Arriba de ella me siento libre. El aire me acaricia y me refresca. Realmente encuentro una oración en cada pedaleada. Es conectarme con el creador y con toda su obra magna.
Sé que no estoy sola, que debo compartir las calles con grandes monstruos que no se toman el tiempo de verme, que no se tientan el alma para aventarme sus garras.
Muchos de ellos chillan con sus pitidos cuando mi velocidad rompe la prisa que llevan y los obligo a frenar.
Puedo ver en sus caras enojo, sus manos levantadas de reclamo. Ellos no entienden que la calle también es mía.
Creo que aporto algo positivo a mi sociedad. El ejercicio hace sociedades más sanas, no solo en cuerpo también en mente. Te aclara los pensamientos. Hasta te pone de mejor humor. Tienes mas energía para ser paciente y tolerante. Y los que están a tu lado se dan cuenta.
Como sociedad debemos de promover esta cultura.
Pero hoy, todos los amantes del deporte sobre ruedas, estamos de luto. Mónica murió haciendo lo que amaba, pero dejó tres hijos que seguramente no comprenderán la manera en que les arrancaron a su mamá.
Los ciclistas demandamos lugares donde seamos menos víctimas, donde podamos practicar nuestro deporte sin riesgo a ser atropellados. Y rogamos a todos los que manejan un volante que se den la oportunidad de probar y que se pongan en nuestro lugar.
La calle no solo es para los autos, hay peatones y ciclistas que además de tener el mismo derecho, contribuimos a una mejor sociedad, menos contaminada, más saludable.
Te imaginas, si todos los que caminan o andan en bici optaran por un carro ¿cuánto tráfico tendrías que sufrir? Dame el paso mejor, frena un poco. Toma aire y sé paciente con mi velocidad. Al final de cuentas es por tu bien también.
Cuando pienses en echarme tu carro o mentarme la madre porque te hice frenar, piensa el esfuerzo que me toma levantarme y tratar de ser una mejor persona cada día, en lugar de tomar un coche y despilfarrar gasolina por el aire que tu respiras.
Dame el paso, es lo mínimo que puedes hacer.
Y a ti conductor empedernido e irresponsable, que decides conducir bajo la influencia de cualquier sustancia, solo te anticipo que cuando acabas con la vida de alguien, acabas con tu propia vida. No hay marcha atrás. Así que piénsalo dos veces. Tomar alcohol y atropellar a alguien no es un accidente, es un asesinato.
Estoy segura de que si te dieras el tiempo de hacerlo, de subirte a una bici y de reducir el ritmo de tu vida, serías más feliz, no podrías, como yo, dejarlo de hacer.
Dame el paso.