El Gran Premio en el exilio

Por muchos años vimos pasar gestiones e intentos infructuosos por regresar a México un Gran Premio de Fórmula Uno, quizá aquella quimera de construir en Cancún un autódromo al que llamarían Mantarraya. Por su trazo fue lo mas cercano a cristalizar ese sueño de muchos, deseo de otros y negocio de muy pocos que se quedó en el intento fallido de sus promotores entre los que se encontraban incluso funcionarios del gobierno de Quintana Roo.

¡Indianápolis!

Alfredo Domínguez Muro Alfredo Domínguez Muro Publicado el
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Por muchos años vimos pasar gestiones e intentos infructuosos por regresar a México un Gran Premio de Fórmula Uno, quizá aquella quimera de construir en Cancún un autódromo al que llamarían Mantarraya. Por su trazo fue lo mas cercano a cristalizar ese sueño de muchos, deseo de otros y negocio de muy pocos que se quedó en el intento fallido de sus promotores entre los que se encontraban incluso funcionarios del gobierno de Quintana Roo.

¡Indianápolis!

Hace unos cinco años apareció un proyecto firme de organizar el Gran Premio de Estados Unidos, el mercado más poderoso del mundo debería formar parte del calendario del Gran Circo.

El ZAR de la F1, Bernie Ecclestone, había realizado por décadas  toda clase de esfuerzos y negociaciones, llegando incluso hace poco más de una década a ceder una buena parte de las monumentales ganancias, ubicando la Máxima Categoría en el mítico óvalo de Indianápolis.

 Se le construyó en su interior una pista alterna utilizando la recta principal y una de las rectas cortas que se unieron con una serpentina a aquella “L” del óvalo de las legendarias “500 Millas”. Todo, por cierto, en sentido contrario a lo que se acostumbra para la carrera de los autos Indy.

Pasados unos años, a los dueños del circuito no les convenía más albergar la F1 con las condiciones que el zar de la F1 quería imponer, el público respondía con cierta indiferencia y en número menor al proyectado de tal manera que ambos empresarios decidieron irse con su golpe cada uno por su lado.

Nos exilian

Apareció entonces un grupo de empresarios norteamericanos y el mexicano Gustavo Hellmud JR muy cercano a Ecclestone con el proyecto de construir un nuevo circuito en el enorme espacio cerca del Aeropuerto de Austin, Texas.

Aquel proyecto se realizó en tiempo récord con el diseño de la empresa alemana Tilke, los mismos que proyectaron la adecuación de nuestro Autódromo Hermanos Rodríguez, de tal manera que el Gran Premio de Estados Unidos aterrizaría finalmente en el semidesierto texano con augurios terribles de mucha gente de por allá cuando se sabía que la afición para la Fórmula UNO está ubicada en el noreste de aquel país, principalmente en el área de Nueva York-Nueva Inglaterra.

Para sorpresa de muchos, el Gran Premio de Austin ha sido un exitazo en buena medida gracias a los miles de mexicanos que hemos acudido a vivir el que solíamos llamar “El Gran Premio en el exilio”.

El reto

Es simple de describir y difícil de ejecutar, llenar el Hermanos Rodríguez aun y a pesar de los precios tan altos, similares a Austin, y hacer que ese público regrese, no necesariamente restándole a Austin sino haciendo nuestro propio público.

Así las cosas pues, ya sin el Gran Premio de México en el exilio a la Organización CIE-Ciudad de México le queda un enorme reto que, viéndolo de cerquita seguro van a superar con creces. Así de fácil.

Mea culpa

Confieso haber sido de los que supusimos que con este Gran Premio de Estados Unidos tan cerca de la frontera con México la posibilidad de regresar un Gran Premio a nuestro país resultaba muy pero muy cuesta arriba, tomando en cuenta, insisto, que de los cerca de 80 mil que llenan el circuito de Austin, el 30 por ciento viaja de distintas ciudades de nuestro país.

Este fin de semana Austin conocerá su realidad en cuanto a la afluencia de mexicanos a su Gran Premio, la próxima semana la Ciudad de México conocerá la suya. Son competencia, no se puede negar.

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