Todos reciben dinero en este mundo.
Nadie, nadie, dime quién se hace de la vista gorda sin recibir un peso”, es una de las frases que expresa “Camo”, una de las personas que accedió a entrevistarse con los creadores del documental en 10 capítulos llamado “El monstruo informal”, de la productora Camus Films.
Se refieren al monstruo en el que se ha convertido el comercio informal.
Que es un tema viejo y pendiente por el poco se ha hecho.
Razones para justificar la informalidad nos sobran en un país donde la brecha de la desigualdad es muy grande.
No todos tenemos el mismo punto de origen desde que nacemos ante la carencia de oportunidades para evitarlo.
Consumidores y vendedores hay por todos lados, simple y sencillamente, porque con qué más se defienden en este sistema donde para vivir se necesita dinero.
Yo misma me acepto como alguien que en algún momento puso su changarro en la calle hace muchos años sin permiso y que más de una vez he comprado algo que no pagó los impuestos correspondientes.
No. No me da ninguna “cruda moral”.
Porque eso nos ha inventado un “cliché” sobre nuestra propia percepción.
La informalidad es mala y la formalidad es buena.
Sin embargo, no es tan tajante como parece.
Para explicar una tendríamos que hacerlo con la otra.
Es decir, mucho se ha dicho trilladamente en este país que hay que generar incentivos para que la gente se regularice.
Sin embargo, lo que no nos queda claro es por qué pese a eso la corrupción y la impunidad (otra clase de informalidad) también “come” en la formalidad.
Entonces, si ya de por sí hay mafiosos en un lado y en otro…
Qué más da vivir entre esta mezcla de dos mundos.
Pero lo que realmente hay de fondo en esta discusión es que en una sociedad rota en sus propios principios y vínculos, sólo puede salir gente que no perderá la oportunidad de hacer negocio con la propia necesidad de la gente.
Eso es una de las cosas que evidencia el documental.
Una realidad lacerante en donde las redes de mafiosos en complicidad con autoridades e incluso representantes de los derechos de los comerciantes informales están explotando a la gente que trabaja para ellos.
Es decir, el comercio informal ya no es el de antes.
El de la necesidad creativa de “salir adelante”, sino el de monopolios que se alimentan de cuotas.
Redes de poder sobre el espacio público y de franca corrupción de las autoridades que como dice Camo “se hacen de la vista gorda”.
Esto sí es algo nuevo qué pensar para replantear cuáles son todos los efectos sociales que de ahí se pueden derivar.
Los otros problemas que van más allá de las quejas de siempre…
Que si invaden el espacio público, que si representan una competencia desleal, que si nos quedamos sin presupuestos por la ausencia de esos impuestos…
Todo lo que ya conocemos que tendrá las mismas respuestas de siempre.
Pero esto que el documental saca a la luz, eso sí importa.
Porque lo que nos deben importar son las vidas y la calidad de vida que están en juego de estas comunidades. Deben existir más soluciones que sólo evitar que se pongan en la calle.
Porque además lo tenemos comprobado, eso no funciona.
Lo que queda claro es que la deuda sigue acumulando respuestas para saber qué se puede hacer para incidir este problema público.
Por lo pronto, el documental está colgado en redes sociales por si quieres verlo.
Claroscuros que tenemos que conocer del monstruo informal.