Luego del Primer Informe de Gobierno en San Pedro, la noche del lunes, ayer la comidilla fue lo que ocurrió entre los asistentes al evento.
Y es que el munícipe, Ugo Ruiz, hizo dos anuncios fundamentales.
Uno, en el que puso en su lugar al conservadurismo sampetrino panista.
El segundo, en el que dejó claro que su confianza y máxima lealtad está cimentada en dos o tres personas.
Y es que con el anuncio de que el despacho Quintero & Quintero Abogados sería el bufete que lo asesoría en las denuncias penales contra el exdirector de Control Urbano, Aldo Decanini, así como en los procesos contra desarrollos inmobiliarios irregulares, muchos se sintieron aludidos.
Cuentan que cuando Ugo Ruiz mencionó a Quintero, los invitados como Fernando Elizondo, parte del despacho Santos-Elizondo; José Luis Coindreau, Fernando Margáin y su esposa Alejandra Sada, hicieron caras de decepción.
Entre el Cabildo también puso cara de rechazo el síndico Guillermo Montemayor Cantú, quien trabaja en el mismo despacho.
Y es que laboren en ese bufete o sean panistas tradicionales, todos ellos ven al panista Luis Santos de la Garza, uno de los fundadores del despacho Santos-Elizondo, como uno de sus líderes ideológicos.
Este poderoso buró de abogados es el que asesora a Decanini, así que el encontronazo con otro prestigiado bufete como Quintero, seguramente levantará ámpula entre los peces gordos del desarrollo urbano en San Pedro.
Y cuando Ruiz anunció que Cecilia Ortiz, jefa de su oficina particular, será quien ahora tome las riendas de la reingeniería en la Secretaría de Desarrollo Sustentable, que dejó Enrique Ávila, muchos más también hicieron caras de limón con chile.
Ugo dejó muy claro con este nombramiento que su confianza recae principalmente en dos mujeres, en Cecilia y en Rosa Aída del Bosque González, su directora Jurídica.
Llama poderosamente la atención que el alcalde no mencionara a su refuerzo en el primer año, al secretario del Ayuntamiento Bernardo Bichara.
El servilismo de Bailey
Muy pronto Eduardo Bailey acabó con las esperanzas que muchos priistas tenían en su designación como líder del PRI.
Los ilusos tricolores pensaban que el nombramiento de Bailey significaba disminuir la influencia del Palacio de Gobierno en el búnker priista.
No fue así.
El primer acto que hizo Bailey como nuevo presidente del PRI fue ponerse a las órdenes de Álvaro Ibarra, secretario general de Gobierno.
Bailey acudió a Palacio de Gobierno la semana pasada –dos días después de tomar protesta como dirigente del PRI estatal en Cintermex- para reunirse con el número dos de la administración del gobernador Rodrigo Medina.
Hasta foto le tomaron al nuevo líder del PRI estatal.
Una visita que Bailey llamó de protocolo, pero que los tricolores que saben entender mensajes entre líneas la tomaron como lo que es: el único son que bailará Bailey será el que le toquen Rodrigo y Álvaro.
Disciplina y obediencia es lo que le queda al servicial Eduardo Bailey, si quiere ser el próximo candidato del PRI a la Alcaldía de Escobedo.