A pocas semanas del arranque de la Liga Mexicana de Beisbol aparecen dos notas más que importantes.
La primera, cuando Carlos Peralta, dueño del equipo Tigres, que fundara su padre Don Alejo Peralta hace más de 60 años, uno de los íconos del beisbol mexicano junto con los Diablos Rojos de México y los Sultanes de Monterrey, por ahí alguien me decía ¿y el Águila de Veracruz?, también, pero el Águila ha ido y venido, ha ido y venido.
Pero los tres puntuales, los tres fundamentales con los que no se entiende la Liga Mexicana de Verano son estos tres que le acabo de mencionar.
Hace unas semanas se llevó acabo la convención de los dueños de los equipos de la Liga Mexicana de Beisbol, el tema álgido, el tema más importante era en relación al numero de méxico-norteamericanos que podían participar.
Había una iniciativa que limitaba el número de estos jugadores y otros que lo dieron como pase libre, comenzando por supuesto por Tijuana.
Al final del camino, las Grandes Ligas, la zona en donde pertenece la Liga Mexicana, puso una resolución junto con este grupo que insiste en que haya libertad en torno a los jugadores de doble nacionalidad.
A Carlos Peralta, dueño de los Tigres no le pareció, porque la filosofía de Tigres ha sido siempre desarrollar el beisbol desde abajo, con jugadores jóvenes, con las Académicas de Pasteje que han generado tantos y tantos jugadores, pero los tiempos cambian.
Retiró a su equipo pero afortunadamente apareció un grupo de empresarios encabezados por Fernando Valenzuela, con el aval del Gobernador de Quintana Roo, Carlos Joaquín, y el beisbol y los Tigres se quedan como tal, ya Carlos Peralta no es dueño del equipo, ni de la franquicia, ni de los nombres, todo se finiquitó y habrá Tigres para rato en Cancún, que así sea y que funcione bien.
Pero también aparece el Grupo Multimedios, uno de los grupos más poderosos en Monterrey, adquiriendo el 50 por ciento del paquete accionario de los Sultanes de Monterrey.
Esto implica más difusión, renovación, en fin, la Liga Mexicana tiene que dar a pasos agigantados esa modernidad y colocarle en el siglo de los tiempos, que todo esto sea para bien y que se cante el playball… pero ya.