Era coreado como siempre, con el corazón por delante, por esa orgullosa y desafiante tribuna del Bernabéu, canto de guerra adoptado y adaptado con mucho menos medallas, pero con el mismo ímpetu en nuestro país por Tigres y Pumas.
En los minutos iniciales del juego de ida en los cuartos de final de la Champions, cuando el Real Madrid lanza una jugada como latigazo por derecha, centro largo y (¿quién mas?) Cristiano Ronaldo controla, dispara y mata apenas en el minuto 9’ del juego, a los hasta ese momento retadores turcos del Galatasaray que así pagan derecho de piso al sentir el rigor del majestuoso Bernabéu y su fiel afición madridista que sabe apretar y pesar de siempre sin condición, en las buenas y en las malas, y hasta empujando con sus gritos y cantos de apoyo incondicional que se alargan mas allá de los 90 minutos para propiciar los momentos clave en el apoyo a uno de los grandes de siempre, “SU” Real Madrid, gol tempranero que marca no solo el rumbo del juego y la eliminatoria, el 3 -0 es ya consecuencia de este gol que abre la llave, sino que pone un “estate quieto” a los retadores turcos y de paso mandar un aviso a todos los demás en Europa, al Madrid en casa nadie le falta al respeto.
Minutos después y motivados por esa tribuna tan fiel como orgullosa de los suyos vendría Karim Benzemá, el siempre cuestionado hasta por no cantar “La Marsellesa” en la formación de su selección francesa , a rubricar una jugada en la que la defensa turca se acalambra olvidando que ante estos figurones del Madrid nadie, absolutamente nadie puede siquiera pestañear, ya en plena euforia y dominio del Real viene la jugada de Xabi a Gonzalo Higuaín que hace un remate tan vistoso como efectivo, que pone de hecho al Madrid en la semifinal de la Champions listo para verse las caras con el que sea, no cabe duda, están para ser campeones.
Y si de parpadear se trata…
Tres jugadas al filo del reloj definen tres partidos del más alto nivel en la misma jornada del martes. El Bayern Munich le anota uno de los llamados “gol de vestidor “ a la Juventus de Turín, líder y campeón de Italia, apenas a los 25’ segundos producto de un error de concentración que podemos achacar , que no justificar, precisamente a un parpadeo al arrancar el juego, ese gol define la estrategia y el partido que perderían los italianos por dos a cero.
Al mismo tiempo en la capital de Francia el París Saint-Germain (PSG) le empata al equipo “casi perfecto”, el Barcelona en un parpadeo catalán en la última jugada del partido al minuto 94’ y por si fuera poco en el beisbol de Grandes Ligas el estrella abridor de los Rangers de Texas, el japonés Yu Darvish deja escapar un juego perfecto cuando ya había sacado a 26 de los 27 outs en fila, el shortstop de los Astros, en un parpadeo del pitcher el venezoano Marwin González le pega un batazo que se le va entre las piernas para el único hit y ser el único embasado del partido.
A Yu solo le faltaba sacar ese último out para meterse entre los inmortales del Juego Perfercto en el que nadie le pisa la primera base, solo 23 lo han logrado en más de 100 años de historia de las Grandes ligas.
Por acá en nuestra Liga MX el Puebla de Manuel Lapuente vuelve a dejar ir puntos en los últimos minutos por sexta ocasión en el torneo.
Expulsiones y goles de vestidor
Muchas ocasiones cuestionamos al arbitraje por marcar una falta o hasta una expulsión al minuto inicial o en los segundos finales de un partido, “echa a perder el espectáculo…”, es nuestra primera reacción, “el juego prometía mucho y esa expulsión apenas iniciado el partido muestra la prepotencia arbitral”.
Son reacciones naturales cuando esperamos que el espectáculo justifique nuestras expectativas, el juego tiene las mismas reglas desde el primero hasta el último de sus minutos, sin embargo en el otro lado del balón, el deportivo, el de cancha nos desmiente cuando en esos minutos o segundos iniciales o finales, cuando se definen muchos partidos a los que de inmediato etiquetamos como emocionantes, ahí sí el espectáculo sale ganando, cuestión de enfoques.