Bici… ¿Qué?
Hace tres años escribí una columna sobre la posibilidad de plantearnos otra forma de movilidad en la ciudad. Mi texto se refería al colectivo de ciclistas urbanos que cofundé para rodar en San Pedro (se llama Biciérnagas Bicicleteras), como el primero que se creó por varios jóvenes: Pueblo Bicicletero. Aunque ya no participo en ninguno sigo haciendo algunos de mis traslados en bicicleta y comprendo, entonces, los argumentos a favor de generar alternativas sustentables para movernos en la ciudad.
Indira KempisHace tres años escribí una columna sobre la posibilidad de plantearnos otra forma de movilidad en la ciudad. Mi texto se refería al colectivo de ciclistas urbanos que cofundé para rodar en San Pedro (se llama Biciérnagas Bicicleteras), como el primero que se creó por varios jóvenes: Pueblo Bicicletero. Aunque ya no participo en ninguno sigo haciendo algunos de mis traslados en bicicleta y comprendo, entonces, los argumentos a favor de generar alternativas sustentables para movernos en la ciudad.
Hace tres años era urgente contar con una agenda gubernamental y ciudadana que volteara a ver estas alternativas, a pesar de estar en contracorriente del modelo económico que se ha creado por el uso excesivo del automóvil, la demanda de los usuarios para tener traslados rápidos, eficientes y seguros como el valor público que, a partir de esto, siguen teniendo las grandes obras públicas viales (a pesar de que, al mismo tiempo, han sido justificación y objeto de actos de corrupción).
Sin embargo, el esfuerzo de estos colectivos, como de organizaciones públicas, con las voluntades políticas y el apoyo de organismos internacionales, han logrado en tres años lo que parecía algo solamente digno de las ciudades de primer mundo, o las “de avanzada”, en América Latina. Así, Monterrey comienzan a detonar la agendas que eran tan necesarias, tomando en cuenta también, que la ciudad es una de las tres más contaminadas en México, de acuerdo con el último estudio del Instituto Mexicano de la Competitividad A.C. (IMCO).
No obstante, las agendas y el debate no son lo único que cuenta, porque como dice la expresión popular “a las palabras se las lleva el viento”.
Para transformar las realidades se requiere algo más que técnica, o la misma participación de los que podríamos llamar los ciudadanos más activos. La gestión se ha vuelto vital para que se implementen. Por eso mismo, aunque el proyecto de ciclovías que impulsó el Municipio de San Pedro es una iniciativa que se suma a otras para mejorar la calidad de vida de los espacios, como del tránsito de la ciudad hacia una sustentable y humana, es imperante hacer énfasis en las críticas que son cada día más visibles ante las supuestas “molestias” de los automovilistas.
Si bien es cierto que tienen razón porque no hay puntos y rutas de origen-destino, la señalética no es la más adecuada, ni se ha consultado a los usuarios afectados, por tanto, es importante definir el rumbo de las obras públicas de escala humana que parecen comienzan a tener aceptación entre quienes toman las decisiones públicas.
Es vital entender que el desarrollo de una ciudad en el mundo, ahora se mide con indicadores del desarrollo humano. Aunque estos proyectos son perfectibles o mejorables, lo cierto es que ya no se pueden parar. Aunque columnistas, vecinos, autoridades, políticos, nos resistamos, el futuro nos alcanzó, porque además hay que entender que el modelo económico que sostiene aún nuestras relaciones sociales está en crisis y nos orilla cada vez más a crear otros.
Por eso, aunque los cicilistas urbanos se tachen de minorías, arrogantes o hipsters, esa ciclovía aunque tiene errores, está siendo muy utilizada por obreros, jardineros o vecinos que vienen o van hacia Santa Catarina. ¿Por qué?… Pues porque el incremento de la gasolina y del transporte público están generando otras demandas que ni siquiera tienen su motivación en el cuidado del medio ambiente, la salud, o bien, la pretensión de quien cree vive como decía una columna que leí por ahí “en Suiza”, incluso, de quien puede comprar una bicicleta de bambú de 5 mil pesos.
Si ese es el futuro inevitable con la agenda ciudadana que se ha creado para exigirla, entonces, necesitamos incidir para que las propuestas sean mejoradas. Porque en la colonia en donde las quejas salen de los automóviles de lujo, se quedan cortas en observaciones puntuales para las obras públicas que están sentando un precedente a nivel internacional. Porque para un nuevo modelo de ciudad, más que ciudad se requiere de ciudadanos que estén dispuestos a romper su propio paradigma, la de seguir viviendo en una ciudad donde no es París, pero pocos son los que mueven neuronas y cuerpos para que vaya en ese rumbo.