Contrabando y traición
Existen dos flujos de productos ilegales que cruzan la frontera norte de México en sentidos opuestos. El primero de ellos, el tráfico ilegal de drogas, ha sido analizado y denunciado a cabalidad. Pero el segundo es menos conocido. Se trata del tráfico ilegal de armas, un tráfico que sigue una ruta inversa a la de la droga; de Estados Unidos a México. Una empresa millonaria y redituable que genera ganancias del otro lado del Río Bravo.
Emilio LezamaExisten dos flujos de productos ilegales que cruzan la frontera norte de México en sentidos opuestos. El primero de ellos, el tráfico ilegal de drogas, ha sido analizado y denunciado a cabalidad. Pero el segundo es menos conocido. Se trata del tráfico ilegal de armas, un tráfico que sigue una ruta inversa a la de la droga; de Estados Unidos a México. Una empresa millonaria y redituable que genera ganancias del otro lado del Río Bravo.
Tanto el contrabando de armas como el de drogas obedecen a una sencilla lógica de oferta y demanda. Pero hay algo terriblemente injusto en esta dinámica. Las armas que se venden en Estados Unidos ocasionan muerte y violencia en nuestro país, pero al ser legales, producen ganancias a la economía de nuestro vecino del norte. Un estudio de la Universidad de San Diego señala que las ventas de armas a los cárteles del narcotráfico ya representan alrededor del 2.2% de todo el mercado de armas en Estados Unidos.
En México la situación es inversa, la demanda de la droga proviene principalmente de EU y sin embargo México no obtiene ningún beneficio. Al contrario, llevamos más de 6 años sumidos en una estrategia fallida de combate al tráfico ilegal de drogas que solo ha generado violencia e inestabilidad social y política.
Varios estudios coinciden en que alrededor del 70% de las armas usadas por los cárteles de la droga en México han sido compradas legalmente en los Estados Unidos y luego transportadas a México de manera ilegal. De hecho, un estudio del Trans-Border Insitute en la Universidad de San Diego señala que alrededor de 253 mil armas son compradas cada año en EU por los cárteles mexicanos.
Según ese mismo estudio, el tráfico de armas a nuestro país se ha vuelto un negocio muy redituable con un valor estimado de mil 27.2 millones de dólares anuales. En suma, un gran negocio para los vendedores de armas norteamericanos y un pésimo negocio para las decenas de miles de mexicanos que han perdido la vida.
La dinámica es perversa e injusta. Entonces ¿por qué la seguimos con tanta complacencia? ¿Quién estableció que es aceptable vender pistolas pero no mariguana? ¿Bajo qué lógica México debe combatir un problema que atañe al consumo norteamericano y además sufrir las consecuencias de violencia mientras que EU se beneficia del consumo mexicano de armas?
Tanto el tráfico de drogas como el de armas son problemas de consumo y demanda que atañen tanto a México como a EU. Por ello las soluciones no pueden ser unilaterales. Bajo un contexto en el que no existe reciprocidad entre las políticas de los dos países, México debe enfrentarlo desde un nuevo enfoque. El gobierno de México (avalado por Washington) ha insistido en una estrategia frontal de erradicación de la oferta, una estrategia que Washington mismo no sigue en cuanto a las armas. México tiene que entender que intentar erradicar la droga es un ejercicio imposible y sumamente costoso en términos sociales y económicos. La prioridad tendría que ser el erradicar la violencia y prevenir el consumo. No hacerlo es seguir alimentando el círculo vicioso de un tráfico de drogas y armas que solo nos afecta a nosotros.
La frontera con EU es un territorio poroso; un espacio propicio para el contrabando. Pero el contrabando no sucede solamente en una dirección. Bajo el contexto actual de políticas cínicas (de EU) o fallidas (en México) cada cargamento que llega a territorio estadunidense significa la necesidad de más armas en México. Que Washington no tenga voluntad de actuar es cínico, pero que México decida jugar en complicidad es suicidio.