El mejor reclamo

¿Alguna vez has escuchado la frase: "Se atraen más moscas con miel que con hiel"?

Es viernes, son las 10 de la noche, tu pareja no llega y el compromiso empezaba a las 9. Después de hablarle cinco veces al celular aparece con varias copas de más. Te enojas al grado que le reclamas todas las veces que ha hecho algo parecido y aprovechas para quejarte de todo lo que no soportas de él; sacas la hiel que llevas dentro, lo insultas tanto que quien termina pidiendo perdón eres tú y de paso arruinaste tu compromiso. ¿Y qué solucionaste?

Annette Manautou Annette Manautou Publicado el
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¿Alguna vez has escuchado la frase: “Se atraen más moscas con miel que con hiel”?

Es viernes, son las 10 de la noche, tu pareja no llega y el compromiso empezaba a las 9. Después de hablarle cinco veces al celular aparece con varias copas de más. Te enojas al grado que le reclamas todas las veces que ha hecho algo parecido y aprovechas para quejarte de todo lo que no soportas de él; sacas la hiel que llevas dentro, lo insultas tanto que quien termina pidiendo perdón eres tú y de paso arruinaste tu compromiso. ¿Y qué solucionaste?

La queja y el reclamo raramente conducen a la solución de problemas. Por el contrario, los agravan. Todos nos ponemos a la defensiva cuando nos sentimos atacados y lo último que se nos antoja hacer es darle la razón a quien nos está reprochando.

Él va a seguir haciendo lo mismo y probablemente cada vez que te enojes lo repetirá. Desgraciadamente nunca nos enseñaron a no reaccionar y mucho menos a expresar lo que sentimos, pero ésta es la base de una buena comunicación, indispensable en toda relación. 

A veces el comportamiento de tu pareja te puede lastimar, pero mientras la manera de expresarlo sea a base de regaños, gritos, insultos y reclamos, nunca va a entender tu mensaje.

Si en vez de enojarte y gritarle tu hartazgo, que ya no lo aguantas, que es un irresponsable, alcohólico, egoísta y demás, pudieras encontrar el momento para decirle lo que sientes, otra cosa sería. En otras palabras, saca la miel. 

Podrías decirle que cada vez que pasa algo así, tú te sientes desprotegida, insegura, que tienes miedo de que le pueda suceder algo malo, que te duele que no te tome en cuenta, etc. y das ejemplos específicos retirando los “siempre” y los “nunca” de tu vocabulario. 

“Ayer que llegaste a las 3 de la mañana no podía dormir temiendo que te hubiera pasado algo y me dolió que no me hubieras avisado” en lugar de “Siempre llegas en la madrugada y nunca sé dónde andas”.

El comentario se debe hacer con respeto, expresando el sentimiento sin hacer sentir al otro acusado o culpable. No juzgues su comportamiento, solo habla de tus sentimientos.

Cuando expresamos en voz alta nuestra verdad, sentimos un alivio inmenso y una fuerza antes desconocida. Tal vez nuestra pareja no nos comprenda en ese momento, pero también podría sorprendernos gratamente su reacción, o que, pasado un tiempo, cambie de forma de actuar.

La intención de las personas al equivocarse no es hacerle daño a los demás y menos cuando hay amor de por medio, así que es muy probable que al hacerle saber lo que sientes haya cambios importantes.

Si analizas la cantidad de veces que algo te molesta y te lo callas hasta que explotas o mandas el mensaje equivocado, tendrás una lista interminable. Habla de tu sentir, no desde un “nunca haces nada”, sino desde un “me gustaría que tú también hicieras”.

Cosas tan insignificantes como “sentí celos cuando” o “me agrada que me hayas tomado en cuenta para tomar esta decisión” o “me gustaría que pasáramos más tiempo juntos”, son frases que motivan y resuelven conflictos mucho más que un reclamo.

No tengas miedo de mostrarte vulnerable, es precisamente entonces cuando hablas con el corazón.

Te invito a expresar lo que tu corazón siente y no lo que tu mente te hace imaginar. Habla desde el corazón para que tus palabras traigan paz.

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