Ciudad para caminar

Llevo algunas semanas sin poder caminar como acostumbraba en la ciudad.

Fui víctima de las banquetas deshechas del centro de Monterrey. 

La recuperación ha sido lenta y, mientras tanto, me la paso en vehículos porque no queda de otra...

Y ese “ya ni modo” es el que no me deja en realidad descansar. 

Porque lo anterior quiere decir que no vivimos en un lugar que sea accesible para hacer la vida cotidiana sin ningún problema en caso de tener un percance como esos. 

Indira Kempis Indira Kempis Publicado el
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Llevo algunas semanas sin poder caminar como acostumbraba en la ciudad.

Fui víctima de las banquetas deshechas del centro de Monterrey. 

La recuperación ha sido lenta y, mientras tanto, me la paso en vehículos porque no queda de otra…

Y ese “ya ni modo” es el que no me deja en realidad descansar. 

Porque lo anterior quiere decir que no vivimos en un lugar que sea accesible para hacer la vida cotidiana sin ningún problema en caso de tener un percance como esos. 

Porque, prácticamente, no hay otra manera de hacer los traslados que no sea en coche. 

Las banquetas, los caminos, las calles deberían ser la máxima expresión de que la infraestructura está hecha para movernos aun con dificultados. 

Sin embargo no es así, tal parece que más bien contiene una serie de obstáculos en los que más nos valdría alejarnos para no vivir el riesgo.

Hoy, las ciudades de nuestro país absurdamente requieren de reglamentos e iniciativas que pongan el foco en las banquetas. 

Que permitan crear proyectos para la ampliación, la calidad y el mantenimiento de las mismas. 

Aunque tradicionalmente estamos acostumbrados a que las obras públicas de infraestructura deben destinarse en su totalidad al automóvil, en la tendencia de la sustentabilidad y la movilidad urbana sustentable son las banquetas y las calles que están asumiendo cada vez más un rol protagónico. 

Por el cuidado al medioambiente, para combatir el sobrepeso e incluso como estrategia y antídoto para la seguridad. 

Algunos organismos internacionales y varias experiencias en el mundo avalan que lo urgente e importante es hacer buenos y reales caminos para nuestros pies. 

Lamentablemente, para muchos gobiernos locales esto no se asume como lo primordial y tampoco para culturas que han permitido el monopolio de los recursos financieros o humanos dedicados al auto.

Hay mucho más que hacer que sólo tapar baches si realmente pretendemos ser ciudades que dignifiquen el espacio público por excelencia: la calle. 

Mientras esto no esté en la agenda y traducido en obra pública, estaremos en el rezago urbano más trascendental de la historia: el nuevo urbanismo que está regresando a los comportamientos básicos que además hacen la convivencia. 

Nadie debería salir lastimado con cuentas de hospital que no van a pagar.

Ni tendrían los adultos mayores que temerle a esas banquetas ni los niños a las calles descompuestas. 

No deberíamos que correr riesgo tan sólo por caminar… Pero tal parece que todavía estamos lejos, ¿será?

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