Casi 30 años han pasado de la aprobación del Derecho a la Información como algo inscrito en nuestra Constitución, pues fue ni más ni menos que con López Portillo con quien se dio este paso, y aún discutimos si es o no nuestro derecho y sobre todo el cómo concretarlo.
Bien, se entiende entonces el dicho conocido: en los detalles está el diablo. Para ser más concretos, no podemos olvidar que saber tanto sobre los excesos de los personajes de la vida pública y que no hay consecuencias, se vuelve un asunto de cinismo. Por lo anterior, es fundamental que se acabe con el tema de la impunidad y para ello es necesaria la transparencia.
Por lo anterior fueron importantes algunos cambios que se dieron la semana pasada con respecto a las nuevas atribuciones del IFAI y la obligatoriedad de más instituciones que reciben dinero público para transparentar la aplicación de sus recursos.
Ahora los sindicatos que reciben dinero público, los partidos políticos y el Congreso (grupos parlamentarios), estarán obligados a rendir cuentas del uso y destino del dinero que reciben de nuestros impuestos.
Esto definitivamente que es un paso a favor que la sociedad le hemos arrancado al Estado.
Sin embargo, no todo es miel sobre hojuelas y ahora resulta que tenemos el tema de que así como avanzamos en esto, también dimos uno que otro paso para atrás y tiene que ver como se quedó protegido casi todo el tema de la transparencia en la aplicación de recursos de la Presidencia, o mejor dicho, del Presidente de la República.
Porque el presidente, a través de su personal, puede vetar un asunto o parar alguna solicitud de información justificándola como asunto de seguridad nacional.
Es decir, que saber cómo y en qué gasta el presidente el dinero público, puede causar problemas de seguridad nacional. ¡Hágame usted el favor!
Y mientras en México nos peleamos por esto, Sudáfrica va pasos agigantados delante de nosotros: allá no sólo los ciudadanos de ese país, sino cualquier persona del mundo entero, puede solicitar información… Vaya que transparencia es transparencia, y eso por sí mismo nivela la cancha para quien tiene la tentación de hacer alguna trampa.
Por lo pronto usted y yo sabemos mucho, podemos decir alto y hacer que haya consecuencias y si éstas no son jurídicas, por lo menos sí electorales y ahí sí hay solución: el voto de castigo.
Y mientras esto pasa en la transparencia, la Senadora Cristina Díaz jugó al más puro y anticuado estilo priista, al tratar de dar un madruguete citando con urgencia, para sesionar de noche y en la oscuridad el tema de la Reforma Política, para meter gol y sacar adelante un dictamen donde el gran perdedor es el ciudadano, al que una vez más le quieren seguir posponiendo su derecho a ser votado, más allá de las siglas de un partido político.