El error Sicilia
La entrada de Javier Sicilia a la arena pública constituyó un episodio relevante en el escenario político mexicano ocurrido el año pasado. Parecía nacer en el seno de la sociedad no solo un líder político, sino sobre todo un líder moral.
Emilio LezamaLa entrada de Javier Sicilia a la arena pública constituyó un episodio relevante en el escenario político mexicano ocurrido el año pasado. Parecía nacer en el seno de la sociedad no solo un líder político, sino sobre todo un líder moral.
En su figura reposó la esperanza de miles de ciudadanos afectados por la violencia que aqueja a nuestro país. Sin embargo, como suele pasar, pronto el movimiento encabezado por Sicilia fue demarcando su territorio político.
El mensaje de Sicilia, a pesar de su discurso a menudo eclesiástico, y por tanto, al menos en cierto sentido, conservador, paradójicamente obtuvo un eco en la población ubicada en la izquierda del espectro político.
Sicilia quiso emerger como una voz unificadora, trascendiendo clases e idearios políticos. Él y sus seguidores quisieran, tal vez, pensar que su movimiento no distingue entre ellas, pero la realidad no permite demasiadas fantasías; la presencia de Nelson Varga, Isabel Miranda de Wallace, o Alejandro Martí tuvo más impacto en ciertos espectros de la sociedad, sobre todo en el llamado establishment, entre los que la fuerte crítica de Sicilia a las políticas de seguridad implementadas por el poder ejecutivo no fue tan bien recibida.
Dentro de la coyuntura actual esa ubicación política del Movimiento por la Paz toma relevancia debido a las posturas que han tomado Sicilia y el propio Movimiento con respecto a la promoción del voto nulo. En ese sentido, el llamado al voto nulo es acaso el primer error del Movimiento pero es, no obstante, uno considerable.
A diferencia de 2009 cuando muchos apoyamos la campaña por el voto nulo, en 2012 el panorama presenta a un candidato del PRI con una intención de voto a su favor que pareciera irremontable, cuya fuerza política seguramente arrastrará consigo también el voto en las elecciones legislativas.
Ante nosotros se abre la posibilidad no solo de que el viejo régimen regrese a Los Pinos, si no que además lo haga con mayoría absoluta en la Cámara de Diputados. Ante este panorama Sicilia promueve la anulación del voto aduciendo a criterios de dignidad moral que, aunque válidos, nunca deben ser ajenos a las coyunturas.
En la fantasía de Sicilia el voto nulo haría renunciar a los candidatos y convocar a un gobierno de Unidad Nacional. La realidad sin embargo dicta otra cosa; la ley electoral señala que ni los votos nulos, ni aquellos a candidatos no registrados son considerados en el porcentaje final con el que se calcula la cantidad de legisladores que obtendrá cada partido político.
Esto significa que al reducirse el universo total, la fuerza que haya obtenido más votos se beneficia de un porcentaje que crece exponencialmente y se traduce en un aumento en el número de legisladores. En otras palabras, en estas elecciones Sicilia estaría beneficiando lo que él mismo ha llamado el peor escenario posible; el regreso del PRI.
La realidad también le insiste a Sicilia en otra incomodidad; la mayoría de sus seguidores tienden a considerarse de izquierda, posibles votantes de AMLO, en pocas palabras Sicilia se convertirá en el nuevo Marcos, en el nuevo Cárdenas, en el nuevo Patricia Mercado, un hombre de izquierda cuya acción electoral afectará principalmente a la misma izquierda.
Sicilia ha demostrado ser un líder social y moral responsable y por ello es esencial que recapacite su postura. De no hacerlo, podría ayudar a construir una Unidad Nacional en la que seguro no estaba pensando, la Unidad Nacional de un régimen priista.