El Junior contra Chávez

El lunes pasado comentábamos en este mismo espacio que para Julio César Chávez Jr. y el “Canelo” Álvarez el 15 de septiembre de 2012, marcaría un parte aguas en sus carreras.

Son dos casos absolutamente diferentes. Del “Canelo” nos ocuparemos más tarde, basta decir en su favor que el tapatío ha tomado siempre con mucha disciplina, seriedad, concentración, optimismo y seguridad de lo que está siendo su carrera, lo que necesita ahora es rivales de verdad o de lo contrario se quedará solamente con un título de corcholata y rivales de plástico, pero hoy no es el tema.

Alfredo Domínguez Muro Alfredo Domínguez Muro Publicado el
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El lunes pasado comentábamos en este mismo espacio que para Julio César Chávez Jr. y el “Canelo” Álvarez el 15 de septiembre de 2012, marcaría un parte aguas en sus carreras.

Son dos casos absolutamente diferentes. Del “Canelo” nos ocuparemos más tarde, basta decir en su favor que el tapatío ha tomado siempre con mucha disciplina, seriedad, concentración, optimismo y seguridad de lo que está siendo su carrera, lo que necesita ahora es rivales de verdad o de lo contrario se quedará solamente con un título de corcholata y rivales de plástico, pero hoy no es el tema.

Desafortunadamente en el caso del Junior las cosas se van dando para agravar su situación, aquí puntualizamos que lo que más daño le hubiera hecho al Junior, es increíble, sería el haber ganado la pelea y me explico.

Lección no aprendida

Sin saber el tema del “mariguanazo”, la preparación deficiente, su postura burlona y grotesca en los primeros rounds que mostraban una absoluta actitud de falta de concentración y quizá hasta de seriedad, confirmado después round tras round cuando teniendo listo al “Maravilla” no podía el Junior completar una serie de golpes por el cansancio físico mostrado, producto de lo que nos enteramos después, una preparación deficiente, caprichosa y sin sentido, confiando en dos factores importantes, sus facultades innegables y llamarse Julio César Chávez Jr.

La sombra del papá

Aproximadamente hace un año tuve la oportunidad de platicar con el Junior largo y tendido, en esa ocasión me confesó que finalmente había logrado darle un golpe de timón a su carrera desligándose de la tutela no solamente de su padre sino de sus tíos y el grupo de trabajo que siempre acompañó al campeonísimo Julio César Chávez.

Entonces me comentaba el Junior que al acercársele el grupo encabezado por Freddie Roach, entrenador de Manny Pacquiao y con eso está dicho todo, había comenzado a cambiar su estructura mental, su concentración y sobre todo la conciencia y seguridad  de que la carrera de Julio César Chávez Jr. en algún momento tendría que desprenderse de la de su padre y hacer su propio nombre de manera independiente.

Al mismo tiempo le comentaba que el nombre de Julio César Chávez pesa y mucho, para bien o para mal, y que todo apuntaba a que el Junior sacudiéndose de la tutela del “Grupo Chávez” podría hacer las cosas por sí mismo, reconociendo siempre que de no ser por llamarse Julio César Chávez Jr. jamás habría tenido las oportunidades que se le han presentado, reconociendo también que en ese momento muchos boxeadores mexicanos imploraban y todavía lo hacen, por una de las muchas oportunidades que se le han dado él.

Basándome en esta platica, no tan remota, supuse siempre que el Junior tendría ese cambio en su estructura metal, seguramente con ayuda psicológica y ahora sí, bien orientado y mucho más cuando por primera vez aspiraba a ganar sus 3 ó 4 millones de dólares que representaba la defensa del título con Sergio “Maravilla” Martínez.

Solamente que al observar los factores que comento líneas arriba, mi pensamiento a la hora de la decisión fue en primer instancia…

Jueces rateros

Que con el cinismo y descaro con el que le robaron la pelea a Juan Manuel Márquez contra Pacquiao y al propio Pacquiao contra Timothy Bradley, podrían regalarle al Junior la decisión basados quizá en los tremendos dos últimos rounds que se han quedado en nuestra memoria.

Esto seguramente también pasó por la mente del “Maravilla” y su grupo, afortunadamente para el boxeo se hizo justicia y principalmente para el Junior la lección estaba dada, sólo había que aprender de ella, pero más aún si con la preparación deficiente que nos enteramos después el Junior hubiera sido superior al “Maravilla” sería gravísimo para su carrera, pero sobre todo a él  y como persona que se hubiera llevado la victoria, hasta ahí todo dentro de la burbuja del boxeo, solamente que hoy el tema es mucho más grave.

Drogas: el fantasma de Chávez

He sido, soy y seré un fanático admirador de nuestro campeonísimo Julio César Chávez y al mismo tiempo testigo de cómo sus enormes facultades llegaron a superar incluso preparaciones no deficientes sino muy deficientes. El campeonísimo era un natural y un fuera de serie y esas enormes facultades taparon en muchas ocasiones sus “desmadres” e indisciplinas fuera del ring y de los gimnasios, en muchas ocasiones Don King, el mejor de todos los promotores, lo encerró en el Centro Otomí, allá cerca de Toluca, en medio de las montañas y rodeado sólo de bosque. Tuve la oportunidad de visitarlo varias veces ahí y Julio absolutamente aburrido, ya había visto las películas de Pedro Infante, sus favoritas, 10 y 12 veces, sólo que tenía a una “Generala” que lo vigilaba día y noche, la señora Gladis Rosa, que lo obligaba a la disciplina por instrucciones de Don King y a quien Julio le debe una buena parte de sus éxitos, porque no le queda otra, no había forma de escapar de la vigilancia de Gladis.

El Junior no es Julio

Y seguramente esta pésima lección se quedó en los genes y en la mente del Junior, que fue testigo de todo esto y a pesar de tener una mejor preparación, el Junior ha escuchado el canto de las sirenas y los halagos de los barberos que siempre rodean a los exitosos del boxeo, para después ya cuando su carrera está en declive abandonarlos.

Tristemente a Chávez padre el fantasma del alcohol, las drogas y el desmadre, le llevaron a dilapidar una enorme fortuna, aunque afortunadamente ha alcanzado a rescatar parte de ella, sólo que las secuelas de todo eso lo han obligado a internarse, a veces por su voluntad y otras a fuerza, en varias ocasiones en clínicas de rehabilitación, la última hace menos de un año y esta que tendría que ser la lección más dolorosa, impactante e importante en el Junior para tenerle no miedo sino pavor a cualquier cosa que se acerque ese terrible fantasma de las drogas, parece no haber sido una lección bien aprendida por el propio Junior que junto con su familia padeció del mal de su padre por tantos años.

No le avienten piedras ni rocas

Por supuesto que a los 26 años de edad el Junior ya no es un niño que se hace pipí en la cama, sino un hombre hecho y derecho, absolutamente responsable de todos sus actos y este “mariguanazo” que podrá ser disfrazado por aquí o por allá para atenuar los efectos y evitar la caída drástica de su carrera con todas las consecuencias mercadológicas de sus promotores.
Es un golpe que deberá márcalo en el fondo de su alma para entonces tocar fondo, asentar los pies en la tierra y comenzar a ser una mejor persona, arrancándose la soberbia y la credibilidad ciega en sus amigotes y estas que ojalá sean ocasionales visitas a la mariguana y al alcohol.

Deseo desde el fondo de mi corazón que Chávez Jr. como persona tenga los pies más pegados en la tierra que su desesperante lentitud e inmovilidad que como boxeador nos presentó en la pelea ante el “Maravilla”. El castigo social es lapidante, el castigo económico seguramente será fuerte, el golpe en su carrera durísimo, pero tiene con qué salir adelante. En lo particular creo que el golpe más fuerte es del Junior hacia dentro de su propia persona, por esto no me sumo a las voces que lo descalifican y vuelven a las chocantes coincidencias de la vertiginosa espiral que como un tornado fue la carrera de su padre con triunfos extraordinarios en el boxeo y caídas espantosas en el drama de los fantasmas del alcohol y las drogas, para nada, habrá que confiar en que esto fue algo ocasional que habría que sumar al tema de haber sido pillado conduciendo en estado de ebriedad semanas antes a la pelea.

El Junior trae en los genes el valor y la hombría de su padre, sólo que hoy, si de verdad toca fondo y solicita ayuda haciendo a un lado a sus amigotes, podrá cumplir con lo que me dijo hace un poco más de un año: “Estoy muy orgulloso de ser el hijo de Julio César Chávez, pero quiero construir mi propia historia”…

Así de fácil…

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