa entonces con la selección grande? Con “Chepo” de la Torre se inició un trabajo casi perfecto, desafortunadamente se agotó el discurso y las variantes, se sobraron los jugadores, los europeos estaban por default y todos estos defectos que le fuimos encontrando hasta que ¡ya! no se pudo más.

Hay que recordar que una buena parte de esa selección estuvo en aquel partido donde se ganó la Copa Oro 2011, con algo importante y puntual, lo que señala el “Maza” Rodríguez…

Estos muchachos tienen hambre

En relación a la Sub-17 que le gana a Argentina con autoridad, nos quitamos muchos fantasmas. Al enfrentar a una potencia como ellos, con la historia voy a…

Aquella noche triste

La del 24 de junio de 2006 en Leipzig, Alemania, en un estadio sabroso, propicio para que los nuestros se lucieran.

Veníamos de una excelente eliminatoria y una muy buen Copa Confederaciones con Ricardo LaVolpe. En la fase de grupos hicimos más o menos la tarea, pero estábamos listos para dar ese paso que se nos sigue negando, el famoso quinto partido.

El equipo mexicano puso en la cancha lo que hoy extrañamos: seguridad, variantes y como punto principal, el hambre, pero…

Aquí cambio el futbol mexicano

El equipo de LaVolpe jugó un partidazo. Quizá el gol de Rafa Márquez a los cinco minutos fue demasiado temprano para el oficio de los argentinos. Después nos empata Hernán Crespo…

Pero no se nos vino la noche

Esto es importante por lo que nos ocurrió en la eliminatoria actual, el equipo mexicano reaccionó, se levantó y estuvimos a punto de ganar el partido.

Nos fuimos a tiempo extra y vino aquel golazo de Maxi Rodríguez y nos quedamos con la frustración, con el grito ahogado, con la amargura de saber que estuvimos cerca de ganarle a Argentina.

José Pékerman

Tuve la oportunidad de platicar con él ya después de haber digerido la derrota. Le dije: “señor Pékerman, soy Alfredo Domínguez Muro de México”.

Un tipo amable, muy inteligente, desarrollador de fuerzas básicas y campeón del mundo con Argentina en Sub 20 me dijo sin preguntarle: “los partidos entre Argentina y México siempre son muy cerrados, muy disputados, en muchas ocasiones nos han superado en la cancha, pero siempre gana Argentina”.

Son palabras que golpean, y más adelante en el Mundial de 2010 otra vez Argentina nos gana con aquella cuchillada del árbitro, pero nuestra selección ya no iba a dar más. Lo demás es historia.

Aquella Selección tenía hambre

De ser, de ganar, de aparecer, y la Selección Olímpica también tuvo esa hambre.

¿De dónde surgió esto?, pues de la desgracia de cómo se les trató en Ecuador. La última oportunidad para Jesús Corona después de aquella bronca. Oribe Peralta, que nadie le hacía caso, Giovani que nunca había lucido con la Selección y ahí lo hizo, en fin…

¿Dónde perdimos el rumbo?

En la soberbia, en creer que aquí en el área de Concacaf ganamos con la camiseta. Se perdió el estilo, las ganas de ser; se perdió la armonía y el grupo; se perdieron las variantes.

El discurso del “Chepo” estaba agotado, demasiando respeto a los europeos, no tenemos figuras y dejó de privilegiarse lo más importante: el juego de conjunto.

La eliminatoria actual, con aquello de que si vienen  o no los europeos y que ya somos muy internacionales y Juan Camaney se queda chiquito. 

Estamos esperando a que un mesías nos saque adelante. Hoy Miguel “Piojo” Herrera ha regresado a las bases, al trabajo de conjunto.

Así las cosas pues, lección para los grandes de parte de los jóvenes… 

Así de fácil.  

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