Nuestros árbitros son los villanos favoritos, la excusa ideal para que directivos, técnicos y jugadores se laven la cara evadiendo sus responsabilidades en las derrotas.
Nadie dice que el arbitraje les benefició en algún juego, el gremio está pulverizado, son juzgados con rigor por sus excompañeros convertidos en analistas desde la comodidad de sus tribunas en los medios, pero los más responsables de este caos son ellos mismos, cada vez más escasos de personalidad, más sumisos, más “cuida chambas”. El remedio está en ellos, no en los cobijos de Decio y Justino.
Los zarandean sin que reaccionen
No es tapar el sol con un dedo, el arbitraje vive tiempos de crisis en nuestra LigaMX, errores, fallas, falta de carácter y hasta de personalidad, actitudes hasta de pavor en determinados partidos y entornos, servilismo y lo más importante, cada vez son menos capaces de imponerse como la autoridad máxima en el terreno de juego, cada vez más fácil faltarles al respeto sin que reaccionen.
A esto le sumamos que nosotros los medios les atizamos con todo en este culto al sensacionalismo que nada ayuda y, de paso, cobija a los técnicos y directivos cuando, siempre en las derrotas, le echan la culpa al arbitraje, zafándose de su propia responsabilidad.
Es el personaje perfecto para vestirlo de villano, su reto semanal es superar a las 20 cámaras de televisión que lo juzgan en cada jugada, lo peor no es todo esto, sino su personalidad se hace chiquita tanto en lo personal como, mucho peor, en el tema del gremio pulverizado, es tiempo de darle un giro absoluto a esta actitud conformista y pusilánime de este gremio tan vituperado, pero…
Ni Decio ni Justino…
Van a dejar de estar dándoles nalgadas, castigándolos sin postre en la comida ni tampoco sacándolos de las broncas cada semana.
El arbitraje mexicano necesita revalorizarse desde adentro, creyendo en ellos mismos, imponiéndose con carácter y personalidad, equivocándose como todo ser humano, pero no quedarse rumiando sus errores ni tampoco esperando que esos errores no tengan consecuencia y castigo, cuando son evidentes por falta de condición física o preparación.
Los llaneros pagan el plato
El entorno amarillista y la necesidad de vender notas a cualquier precio han hecho del arbitraje mexicano el villano favorito de nuestro fut, desde la LigaMX hasta las ligas llaneras, en donde los árbitros se avientan hasta tres partidos seguidos por unos cuantos pesos, descansando un rato entre cada juego bajo la sombra de algún árbol, cuando los hay, dosificando sus tragos a las botellas de agua o refresco, comiendo su torta y esperando con abulia la llegada de los equipos, a ver si se completan.
Estos juegos llaneros se tornan cada semana más peligrosos para los árbitros llaneros cuando los jugadores semanales van perdiendo el respeto a la autoridad en la cancha, no solo en los deportivo, sino en agresiones que cada día son más violentas.
El entorno en que vivimos, bombardeados de notas violentas en nuestra sociedad y de faltas de respeto en el futbol profesional, son ese caldo de cultivo en el elemento que tiene menos protección en la cadena del futbol: el árbitro llanero.
Gremio dividido y enfrentado
Es preocupante cómo cada día se les respeta menos y los enfrentamientos y rencores entre ellos, ajusticiados desde las tribunas de “Nosotros los Medios” por sus propios excompañeros, provoca esa nula solidaridad de grupo que abandona al árbitro aislado a su propia suerte, ajusticiado desde adentro y desde afuera.
Esta vulnerabilidad provoca golpes y ataques de todos lados, directivos que les dan con todo aunque luego en cortito allá en la Femexfut ofrezcan disculpas, jugadores que los encaran y se pitorrean de ellos en la cancha, técnicos a los que la cámara sigue esperando el corte de manga, los reproches, insultos y actuaciones dignas de un oscar cuando su equipo es perjudicado, eso sí, cuando sus jugadores simulan agresiones ó lesiones no los tocan ni con el pétalo de una rosa.
Acaben con el fuego amigo
A todo este embrollo, no es la sola llegada de Edgardo Codesal lo que va a iniciar la recuperación del respeto y credibilidad al árbitro en cada partido, es el guiarlo a que se imponga sin soberbia y petulancia, que se gane el respeto en la cancha con hechos, que responda con autoridad a las vejaciones de jugadores y técnicos, que castigue sin dudar las simulaciones y engaños de los jugadores que hoy se pitorrean de ellos y principalmente que se unan como gremio al ataque del fuego amigo desde adentro de la Comisión, con sus cotos de poder hasta los colegas que los destrozan desde los medios y a estos, a los que tienen el privilegio de una tribuna mediática, que aporten a “su” gremio, desde luego sin ser tapaderas… Así de fáci