Código ético
Hoy nace un periódico, Reporte Indigo 5 días. Esto, en sí, es una gran noticia en los tiempos que corren. Que lo haga en Monterrey, con vocación nacional, es así mismo digno de tener en cuenta en un país con más de 117 millones de habitantes y unos índices poco altos de lectura.
Baltasar GarzónHoy nace un periódico, Reporte Indigo 5 días. Esto, en sí, es una gran noticia en los tiempos que corren. Que lo haga en Monterrey, con vocación nacional, es así mismo digno de tener en cuenta en un país con más de 117 millones de habitantes y unos índices poco altos de lectura.
Los adelantos tecnológicos que incorpora el proyecto y el equipo que lo pone en marcha con Ramón Alberto Garza y Antonio Navalón a la cabeza, a quienes les crecieron los dientes entre rotativas, dan idea de la línea comprometida, firme y decidida con la verdad y en favor de los/as lectores que va a asumir este medio. Enhorabuena y buena suerte.
La búsqueda de la verdad y el interés público para, a través de una información de calidad, contribuir a la formación de una sociedad que pueda asumir con mejores herramientas la toma de decisiones y los retos de su destino, son la base ética en la que debe apoyarse el ejercicio del derecho humano a la libertad de expresión e información a través de los medios de comunicación.
Desafortunadamente, no siempre ha sido así. La superficialidad, la falta de contrastación de las fuentes, la manipulación, cuando no la falsedad, han anidado en el denominado periodismo de queroseno, que antepone el fin a los medios o, incluso, fabrica aquél para obtener la rentabilidad empresarial o el poder quemando principios, códigos y todo lo que se oponga a aquel espurio objetivo.
Los ejemplos son tan actuales como peligrosos. Basta acudir al escándalo en Gran Bretaña con el grupo Murdoch.
La independencia editorial de cualesquiera intereses políticos, económicos o religiosos no anula la ideología de un periódico, ni de quienes lo hacen, sino que realza el sagrado fin de la información razonable y razonada buscando la verdad en forma irrenunciable, y marca el límite sagrado del interés informativo por encima del publicitario o empresarial.
Es lo que David Randall llama “la dictadura de los gerentes frente a los directores” o la “hegemonía de la economía de los medios sobre los deberes informativos de los mismos, es decir, el medio concebido exclusivamente como negocio”.
Pero la independencia no solo debe proclamarse, sino que también debe protegerse, y para ello, deben proveerse condiciones dignas de remuneración al periodista por su talento, no por la recomendación o el favoritismo, que le pueden hacer venal y parcial.
De esa forma podrá desarrollar su función con dignidad, eficiencia y libertad, respetando los derechos de los ciudadanos a recibir una información veraz, con separación radical entre lo que es opinión, apoyada siempre en la solidez de los hechos, y la rigurosidad ineludible de lo que integra la información contrastada y veraz; con honradez profesional, huyendo de acusaciones sin pruebas o que atenten al honor o prestigio de personas e instituciones.
Desde luego, esto no significa que el periodismo tenga que ser acrítico, sino todo lo contrario, porque como derecho básico en una sociedad moderna, propicia el ejercicio de los demás derechos al facilitar la participación en procesos de decisión y salvaguardar la dignidad humana.
El periodismo independiente y libre se convierte así en la conciencia del pueblo y en el instrumento de vigilancia del poder para determinar el grado de cumplimiento de los derechos fundamentales y sus estructuras.
Un código ético para un medio de comunicación, con el poder potencial que este despliega, se convierte en el eslabón básico de una empresa de esta naturaleza y nos obliga a tener muy presentes las palabras de Joseph Pulitzer sobre la responsabilidad del periodista en el ejercicio de la profesión:
“Una prensa libre debería luchar siempre por el progreso social, nunca tolerar la injusticia o la corrupción, luchar contra la demagogia de cualquier signo, nunca obedecer a intereses partidistas, oponerse siempre a las clases privilegiadas y a todas las sabandijas de la sociedad, mostrar siempre compasión con los pobres y permanecer siempre fiel a la defensa del bienestar público”.
En línea con este pensamiento, resulta incuestionable que los periodistas constituyen uno de los valores fundamentales para la protección de la sociedad y sus derechos. Su labor de denuncia de las arbitrariedades, de los abusos de poder, de los crímenes masivos, de la corrupción, de la vinculación del poder con el narcotráfico; su labor de investigación y auxilio a la justicia, les hacen elemento indispensable para la protección integral de los derechos de los de los ciudadanos.
Ética y responsabilidad son conceptos que deben estar presentes en toda iniciativa para ganarse la credibilidad a base de la honestidad profesional, y no del escándalo, potenciando valores básicos en esta sociedad globalizada que nos ha tocado vivir.
Hoy, a petición del director de Reporte Indigo 5 Días, he firmado un ejemplar de los principios éticos por los que se regirá el medio. Eso me convierte en testigo privilegiado y a la vez en voz ciudadana exigente con el cumplimiento de tales principios.