Vi Red antes de su estreno en Disney+, pero decidí no escribir de ella en este espacio de opinión de cine, ¿por qué?

Cuando la ñoñez se volvió cool

Vi Red antes de su estreno en Disney+, pero decidí no escribir de ella en este espacio de opinión de cine, ¿por qué? Porque antes de esa película hay otras que merecen el tiempo y son mucho más enriquecedoras, pero ahora a una semana de haberse liberado en la plataforma y con el fuego cruzado […]

Vi Red antes de su estreno en Disney+, pero decidí no escribir de ella en este espacio de opinión de cine, ¿por qué? Porque antes de esa película hay otras que merecen el tiempo y son mucho más enriquecedoras, pero ahora a una semana de haberse liberado en la plataforma y con el fuego cruzado de comentarios, no me puedo quedar callado.

Debo decir que no me gustó, y aquí es cuando llegará la avalancha de comentarios negativos e indignados de que esta opinión es, porque soy hombre, pero debo decirles estimados y estimadas lectoras que tiene que ver con algo que va más allá de mi género, es una tendencia que he observado con las películas de Disney/Pixar, desde que salió Coco (2017).

Parece que la empresa de Mickey Mouse le dio al clavo con las historias que ahora toman un nicho étnico, y así como esto funcionó con las princesas durante el siglo XX, ahora repiten esta fórmula, visitando cada rincón del mundo (Rusia no, porque ya no son amigos, evidentemente, por cierto aprovechen para ver Anastasia, de 1997, en México, porque en Estados Unidos ya no está) y lo que hicieron con México, lo han hecho de nuevo con cuatro producciones en menos de un lustro.

Raya y el último dragón (2021) se inspira en la cultura asiática (cof, cof China), Encanto (2021) se basa en Colombia, Luca (2021) visita Italia, y claro Red (2022) se aterriza en Canadá, específicamente en Toronto y su comunidad china. Los primeros dos largometrajes son producidos por Disney, y los dos que siguen por Pixar, que aunque parezcan lo mismo no lo son, están juntas, pero no revueltas.

Pero afilemos la mirada, seamos sagaces, hay más: está Valiente (2012) que se sitúa en la Escocia medieval, no olvidemos Frozen (2013) y Frozen II (2019) su escenario es la región de Escandinavia o Moana (2016), la cual se ubica en las Islas Polinesias, y esto sólo por mencionar algunas.

Disney/Pixar no sólo se apropia culturalmente las ideas milenarias o costumbres de otras partes de la Tierra, también toman artísticamente lo ya realizado en el pasado, y esto es lo que sucede con Red.

Sí es una historia adolescente, pero que replica temas del anime japonés que lleva años inundando el mercado occidental, además la boyband, que sigue Mei y sus amigas, es un copy/paste del furor K-pop que también lleva ya un tiempo permeando de este lado del planeta, ¿por qué triunfó esta cinta? Pues porque apela a un público al que se le ha negado ser protagónico, al femenino, pero en especial, al nicho geek, nerd o ñoño.

Y ¿saben que? ¡Está bien! Lo que no está nada cool, es que a quienes no nos gustó la película, nos caiga una cacería de censura, y eso está sucediendo masivamente en todo internet, así que estimada lectora, o querido joven entusiasta de Red, por favor no me ataques, “we can just agree to disagree” y tan tan, hay mucho cine por venir, discutir y compartir.

La opinión expresada es responsabilidad del autor y no representa la posición del medio.

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