Claro que es una buena noticia que el gobernador haya enviado el martes en la noche una iniciativa para que los conductores ebrios que atropellan y matan, aún cuando reciban una sentencia no mayor a cinco años, purguen su condena en la cárcel.
Esto, en el terrible contexto de la muerte de la atleta Mónica Salinas, atropellada en la Huasteca el fin de semana por un conductor alcoholizado, que para rematar es policía de San Pedro.
Ayer le dieron entrada en el Congreso y ojalá se apruebe.
Pero a ver, a ver, no es la primera ocasión que esto sucede y como siempre, la reacción del Estado llega varias tragedias después.
Precisamente en abril, esta publicación difundió una gran injusticia en relación a la impunidad de conductores ebrios y en ese caso específico el Estado tuvo parte de la responsabilidad.
Recordamos que se trata del caso del joven Lorenzo Milmo Segura, quien mató a una persona con una serie de agravantes, como el récord local de la cantidad de alcohol en la sangre y el exceso de velocidad, y aún así no pisó la prisión.
Ni siquiera cárcel preventiva.
Por ello, de ser un caso emblemático para la reforma penal y los juicios orales, así como para sentar un precedente de los homicidios culposos cometidos por automovilistas alcoholizados, ese caso se convirtió en un claro ejemplo de la justicia monetizada y de la parcialidad de las autoridades.
La familia de Milmo Segura pagó 2.7 millones de pesos y el muchacho ni siquiera fue expuesto en las audiencias públicas de los juicios orales, porque tanto el juez como el ministerio público, ocultaron dichas sesiones y las hicieron en viernes Santo.
Para que no pisara el joven la cárcel, aún con todas las agravantes Procuraduría y Juzgado hicieron un acuerdo y le dieron sentencia de cuatro años y seis meses, es decir, justo menos de cinco años.
Así que como sentencia, el joven Milmo Segura es llevado por su chofer a firmar al juzgado en plena libertad.
Y esa ocasión ni el gobernador, ni el procurador, ni el Poder Judicial, dijeron: “esta boca es mía”.
Levanta pasiones Monterrey VI
Ayer se pusieron bravos durante la mesa de trabajo de la Comisión de Medio Ambiente sobre el tema de Monterrey VI.
L os reclamos de Malaquías Aguirre, de Vertebra, causaron la molestia del líder de la bancada local del PAN, Alfredo Rodríguez Dávila, al grado de que éste abandonó la mesa.
Diferentes organizaciones ciudadanas demandaron el freno de el polémico Monterrey VI, ya que consideran que no es un proyecto viable.
Sin embargo, después de los reiterados reclamos de Aguirre durante el análisis, la mesa de trabajo terminó en un enfrentamiento.
“Ahora nos están regañando a nosotros los panistas, nosotros los invitamos y los priistas allá a toda madre”, reclamó Francisco Treviño presidente de la Comisión de Medio Ambiente.
Treviño consideró injusto que cargaran con toda la bronca sólo los diputados panistas, cuando los del PRI ni siquiera acudieron a la mesa de trabajo.
