El sueño de AMLO
Sigmund Freud, el padre del psicoanálisis, sostuvo que a lo largo de la historia han prevalecido tres grandes humillaciones. El descubrimiento de Galileo que no somos el centro del universo, el descubrimiento de Darwin que no somos la corona de la creación y su propio descubrimiento que no controlamos nuestra propia mente. En ese sentido, […]
Rodrigo VillegasSigmund Freud, el padre del psicoanálisis, sostuvo que a lo largo de la historia han prevalecido tres grandes humillaciones. El descubrimiento de Galileo que no somos el centro del universo, el descubrimiento de Darwin que no somos la corona de la creación y su propio descubrimiento que no controlamos nuestra propia mente.
En ese sentido, Andrés Manuel López Obrador ha estado en una especie de siesta. No cabe duda que la necesitaba luego de la zarandeada que le pusieron los banqueros e inversionistas en Nueva York en septiembre. Luego vino la tragedia del 19-S y el mesías de Macuspana hizo bien, la pasó de noche. Porque cuando AMLO habla pierde votos.
Ahora, en este cierre de año, la hoguera política no podría arder más. Estoy de acuerdo con quienes sugieren que hay un pacto entre el partido de Peña Nieto y Morena para reventar el Frente Ciudadano. Es decir, evitar a toda costa una verdadera tercer vía. Pero en ese entramado, hay dos piezas que no cuadran, y así se demostrará en los próximos días.
La primera está en que hay un margen de maniobra política demasiado estrecho para que tal acuerdo de verdad sea plausible. Si usted se fija bien, lo que hoy esta sucediendo en el Senado, el escandalo de la salida de Santiago Nieto de la FEPADE y lo que realmente importa, que es el verdadero resultado de la investigación del caso Odebrecht que dejó ya preparado el ex procurador Raúl Cervantes, es el sueño que está despertando a López Obrador. Es el conjuro que invoca el regreso de su figura política. Y la segunda, es que de ser reinstaurado Nieto como fiscal especializado en delitos electorales, el verdadero ganador (al menos para las mentes más inocentes) será la oposición, que para fines legislativos es el PAN-PRD. Bajo esa lógica Morena estaría entregándole una victoria al Frente al que se opone. Mientras todo esto pasaba, el tribunal electoral reafirmaba que Miguel Ángel Riquelme será el próximo gobernador de Coahuila.
Y como en política no existe tal cosa como las coincidencias, de nuevo la derrota de Guillermo Anaya es la victoria de Ricardo Anaya. Ahora hay que ver que gana el joven queretano.
En cualquier caso, resulta por demás fascinante observar el movimiento de las piezas de ajedrez. Porque con el presupuesto de Egresos siendo discutido en el congreso, créame que en este momento los gobernadores que podrán ser fieles creyentes de sus partidos, están ejerciendo toda la presión posible sobre sus diputados para “bajar” la mayor cantidad de recursos posibles ante el escenario político tan incierto del próximo año.
Los gobernadores concentrados en eso, los diputados y senadores optando por un papel de duplicidad, el gobierno federal sosteniendo la línea y esperando el momento perfecto para revelar el nombre del candidato del oficialismo y tratando de sortear lo que de verdad definirá la elección del 2018; el caso Odebrecht. Y es que, es difícil no imaginar que el salpicadero podría llegar a lugares y figuras impensables.
Mientras tanto, López Obrador podría darse cuenta que si bien no hablando le va mejor, su silencio le podría costar su sueño de llegar a Los Pinos. Porque si su única apuesta es la madre de todos los escándalos de corrupción, entonces debería darse cuenta que mientras espera el desenlace, con la complicidad de algunos dirigentes del PRI está engendrando su peor pesadilla; Ricardo Anaya y el Frente Ciudadano. Al tiempo.