Allá, en el primer mundo del futbol, nuestro “Chicharito” se coloca en el lugar exacto, en el momento exacto, para honrar esa jugada portentosa del figurón Cristiano Ronaldo, empujando la pelota a las redes en algo que Don Fernando Marcos, maestro de algunos, describía como el “pase a la red”.
Sin duda los “Dioses del Estadio” recompensan al “CH14” por todo su empuje, ímpetu, empeño, disciplina, trabajo y mentalidad siempre ganadora, para ser el que marque el gol con el que el Real Madrid deja tendido sobre el esmeralda césped del Bernabéu al archirival Atlético de Madrid, que por el contrario, dejó a nuestro Raúl Jiménez frustrado, rumiando la impotencia de no poder hacerla en el cuadro Colchonero, y como dijo Don Teofilito, parece que no la hará, el “Cholo” Simeone lo tiene borrado de sus opciones.
Lo ridículo
La contraparte viene cuando en el tercer Mundo del fut, que podíamos ya colocar como el Segundo, la Concachampions, nuestro (aquí pongo por delante el gentilicio “Mexicano”) América, hace más allá del ridículo ante el Impact de Montreal, al que muchos suponían como una víctima propicia para otro 6-0 como el que le endilgaron al Herediano de Costa Rica.
El gol del Impact nace de un chispazo muy futbolero con un desborde, un servicio con el pecho, los defensas del América engarrotados y con cara de what, control del balón del equipo canadiense y ¡pum! fusilar a “Moi” Muñoz como saludándolo en su reaparición.
América intenta, falla vuelve a intentar y a fallar, hasta que casi al final del juego viene balón de pelota parada después de un faul sobre “Sambu” en el costado del área, llega Oribe con un cabezazo más que certero y brincando por encima de un montón de jugadores, para darle el empate y dejar salir de las gargantas de los 70 mil americanistas presentes el grito de gol y el “¡Vaaamooos, vaaamooos Aaaméricaaa!”.
Minutos después el mismo “SAMBU” se sacude a tres marcadores para enviar un centro que provoca un tira-tira para que Oribe la vuele.
De verdad les vuelve el alma al cuerpo.
Se caen a pedazos
Ya no hay excusas, porque los pretextos también se acabaron, que den razón del tremendo tobogán en el que se han metido las llamadas Águilas.
La goleada al Herediano ha pasado de ser catalogada como histórica, a ser un verdadero churrazo de tintes anecdóticos, antes y después de esa goleada que los pone en esta finalísima de Concachampions.
La caída del América comienza en aquella extraña derrota por 1-0 ante los Leones Negros de la UdeG en la Jornada 8, tres jornadas después el Veracruz los humilla 4-0 en el Puerto, gana el Clásico con Cruz Azul 1-0, pero un par de semanas después, el pasado sábado, el Querétaro de Víctor Manuel Vucetich les pone un 4-0 con sabor humillación.
Gustavo Matosas, con cara de angustia, sale de la banca al silbatazo final a reclamar un no sé qué al árbitro del encuentro, actitud de ardidos.
Así las cosas pues, América respira y hasta festeja discretamente el no haber perdido en el Azteca ante un equipo que nunca había pasado a una Semifinal de Concachampions.
Empate de angustia y ahora hay que cambiar el chip, porque el domingo van al Omnilife a encerrarse con las CHIVAS para luego recoger triques y hacer maletas para viajar a Montreal a realizar, quizá, otra jornada heróica…Uuuffff…
Así de fácil.