Decir adiós
Suena melodramático el título, pero estoy segura que más de uno de nosotros lo hemos dicho con acciones o con palabras.
Aprendemos a decir adiós, nos guste o no.
Porque quizá la sabiduría de la vida estribe en aprender que cuando te vas, cuando “cierras” o hasta cuando mandas a la China a alguien, sabes que se acaba porque también buscaste que así sucediera.
Indira KempisSuena melodramático el título, pero estoy segura que más de uno de nosotros lo hemos dicho con acciones o con palabras.
Aprendemos a decir adiós, nos guste o no.
Porque quizá la sabiduría de la vida estribe en aprender que cuando te vas, cuando “cierras” o hasta cuando mandas a la China a alguien, sabes que se acaba porque también buscaste que así sucediera.
El periódico que tienes en tus manos me ha permitido escribir de temas que a veces no son ni de agenda, pero que con el (sobre) esfuerzo de las acciones tangibles de quienes nos involucramos en procesos de transformación de las ciudades, se han convertido en una agenda pública y ciudadana importante con el paso de los meses.
Por lo mismo, se abren debates, alternativas, encuentros o desencuentros para reivindicar estos procesos junto con sus actores.
Pero, no son fortuitos tales avances pequeños, aunque significativos, en esta ciudad y en otras en el mundo a partir de diferentes disciplinas o áreas científicas.
El surgimiento de una generación, millennians nos llaman, está urgida de cambios. No lo es porque simplemente nos tocaron los efectos secundarios de las crisis añejas, más la que corresponde a nuestro tiempo: “aunque sepas cinco idiomas, tengas tres maestrías y dos doctorados no hay trabajo”, por tan sólo citar un ejemplo.
De esas dosis de crisis, se están gestando las ideas más creativas que se convierten en “antídotos” ante la parálisis de muchos.
Pero lo más revolucionario de los proyectos que aportan para solucionar problemas es que han acortado sus periodos de tiempo. En el futuro ya no escucharemos de organizaciones de la sociedad civil o emprendedores que hayan dedicado, cual Madre Teresa de Calcuta, toda su vida a una solución. Más bien, estamos en estos momentos comprendiendo que sin redes de colaboración y sin ideas de las ideas que generen seguimiento, no iremos a ningún lado.
Por eso mismo, me da gusto escribir la palabra adiós.
Porque las innovaciones dejan de ser desde el momento en que se convierten en un objetivo común que está al alcance de más personas. Reconocer que de esa generación en donde detonamos “ideas de las ideas” y “soluciones de las soluciones”, donde no nos atamos a las posibilidades varias de iniciar una y otra vez otra visión, objetivos, metas, sueños colectivos.
Las formas organizacionales de corto plazo con visión de largo plazo e incluyentes para diferentes propuestas serán una tendencia. Lo que podríamos esperar es que no se conviertan en “moda”. Es decir, que se adapten a otras realidades mas no que dependan de ellas para cambiar. Ni hipsters ni orgánicos, sino personas que están en constante “sobrevivencia”.
De ahí que decir “adiós” y aprender a desprenderse son evidencia de ese futuro que se asoma. Aunque son pocos los que lo han entendido, será inevitable que cada día surjan más despedidas de la crisis a la que nos han tenido acostumbrados. Porque la rebeldía se hizo para abrir y cerrar a diario, sin que nos cueste tanto decir “adiós”.