Candidato transparente

¿Quién no recuerda al “gordito” que salía bailando el “uno de tres”? Aunque no existían los memes es un clásico. 

En esta semana me han llegado diversos videos de canciones arregladas con candidatos bailando. 

Y las reacciones se dividen entre los que se enojan porque no encuentran propuestas y a los que les parece tan gracioso que lo replican para burlarse. 

Lo que me preocupa es la primera reacción porque, aunque parezca exagerado tomarse muy en serio, la realidad es que realmente las propuestas no se encuentran en ningún lado. Vaya, si no existen en las páginas de Internet, menos en las canciones simpáticas. 

Y, ¿entonces, qué hacemos los que sí estamos buscando sus propuestas, perfiles e intereses? 

La exigencia por mera exigencia no logra nada más que ruido. Porque, tenemos que aceptar que somos pocos los que nos concentramos más en los detalles que en la información salida de las mejores grillas (lo de mejores es porque siempre terminan siendo el tema de conversación sin considerar los temas importantes). 

Haciendo otro ejercicio de honestidad, también debemos reconocer que cada vez que nos preguntan qué necesitamos de la información de un candidato solemos contestar con una carga moral “afligida”: que “no robe”, que “inspire confianza”, que nos diga “la verdad”. 

Casi con puros adjetivos subjetivos que tal pareciera que describimos a Jesucristo. 

Por esa misma situación, desde que conocí la iniciativa lanzada por el Instituto Mexicano para la Competividad A.C., me congratulé de coincidir en la exigencia de cosas muy concretas que realmente pueden incidir en los cambios administrativos e institucionales que requerimos .

Y que, si bien es cierto, recaen en la política como en la moral, estos no son determinantes para redireccionar a la administración pública que estamos adoleciendo como ciudadanía. 

La campaña se llama “Candidato Transparente”, o la encuentras en las búsquedas de Internet como #3de3, ¿Qué es lo que podemos pedir de cada uno de los candidatos en esta elección? Tres documentos. 

El primero es la declaración patrimonial. La cual “permite conocer el estado, evolución y valor estimado de los bienes que posee un servidor público desde el inicio hasta el fin de su cargo”. 

Pero no sólo de él, sino incluso el de sus familiares. Esto, para la continuidad, deberá ser acompañado del monitoreo por parte de los ciudadanos sobre el patrimonio.

El segundo se llama declaración de intereses. Este documento sirve para “identificar aquellas actividades o relaciones que podrían interferir con el ejercicio de las funciones o la toma de decisiones de un candidato en caso de ser electo como funcionario”. 

De hacerlo público, se evitaría que ante un conflicto de interés se privilegien otros intereses privados y no los públicos –como debe ser-.

Por último, la declaración fiscal, éste se define como “el comprobante de que un contribuyente ha cumplido con el pago de sus impuestos”. 

Según el Instituto, de esta forma se “corrobora que quien aspira a un cargo público ha contribuido a los recursos públicos que habrá de manejar”, ¿sencillo? No lo es. Aún se espera la respuesta de varios. 

Estos documentos (incluso si hacen la respuesta canción –eso es lo de menos-) colaborarían en la transparencia. 

De tal forma que el ejercicio podría tener un alto impacto positivo en crear una cultura que la favorezca, tanto de parte de los políticos como de la ciudadanía.

Porque, para variar, sólo puede funcionar si nosotros participamos activamente para que realmente se genere la información solicitada. 

Si no sabías que hay cosas concretas, esa es una buena oportunidad de hacerlo, porque el reto no sólo estriba en tener gobernantes transparentes, sino desde antes, candidatos con o sin partido, transparentes.

indirakempis@yahoo.com

@in_dei