Con excepción de la incorporación del exdiputado federal Waldo Fernández al Gobierno de Nuevo León, no hay nada nuevo en los nombramientos que realizó ayer el gobernador Jaime Rodríguez.
El resto de las designaciones prácticamente son movimientos paralelos, enroques que realiza Rodríguez entre su equipo de trabajo.
“El Bronco” está desaprovechando una oportunidad de relanzar su gobierno a mitad del sexenio por seguir favoreciendo a su círculo de amigos.
La llegada de Fernández a la Representación del Gobierno de Nuevo León en la Ciudad de México sin duda es una decisión acertada por las habilidades de cabildeo que tiene el exdiputado y que serán claves en la negociación presupuestal que se viene con el nuevo gobierno federal encabezado por Andrés Manuel López Obrador.
Eugenio Montiel pasa de la Secretaría de Desarrollo Social a Fomerrey, una área que conoce a la perfección el exdiputado y donde buscará concretar por fin la fusión entre esta dependencia y el Instituto de la Vivienda.
El nombramiento más polémico es sin duda la designación que hizo Rodríguez de su amigo Jesús Hernández en la Contraloría del Estado como encargado del despacho esperando la ratificación de los diputados.
Prácticamente Jaime con este nombramiento puso al lobo a cuidar a las gallinas y comenzar a limpiar la casa.
Judith delegada de AMLO en Nuevo León
La excandidata al Senado por la coalición Juntos Haremos Historia, Judith Díaz, se sacó ayer la lotería sin comprar billete.
Díaz fue designada por el virtual presidente electo, Andrés Manuel López Obrador, como coordinadora estatal de programas de desarrollo en Nuevo León.
La expanista será una especie de coordinadora política del Gobierno federal en la entidad. Si se concreta el plan de AMLO de desaparecer las delegaciones federales en la entidad, Judith Díaz será la representante del gobierno federal en la entidad.
Con este nombramiento Díaz regresa a las grandes ligas de la política de Nuevo León y será una mujer a la que habrá que seguir en el futuro.
La suerte de los perdedores
El criterio que utilizó la Comisión Estatal Electoral de Nuevo León para repartir las 8 diputaciones por representación proporcional benefició -por ridículo que parezca- a los candidatos que perdieron por el mayor número de votos.
El caso más representativo de este contrasentido previsto en la ley es Arturo Salinas. El actual diputado y coordinador de la bancada panista fue vapuleado en el Distrito 4 por Luis Donaldo Colosio, quien le sacó más de 7 mil votos de diferencia.
Pese a esto Salinas se coló al Congreso del Estado otra vez. Esta suerte no la tuvo, por ejemplo, el panista Baltazar Martínez, quien perdió su distrito por poco más de mil votos pero no llegará al Congreso. Es el mismo caso del diputado sampetrino Marcelo Martínez, quien se fue de vacaciones como ganador de la elección, pero ahora regresará sin curul.
Un afortunado fue casualmente el amigo del presidente del PAN de Nuevo León, Eduardo Leal, quien fue superado en la votación por el priista Marco González por casi 3 mil votos, pero obtuvo una de las 3 diputaciones repartidas para el PAN por la vía de la representación proporcional.