¿De quién es el valor civil?
Busqué de inmediato en wikipedia “Raoul Wallenberg” desde el momento en que me invitaron a impartir una conferencia en un evento co-organizado por la Embajada de Suecia y la Sociedad de Alumnos de Relaciones Internacionales del Tec de Monterrey, la cual se celebró en el marco de las conmemoraciones por la muerte de este diplomático sueco que vivió en el periodo de la Segunda Guerra Mundial.
Indira KempisBusqué de inmediato en wikipedia “Raoul Wallenberg” desde el momento en que me invitaron a impartir una conferencia en un evento co-organizado por la Embajada de Suecia y la Sociedad de Alumnos de Relaciones Internacionales del Tec de Monterrey, la cual se celebró en el marco de las conmemoraciones por la muerte de este diplomático sueco que vivió en el periodo de la Segunda Guerra Mundial.
Wallenberg, como cita la enciclopedia virtual, fue “miembro de una prestigiosa e influyente familia […] que corrió grandes riesgos para salvar a miles de judíos húngaros del Holocausto”.
Parece sencillo leerlo, pero podemos imaginarnos lo que eso significa, independientemente de lo que pensemos sobre la historia de los judíos en el mundo, el mero hecho de correr riesgos por la vida de otros, hace de estos actos una demostración del valor civil que un ser humano puede llegar a tener para reaccionar con su propia dignidad y empatía social ante las atrocidades, o estragos de la guerra, sobre la vida de quienes están alrededor tuyo.
El ejemplo de Wallenberg, que puedes investigar en Internet, se ha replicado en diferentes zonas de conflicto en el mundo.
Personas que son valiosas para sus comunidades porque sin ser las víctimas directas apoyan, ayudan, colaboran, por los derechos de éstas incluso a costa de su propia vida.
Son ellos y ellas los que con su ejemplo nos demuestran de lo que somos capaces para contribuir en las alternativas de solución para incidir en la defensa de nuestros derechos humanos.
A los que no les ha pasado nada, pero ahí están intentando que no haya uno más en la “lista de espera”.
Por eso, cuando estaba preparando la presentación para la conferencia, la titulé como esta columna: ¿De quién es el valor civil?…
Asumiendo que la respuesta no tiene que ser audible, pero sí visible, es decir, que nuestros actos hablen por nosotros y demuestren ese coraje cívico que nos hace comprometernos con la creación de entornos pacíficos, sustentables, seguros y humanos, a pesar de que quizás no seamos víctimas de violaciones a nuestros derechos.
La valentía o el valor de involucrarse en lo que es público o civil -común- para todos debe tener una alta valía en las sociedades.
Reconocer a quienes nos defienden, protegerlos o sumarnos a sus exigencias, son maneras de fortalecer el trabajo que están realizando por defender, valga el pleonasmo, los derechos de otros que terminan siendo los de todos.
“¿Por qué reaccionamos hasta que nos pasa?”, me pregunta una joven estudiante al finalizar la conferencia.
Entrelazando mis propias ideas le contesto que a eso nos hemos acostumbrado y seguramente es algo que jamás cambie o podamos cambiar.
No obstante, al mismo tiempo representa una ventaja en la medida en que entendemos que algo tenemos que hacer cuando el “agua nos llega al cuello”.
No importa el tiempo en que decidamos ni los motivos, pero actuar es ya un paso importante en un país donde ni teniendo las lecciones históricas más difíciles hemos aprendido a reaccionar.
Regresando a casa, reflexiono que esa es otra de las razones por las que más debemos valorar a cada uno de los “Wallenberg” de nuestro tiempo.
Porque no están reaccionando a sus propias circunstancias, sino previniendo que no vuelva a suceder un caso más de impunidad, injusticia o violación a nuestros derechos.
Si conoces a una persona así, entonces, seguramente sabes cuál es la definición del valor civil y a quiénes les pertenece.
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