Ley se define como “cada una de las normas o preceptos de obligado cumplimiento que una autoridad establece para regular, obligar o prohibir una cosa”.
En nuestro país, la ley tiene una aplicación distinta a nuestros vecinos del norte, Estados Unidos, con quien compartimos historia y más de 3 mil kilómetros de frontera.
Allá, si tiras una basurita te multan sin consideración, hasta con 2 mil dólares.
En México, la ley tiene no sólo recovecos, sino casi se debe llevar en mano la prueba del delito y todavía así se cuestiona la aplicación de la misma.
Algo similar sucede en el tema de lo público.
En cambio, para los estadounidenses el dinero y los espacios públicos tienen realmente ese concepto: son de todos y su cuidado corresponde a la sociedad en general.
Hay corresponsabilidad en derechos y obligaciones y todos pueden hacer uso de los espacios
públicos.
Por lo tanto, ahora que es época vacacional, vale comparar lo que sucede en las playas mexicanas y en las estadounidenses.
En México, los accesos a las playas son limitados.
En algunas hasta casi te piden identificación y los trabajadores de los hoteles actúan como si el terruño siempre fuera exclusivo, lo cuidan con recelo.
A tal grado, que hacen sentir a quien trasgrede el límite imaginario como un foráneo , un invasor o un ladrón.
Por el contrario, en las playas de Estados Unidos se tienen accesos cada determinada cantidad de metros, de manera de que cualquier persona puede llegar y disfrutarla e instalarse sin mayor problema.
No te corren, hay botes de basura y todos se sienten comprometidos a cuidar la playa, como si fuera una extensión de su casa. La disfrutan y respetan todo lo contenido en sus señales.
Cuando la gente se retira, deja el espacio que utilizó como cuando llegó.
Y es igual en todo lo que tiene qué ver con la ley y los espacios públicos.
Aquí, quienes trabajan como servidores públicos debieran entender que no están en el sector privado.
Que la información, el dinero, los bienes que manejan, no les pertenecen.
Son recursos públicos que le pertenecen a la sociedad mexicana que paga sus impuestos.
Su responsabilidad con los bienes públicos es cuidarlos y mínimo, dejarlos como los encontraron.
No son cotos de poder -igual que las playas mexicanas- son de todos y están obligados a transparentarlos y mantenerlos con respeto.