La rasposa literalidad del insulto que ningún mexicano bien bragado puede soportar: una mentada de madre

El precio de una mentada

Sintió su aliento demasiado cerca, frente a su cara. La inevitable aspiración de las partículas de saliva ajena invadió su espacio personal, pero esto no lo enardeció más que la rasposa literalidad del insulto que ningún mexicano bien bragado puede soportar: una mentada de madre. Las gafas oscuras de Caleb Plant no representaron ningún obstáculo […]

Sintió su aliento demasiado cerca, frente a su cara. La inevitable aspiración de las partículas de saliva ajena invadió su espacio personal, pero esto no lo enardeció más que la rasposa literalidad del insulto que ningún mexicano bien bragado puede soportar: una mentada de madre.

Las gafas oscuras de Caleb Plant no representaron ningún obstáculo para el desafío de miradas a través de los cristales ahumados. El agravio recibido pudo elevarse al cubo por provenir de un gringo.

“Hey, motherfucker”, fue lo que murmuró su adversario, según compartiría más tarde Saúl Álvarez.

‘Canelo’ respondió con un empujón con dos manos que hizo trastabillar al hombre de Nashville.

Aún cuando el tradicional careo previo a un combate estelar parecía un show armado en un hotel de Beverly Hills, los presentes comenzaron a dudar cuando el estadounidense se reincorporó tras soltar el botón de su saco sport para lanzar un contraataque con comodidad. Con la zurda extendida le propinó a manera de gancho una cachetada que el tapatío eludió para de inmediato responder con veloz 1-2, también de manotazos. El saldo fue dos raspones al rostro del oponente que tendrá sobre el ring el 6 de noviembre. Uno de ellos resultó una cortada sobre el pómulo derecho, debido quizás a que la bofetada encontró el armazón de los lentes que fue lo que acabó por hundirse en la piel del hombre de 29 años de edad –dos menos que el mexicano–.

Separado por un grupo de asistentes y organizadores, el estadounidense quedó a un costado de la escena recogiéndose con un pañuelo la sangre de su mejilla y con ganas de poner la otra para desencadenar el desquite, pero tendrá que esperar.

La precuela del combate tuvo otro round en el cuadrilátero del Twitter.

“No te metas con mi mamá”, expuso Álvarez, mientras que Caleb negó haberlo ofendido de esa manera. El anafre quedó listo para el pleito que en la víspera lucía desangelado. Ahora el clima de expectativa contribuirá a la causa.

ASUNTO DE INTERPRETACIÓN

El periodista Ricardo López Juárez reseñó al respecto, en un artículo para La Opinión de Los Angeles, que el modismo no es tan grave como un son of a bitch, cuya traducción traducción del inglés al español es “hijo de puta”, porque se trata de una expresión vulgar, pero más ligera y que se usa generalmente para decir algo así como ‘chinga tu madre’, y que incluso el propio Saúl empleó esta frase con otro oponente.

“Cruzó la línea”, comentaría el mexicano sobre el incidente el ganador de ocho campeonatos mundiales.

El escritor, poeta y ensayista Octavio Paz calificaba la mentada de madre como la peor agresión verbal que puede dar o recibir un mexicano, más por la ‘mágica’ carga conceptual que por su significado.

EL ENGRANAJE DEL NEGOCIO

El boxeo representa uno de los más grandes negocios deportivos de la actualidad, con derramas millonarias, a pesar de que las figuras del cuadrilátero sean de una dimensión menor, en comparación con otras décadas.

Los grandes emporios televisivos venden cada milímetro cúbico de los espacios mediáticos donde las marcas patrocinadoras lucen su palmito. Cada evento protocolario se exhibe en una vitrina jugosa, lo que evidencia que cada pelea comienza su proceso de venta desde la elaboración de carteles o afiches alusivos.

La ceremonia del pesaje y el careo de oponentes son parte de un espectáculo atractivo. Sin embargo, no es algo que ocurrió de pronto. Cada escena es parte del contrato donde además de los pugilistas participan las empresas propietarias de derechos televisivos y cada sello comercial que paga por formar parte de la tramoya.

Érase una vez, en los años 60, un boxeador negro que desafiaba no solo a cada uno de sus oponentes, sino a la historia de la lucha de razas en el mundo entero. Con una personalidad cautivadora y su sonrisa permanente, Muhammad Ali comenzó a implantar un estilo que cambió los procesos comerciales en este deporte.

Además de su performance como boxeador, Ali era muy agresivo desde mucho antes de pisar la lona para enfrentar a sus rivales. La historia comenzó en 1964, cuando persiguió a Sonny Liston por todos los rincones posibles para aceptar que apenas a los 22 años fuera su retador por la corona del mundo de los pesos pesados.

Con su seguridad de hierro y su elocuente manera de expresarse, ‘el más grande’ calentaba a todos desde la víspera, no solo a su enemigo en turno, también a la prensa y al público para comenzar la historia desde mucho antes de sonar el campanazo de inicio de cada combate.

Su personalidad arrolladora lo hacía un promotor nato que colmaba arenas y saturaba los ratings.

Ali era una bomba comercial y su estilo sobre el ring, donde también era un boxeador enorme, representaba el aderezo.

SIN RIVALES DE PESO

El peor contrincante del ‘Canelo’ en su carrera ha sido la falta de convencimiento sobre sus peleas entre los fans y críticos. En una era donde los grandes púgiles son contados, el mexicano ha tenido que gritar que es el mejor del mundo en la actualidad, pésele a quien le pese. Lo que no toma en cuenta es que así no se adquieren adeptos.

Un tipo disciplinado, que cuida cada detalle en cuanto al manejo de su imagen, que se destaca como emprendedor e impulso de su familia, pero también por sus labores altruistas como benefactor de niños en condiciones de pobreza o de graves problemas de salud, no cuenta con los rasgos de carisma propios de un Raúl ‘Ratón’ Macías, ‘Toluco’ López, ‘Sal’ Sánchez, ‘Púas’ Olivares o Julio César Chávez.

La falta de adversarios de buen calibre y los corajes que realiza al considerarse un campeón incomprendido, continúan alejándolo de la legitimación de ídolo –algo que no se cuestiona, por ejemplo, a un Manny Pacquiao–.

DE ‘CERO’ A ‘ALGUIEN’

Lo que vende en cualquier taquilla es la historia previa y la del nuevo enemigo del ‘Canelo’ es singular. El mundo del box desconocía a Caleb Plant antes de su chapa abollada.

Campeón supermediano de la Federación Internacional de Boxeo (FIB) –dos rayitas abajo del reconocimiento del Consejo Mundial (CMB), organismo con mejor reputación del momento y al que pertenece el ‘Canelo’– fue boxeador para alejarse de la adicción a las drogas que lo encarcelaron como consecuencia de una vida dolorosa.

El nacido el 8 de julio de 1992 en Ashland, Tennessee, perdió a su madre en un tiroteo y a su pequeña hija Alia de un año siete meses por GTPS ciclohidrolasa, una enfermedad incurable. Así que se refugió en el arte de fistiana para no perderse entre la ruta de espinas.

HAY DE MENTADAS A MENTADAS

El estudioso escritor sobre cultura pop, Carlos Monsiváis, se refirió a la disertación realizada por el inconmensurable Paz en su ensayo El Laberinto de la Soledad. El clásico realizado sobre las indagaciones de lo mexicano recoge las acepciones acerca de las mentadas de madre.

Ejemplifica con la ansiedad inherente del pueblo por la urgencia de identidad, la que aparece aquí exhibida como “espejo verbal”. Destaca la obsesión de Paz por el estudio de las palabras clave, entre ellas, la chingada.

“(Es) la representación límite del pecado original, la madre violada, la atroz enunciación de la condición mexicana, el vocablo que se desprende de la conquista y de la Conquista y de cómo les fue ahí a los mexicanos’, expone Monsiváis en su texto leído en el Palacio de Bellas Artes el 20 de agosto de 2000.

Las connotaciones del mexicanismo pueden ser tantas como el uso e intenciones recurrentes. Con toda la agresión implícita que sugiere el término, este columnista fue testigo de un diálogo peculiar entre dos compañeros universitarios en la misma aula. Uno le reclamó al otro si estaba molesto con él por algo. “No… ¿Por qué lo dices?”, le replicó Edgar G. Hernández –hoy excelente profesor de humanidades en la Universidad de Tlaxcala–, a lo que el primero, Miguel Ángel Pérez –periodista que se adelantó en el camino sin retorno– le repuso: “es que hoy no me has mentado la madre”.

Habrá que esperar el epílogo en el MGM Grand Hotel de Las Vegas, en una obra cuyo prólogo contribuyó al menos a aumentar la temperatura de este platillo boxístico. #Va

¿Quién es Héctor Quispe?

Periodista y consultor. Dirige CID Consultoría, casa de soluciones en cifras y contenidos enfocados en el fan y su identidad; es MBA en Dirección y Gestión de Entidades Deportivas, por la Universidad Europea de Madrid; tiene la especialidad de Periodismo Deportivo por el Programa Prensa y Democracia de la Universidad Iberoamericana. Coordina el Diplomado de Periodismo Deportivo Digital en la Escuela Carlos Septién García, y da clases en el de Marketing and Communication for Sports Brands, en la Universidad Anáhuac. Su análisis es consultado por diferentes medios en torno a negocios y deporte: Playboy México, Red Forbes, MedioTiempo, Expansión, El País, Fox News, Telemundo, Foro TV y TUDN, entre otros. Es coautor del libro “Cómo hacer Periodismo Deportivo. Una visión Iberoamericana”, y publica esta columna cada jueves en la multiplataforma de Reporte Índigo.

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