Censúrame ésta

Somos la generación que está atestiguando el paso de los medios tradicionales de comunicación a los digitales. 

De hecho, el periódico que tiene en sus manos fue de los pioneros en darse cuenta que el mundo cambió desde la aparición de Internet. 

A partir de su comercialización, uso y popularidad, los espacios “públicos” virtuales se han convertido en la herramienta tecnológica más importante de la postmodernidad. 

Indira Kempis Indira Kempis Publicado el
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Somos la generación que está atestiguando el paso de los medios tradicionales de comunicación a los digitales. 

De hecho, el periódico que tiene en sus manos fue de los pioneros en darse cuenta que el mundo cambió desde la aparición de Internet. 

A partir de su comercialización, uso y popularidad, los espacios “públicos” virtuales se han convertido en la herramienta tecnológica más importante de la postmodernidad. 

No en el sentido de la invención que representa, porque puede haber inventos mucho más trascendentales, pero sí en el impacto social que se genera a diario. 

Por esa misma razón es importante conocer las propuestas en la Ley de Telecomunicaciones, que aunque se ha generado una opinión pública, y publicada, enfocada en las restricciones de Internet, hemos de decir que tiene otros puntos que son dignos de la atención para crear una agenda ciudadana que no pase de moda. 

Sobre esto, durante la semana han habido diversas manifestaciones y posturas. 

Desde las que sacan a flote uno de nuestros deportes nacionales favoritos: echarle la culpa al presidente de todos nuestros males, hasta los que aprovechan nuestra todavía libertad en Internet para usar plataformas que analizan artículo por artículo con la colaboración de expertos. 

Codeando México tiene una que me parece de lo mejor que he encontrado: www.explica.la/ley (por si te interesa ahondar en el tema). 

Y, ¿por qué digo que es importante informarse? Porque considero válido manifestar indignación o coraje cívico, como también admitir que muchos de nosotros no conocemos a fondo, o en su cabalidad, las implicaciones de esta propuesta. 

Tampoco nos hemos hecho las preguntas necesarias como para determinar argumentos. Claro está que “la burra no era arisca, sino la hicieron a palos”, y conocemos que el problema de las leyes mexicanas estriba en su operatividad y es ahí en donde muchos nos agarramos de “la silla con las uñas” porque sabemos que, como diría un profesor mío del bachillerato: “Las leyes se hacen a conveniencia”. 

Pero también debemos reconocer que la inmediatez de estos espacios en la Internet están haciendo que no digiramos la información a la que estamos expuestos y más bien hagamos circular la opinión de unos cuantos que sí saben de lo que hablan, aunque nosotros no tengamos ni la más remota idea. 

El problema es que esos hashtags, videos de comercial, memes y demás mensajes comunicacionales nos pueden dejar con el ánimo encendido, pero sin un interés real de hacer una agenda ciudadana que impulse los debates necesarios para defender nuestros derechos en el tiempo y no en lo que dura el momento… Tan sólo hagamos un ejercicio de memoria… Hace un mes estábamos discutiendo la reforma energética, antes la fiscal y antes de ésta… Así nos vamos. 

Los que somos parte del 30 por ciento de la población mexicana que es privilegiada por tener acceso a la Internet, somos también responsables de generar conocimiento que nos permita tener un criterio propio. 

Aunque siempre me va a gustar ver a una sociedad reactiva ante sus problemas públicos, que sabe quejarse por derecho y que está dispuesta a defenderse, también me gustaría que en México creáramos más criterios con argumentos, que opiniones virales que a veces no somos capaces de investigar, reflexionar, analizar para darle el seguimiento que amerita y que al final de cuentas es lo que asegura que las cosas que defendemos realmente sucedan. 

Que como en el fútbol, si queremos ganar no podemos ir todos detrás de quien trae el balón y una sola pelota en cada determinado tiempo y después repetir la escena. 

Por eso mismo, vamos haciéndonos corresponsables de la información como un primer peldaño para incidir en la toma de decisiones públicas. Y una vez ahí, entonces sí,  como dicen los tuiteros: #censúrameésta

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