El precio de ser primera dama ha sido alto en nuestro país. Por lo menos en la historia más reciente.
Si recordamos a Carmen Romano, ésta se debió buscar su propio toca-pianos ante el amorío que tuvo su marido con Rosa Luz Alegría.
Seguimos con la Señora Cecilia Occelli, quien al igual que Doña Carmen tuvo que lidiar con los distintos encuentros sexuales de su marido, hasta al final verla desfigurada y triste, después de tanto aparentar para que no notarán la situación que vivía.
Luego Nidia Patricia Velasco, esposa de Ernesto Zedillo, padeció alcoholismo.
Hoy tenemos el caso de Margarita Zavala, muy sana, pero últimamente, por lo que se ha dicho en los medios, está a punto de perder un ojo.
Y es que hay teorías que ligan las enfermedades asociadas a situaciones emocionales autoprovocadas.
Louise Hay tiene incluso un libro en donde enlista cada parte enferma del cuerpo y su “significado”, y frente a esto, escribe afirmaciones que uno debe reflexionar.
En su libro: “Tu puedes sanar tu vida”, Hay escribe que los ojos representan la capacidad de ver con claridad el pasado, presente o futuro.
¿Será entonces que la señora Zavala no quiere ver lo que ha hecho su marido con el PAN, con el país y con su casa?
Calderón traicionó al PAN y a Josefina.
Es muy claro, lo que no se sabe aún es a cambio de qué, pero pronto saldrá a la superficie.
Esto no es cosa menor para el matrimonio Calderón-Zavala, pues ambos crecieron en familias panistas y su relación se dio dentro del mismo partido, y mucho de su vida y proyectos se gestaron ahí.
Por otro lado está que el gobierno actual deja un saldo de más 60 mil muertos. Dolor y sangre regada por todo el país, que cada vez que aparecen familiares de las víctimas, o de los daños colaterales, como el Presidente los llama. Con todo ello, no dejo de pensar en Margarita porque al final es mujer, madre, esposa y muy inteligente.
Y por último habría qué ver si regresar a reconstruir la casa que dejó hace seis años para irse a vivir a Los Pinos.
Pero la suma de estos tres factores es fuerte.
Incluso me recuerda a la mamá de Vicente Fox, que murió antes de las elecciones, tal vez, con la teoría de Hay, para no ver lo que su hijo haría.