Las historias de vida que hay detrás de cada una de las víctimas del casino Royale y de sus familiares debieran hacernos reflexionar sobre el valor de la vida, pero también de lo importante que es poner en la agenda ciudadana temas que propiciaron esta tragedia.
La corrupción, la impunidad, la ausencia de ética en las decisiones públicas, las redes de complicidades, es lo que predominó al investigar el caso de esta expresión de terror y violencia.
No obstante, a pesar de toda la información que hasta ahora se conoce, para muchos este caso es ajeno a sus vidas. Tan sólo por considerar que al vivir en el país donde “no pasa nada”, entonces, ésta es sólo una tragedia mexicana más para adjudicarle a lo fortuito nuestra clásica justificación: “Estaba en el lugar equivocado”.
Pero lo peor de nuestra cultura ciudadana no sólo es eso, sino que además encontramos los pretextos perfectos para no involucrarnos.
“Eran ludópatas”, dicen algunos sin siquiera tener temor a equivocarse y sin ningún argumento científico para tal afirmación.
Justo en estos sucesos son los momentos históricos en los que más deberíamos de estarnos preguntando por qué, cómo y qué vamos a hacer frente a lo sucedido para aminorar toda posibilidad de repetir la historia. No es sencillo, por supuesto, pero si no somos determinantes como sociedad corremos el riesgo de incrementar esas posibilidades de que la impunidad nos alcance.
Sabemos de la incertidumbre y de los muchos datos que todavía faltan para complementar las investigaciones del casino Royale.
Pero si nosotros no lo exigimos, se irá al caso cerrado, al archivo muerto, ahí donde estamos acostumbrados a ocultar nuestros crímenes impunes que, al fin y al cabo, quienes ostentan el poder saben perfectamente que se nos olvidará.
El caso del casino Royale es particularmente emblemático porque no sólo puso al descubierto las omisiones del Estado, las redes de poder y los vínculos de la delincuencia organizada.
También nos dejó ver una sociedad apagada, dormida, ausente. A la que poco le importa lo que sucede alrededor.
Eso, probablemente, sea lo más grave de esta guerra. Porque todo lo demás, existía y existe en diversas partes del mundo. Pero una sociedad como la mexicana, sólo la nuestra.
Hay muchas razones para explicar esa escasa participación ciudadana, pero éste es sin duda uno de los mayores desafíos para resolver nuestros problemas.
¿Cómo puedes sobrevivir en México? Me preguntan en este viaje por Estados Unidos… Difícil la respuesta.
Sin embargo, esa sobrevivencia puede convertirse en esperanza de cambio si los ciudadanos de nuestro país nos comprometemos con la justicia, el Estado de Derecho, la democracia, la libertad, el combate a la corrupción, la prevención social de la violencia y la delincuencia, entre tantos temas que a estas alturas del partido que ha sido extremadamente doloroso para casi 100 mil familias (según las cifras oficiales).
Mañana sábado 25 de agosto se cumple un año de este caso no resuelto. Familiares, amigos y ciudadanos se reunirán afuera del casino Royale para hacer un acto simbólico del trabajo que se ha estado realizando, apelando a la solidaridad y la empatía, pero, sobre todo, levantando una sola voz de memoria, justicia y esperanza.
Voltea a ver que la historia no debe repetirse y para desafío nuestro, ante el contexto socio histórico que vive el país, ha quedado esa responsabilidad en nuestras manos.
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