¿Cuánto del dolor que hoy estamos viviendo era evitable?

Dolor evitable

El dolor de los hombres es la única cosa objetiva, clara, evidente y constante. Y no el dolor que viene de una fuente inevitable, sino el dolor que unos causamos a otros, el dolor que originan nuestra voluntad o nuestra ineficacia para hacer una nueva y mejor organización de las cosas humanas”. Don Manuel Gómez […]

El dolor de los hombres es la única cosa objetiva, clara, evidente y constante. Y no el dolor que viene de una fuente inevitable, sino el dolor que unos causamos a otros, el dolor que originan nuestra voluntad o nuestra ineficacia para hacer una nueva y mejor organización de las cosas humanas”. Don Manuel Gómez Morín

¿Cuánto del dolor que hoy estamos viviendo era evitable?, y ¿cuánto de este dolor sigue siendo evitable?, porque tal como lo afirmó hace décadas Don Manuel, debemos ocuparnos justamente del dolor, y por supuesto, del evitable, porque los inevitables llegan solos.

Eliminar las estancias infantiles era un dolor evitable para poco más de 9 mil niñas y niños, los más pequeños y vulnerables; un dolor evitable para miles y miles de madres y padres trabajadores.

Nuestro país ha perdido dolorosamente múltiples inversiones y con ello miles de empleos y oportunidades, como consecuencia de los atropellos consistentes a la certeza jurídica y al menosprecio del Estado de Derecho; que en decisiones caprichosas y a mano alzada, encuestas y consultas amañadas, se han echado abajo proyectos y grandes inversiones cuyo mejor destino ha sido el cesto de la basura.

A esta cadena de hechos y en donde la actual pandemia nada tuvo que ver, se suma la consistente destrucción de instituciones evaluadoras, autónomas, independientes y con personal técnico altamente calificado. Quebrantar así el andamiaje institucional ha generado ya profundos daños, pero aún estamos por ver y vivir la peor parte.

El mayor dolor evitable es el del odio y la división. El dolor de un país que con una carga histórica de racismo, discriminación y gran desigualdad, pero también con grandeza, enormes oportunidades y talentos, hoy está bombardeado con mensajes que adjetivan, descalifican y excluyen a millones; y que reciben del mismo jefe del Ejecutivo federal una consigna contraria a la democracia y al sistema de libertades: “están conmigo o están contra mí”.

A nadie debe ni puede culparse de este virus que ha colapsado el andar del mundo, pero sí era obligado aprender de lo que casi un mes antes, otros países experimentaron y prepararnos en consecuencia.

Este personaje que insiste en ser científico, pero que en sus palabras se delata como un férreo militante, ha demostrado su infinita capacidad de autoelogio, su desprecio al dolor de las víctimas, y su gran habilidad para multiplicar con frialdad a los fallecidos. En su primera estimación dijo que no habría más de 6 mil muertes, y meses después, habla de al menos 60 mil.

Dolor evitable es insistir en giras justo en los días que se dan a conocer el mayor número de muertes; provocando que un sin número de ciudadanos den por hecho que la terrible pandemia del Covid-19, es mentira o no es peligrosa.

Y qué decir del dolor evitable por perder millones de empleos en la economía informal y formal, de dejar en la calle a miles y miles de micro, pequeñas y medianas empresas, porque si bien nadie es responsable de la llegada de la pandemia, sí lo somos de cómo, cuándo y con cuántas herramientas y políticas públicas respondemos.

La historia registrará el dolor inevitable provocado por esta pandemia, pero también lo hará de aquellos dolores que pudiendo haberse evitado lo que se hizo fue profundizarlos con miles de pérdidas humanas y millones de pérdidas de empleos.

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