No soy panista ni priista ni mucho menos perredista. ¡Qué barbaridad! Resulta imposible pertenecer a ningún partido mexicano porque estas instituciones políticas tienen secuestrada a la nación y por ende, secuestrada a la democracia.
En el Congreso de la Unión, integrado por legisladores incondicionales a dichas organizaciones, no está representada la sociedad mexicana –el pueblo es un fantasma que nunca ha existido- y, por lo tanto, por más paradójico que parezca, aquella no tiene ni voz ni voto.
En los países democráticos el congreso está integrado por representantes, a título de ejemplo, del sector vitivinícola, del académico, del químico, del automotriz, del agrícola en lo general y del sector industrial o de las telecomunicaciones, etc. En México, tanto diputados como senadores son designados por los gerifaltes de los partidos políticos y electos por el pueblo de la misma manera que se elegía al “Tapado” en los tiempos de la dictadura perfecta…¿Esa es la representación popular…?
Además de lo anterior, el país se encuentra secuestrado desde que es prácticamente imposible constituir un nuevo partido político o lanzarse como candidato independiente para lo cual se requiere casi un millón de votos…
El presidente actual del PRI no fue electo por sus militantes, sino designado por el Jefe Máximo, tal y como acontecía en los años del callismo de triste recuerdo. En el PRD tampoco se toma en cuenta la opinión de sus miembros ni de sus seguidores y de ahí, ante la imposibilidad de lograr acuerdos democráticos, se practica internamente el fraude electoral interno. En este orden de ideas el domingo pasado el PAN eligió a Madero como su próximo líder por los próximos 15 meses en el marco de una ejemplar y sorprendente elección abierta. Cordero, quien reconoció de inmediato su derrota, volvió a perder por su ausencia total de carisma y por haberse convertido en una vulgar marioneta del calderonismo, movimiento en el que ya no cree ni la propia Margarita…
Entre las acusaciones que se lanzaban como proyectiles dirigidos a la cabeza de Madero se identificaba su supuesto entreguismo al PRI, entre otras razones por haber apoyado el Pacto por México. En este sentido valdría la pena recordar que durante la administración de Zedillo se propuso una reforma energética que el PAN se apresuró a sabotear para no concederle al PRI espléndidos dividendos políticos. Durante la administración de la señora Fox y de Calderón, el panismo intentó a su vez modificar el régimen energético mexicano y entonces el PRI torpedeó la iniciativa aduciendo las mismas razones que el PAN había alegado en contra de Zedillo. ¿No que la patria era primero…?
El año pasado Madero rompió valientemente esta espiral descendente suicida y propuso, sin mezquindades, una reforma energética que iba más allá de la del PRI. Fue evidente que la oposición pensó en México y no en los intereses partidarios temporales. Ya se vería en el futuro. ¿Acaso Madero tenía que negarse a cualquier reforma que conviniera a nuestro país, como lo hicieron sus antecesores para no parecer entreguista o traidor al panismo?
Como una expresión de ética personal aplaudo la postura de Madero muy a pesar de que mi posición tenga como resultado que me etiqueten como panista. Otro, ¡qué barbaridad…!