Nunca podrá olvidar el hoy presidente Rajoy —quien por supuesto no disfrutará en ningún momento el actual veraneo español— cómo los atentados terroristas del 11 de marzo de 2004 perpetrados por Al Qaeda principalmente en la estación de trenes de Atocha, se tradujeron un violentísimo golpe de timón que provocaron el descarrilamiento de su exitosa candidatura tan solo unos días antes de las elecciones nacionales.
Sí, en efecto, cuando él ya se preparaba para mudarse a La Moncloa, en el momento en que su triunfo electoral parecía inevitable y los militantes y seguidores del PP brindaban con la exquisita cava catalana el simple traspaso de la estafeta de José María Burrar (perdón, Aznar), de pronto se produjo lo impensable: 10 explosiones casi simultáneas en 4 trenes en horarios pico no solo mataron a casi 200 personas y dejaron heridas a otras 2 mil, estremecieron a España y al mundo, sino que proyectaron el acceso meteórico de Rodríguez Zapatero a la presidencia española.
El giro intempestivo que se dio a la vida política peninsular, ¿podría darse en México excluyendo, desde luego, el menor ingrediente de violencia para descarrilar la carrera presidencial de Peña Nieto?
De presentarse semejante situación únicamente a través de filtraciones a la prensa, el momento ideal sería después del miércoles 27 de junio en que habrían concluido las respectivas campañas y comenzaría otra veda electoral.
Ninguna coyuntura mejor para llevar a cabo las filtraciones a los medios ya que Peña carecería de margen de maniobra para defenderse de las imputaciones a 4 días de las elecciones. ¡Cierto! Sólo que en el contexto de este cuento político, bien vale la pena pensar en nuevas acusaciones ignoradas por el electorado para ocasionar un escandaloso desplome de su popularidad.
¿Qué noticia o hecho desconocido podría acabar con Peña como Atocha acabó con Rajoy? Ya se dijo que el abanderado del tricolor no lee, que supuestamente asesinó a su esposa, que hasta era gay, según se hizo saber a través de correos anónimos, claro está; que era un cínico porque aparecía en actos públicos con Montiel, el pillo de pillos, o con el “Gober Precioso” o con Ulises Ruíz; que había protegido a delincuentes como Moreira; que el PRI es corrupción y corrupción y que cada gobierno priista había enviado 25 millones de pesos en efectivo, dinero negro, como el caso de Veracruz para apoyar su campaña; que tenía casas de lujo en México y en Estados Unidos; que había hecho grandes erogaciones en Estados Unidos para promover su candidatura; que si la muerte inexplicable de la pequeña Paulette, que había llevado a cabo actos anticipados de campaña; que era el candidato de Televisa…
A pesar del bombardeo masivo e ininterrumpido, Peña Nieto encabeza las preferencias electorales a poco más de una semana de los comicios, de modo que no es previsible un “efecto Atocha” en México, mismo que de llegar a darse a través de la prensa, éste podría deshacerse al estilo de López Obrador: es un compló…
¿Con qué o cómo detener a estas alturas el arribo de Peña Nieto a Los Pinos? El tiempo se agotó.
PD: ¿Y por cierto, AMLO, ya firmó usted ante el CCE el pacto para aceptar el resultado de los sufragios el 1 de julio? ¿Lo hará ante el IFE como los demás candidatos o intentará incendiar otra vez, ahora amorosamente, al país?