Cambio de época
Hoy quiero volver a sentir el día de la votación para la elección presidencial en Mexico.
Me queda viva la percepción que fue un dia de seriedad ciudadana; los mexicanos nos pusimos guapos, tomamos un último respiro y salimos a ejercer nuestro derecho y obligación constitucional de elegir a nuestros gobernantes, la máxima expresión de nuestros derechos políticos y sentido democrático.
Omar de la TorreHoy quiero volver a sentir el día de la votación para la elección presidencial en Mexico.
Me queda viva la percepción que fue un dia de seriedad ciudadana; los mexicanos nos pusimos guapos, tomamos un último respiro y salimos a ejercer nuestro derecho y obligación constitucional de elegir a nuestros gobernantes, la máxima expresión de nuestros derechos políticos y sentido democrático.
Nadie me puede robar el convencimiento de que los ciudadanos mexicanos fuimos ejemplo de civilidad hacia el mundo, sobretodo porque se esperaban conflictos o un final trágico en una comunidad donde debajo yacen muertos más de 70 mil conciudadanos asesinados por esta guerra “contra el narcotráfico”, que ha marcado a nuestro país en todo el orbe con una imagen de vulnerabilidad y violencia.
Yo, como todos los mexicanos, sentí en cada momento de ese día electoral la energía de un pueblo orgulloso que ya no quiere seguir discutiendo su pasado, sino que está parado para construir su glorioso futuro.
2012 se presenta para el mundo, más que un tiempo de cambios como un cambio de tiempo. Se revela más que una época de cambios, un cambio de época.
¿Cuál entonces para México –receptor universal de la cultura maya cuyo calendario enigmáticamente concluye en diciembre de este ańo– podríamos pensar significaría el objetivo-país que podría marcar ese tiempo o esa época nueva?
Considero que ese objetivo sería “crear el espacio en nuestro país para que las cosas sucedieran”. ¿Espacio? ¿qué significa crear un espacio para que todo pase?
Zedillo, Fox y Calderón perdieron su oportunidad histórica de generar una etapa de transformación del país.
Se abrazaron afanosamente en ese ideal político de retener el poder a cualquier precio, sin entender que más vale ser por un día un Presidente transformador que haga la diferencia para el país, que un Presidente que dure sus religiosos 6 años sin que haya significado un milímetro de evolución social.
La elección de 2012 la ha ganado Enrique Peña Nieto y lo que necesitamos los mexicanos es que sea un excelente presidente para el bien de nuestra nación.
Y, ¿saben qué? Yo creo que sí lo va a hacer simplemente porque no le queda otra. El margen de acción que tuvieron los presidentes panistas ya no lo tiene Peña, además que hoy las redes sociales nos han demostrado que un gobierno se cae en tres semanas.
Pero, ¿qué puede hacer este próximo presidente mexicano, que si bien después de que finalice agosto no estará cuestionado electoralmente, pero sí será vulnerable en cuanto a su viabilidad-gobierno?
Yo creo que la fórmula será crear los espacios para que su gobierno tenga respaldo ciudadano, de los nuevos ciudadanos que están dispuestos a tomar el poder desde sus individualidades o con base en sus agrupaciones, desde sus anonimatos o a partir de movimientos sociales.
Generar espacios de participación para que los ciudadanos se sientan partícipes de las decisiones públicas, será la magia de un presidente mexicano que haya entendido que ha muerto una época de hacer política para que nazca un nuevo tiempo mexicano de creatividad y poder desde la persona.
Tal vez los mayas sí cumplirán su calendario, tal vez diciembre 2012 sí será el nacimiento de un México enorme que corresponderá al tamańo de nuestro gran espíritu.
Peña Nieto será un mecanismo desde el poder político para que dé inicio esa gran transición.
A mí no me importa cómo se apellida, él asumirá el 1 de diciembre de 2012 y quiero apoyar a que mi presidente entienda su papel histórico, lo asuma y signifique una diferencia para nuestra generación.